Sólo baladas, sólo lentos

16/02/2016 | 14:53

Cierta dosis de dificultad en la vida es inevitable, aunque la mayoría de las veces somos nosotros con nuestras actitudes y comportamientos la causa principal de nuestro sufrimiento.

Generalmente pensamos que preocuparnos por todo es una muestra de lo responsables que somos, pero en realidad, esta es una actitud que nos impide ser felices.

Perder a una persona querida, terminar con una relación sentimental, pasar por el proceso de alguna enfermedad seria… son experiencias difíciles y dolorosas que requieren que atravesemos por un proceso de aceptación y duelo para ganar la Fortaleza que nos permita incorporarlas a nuestro proceso de crecimiento.

Pero hay otro tipo de experiencias difíciles, que si podemos manejar, superar o relativizar y que cuando las comparamos con la gravedad de las vivencias que tienen otras personas, inmediatamente reconocemos que estamos sufriendo innecesariamente por algo que podríamos fácilmente afrontar y resolver.

El sufrimiento es inherente a la condición humana, y la vida puede parecernos algunas veces injusta porque no entendamos cual es la causa de lo que estamos pasando… Pero, hay personas que en lugar de quedarse atrapadas en la dificultad o en el dolor, lamentándose y profundizando su sufrimiento, logran convertir su experiencia en una fuente de motivación y enriquecimiento personal, crecen y se fortalecen porque procuran extraer algún tipo de aprendizaje positivo de lo vivido.

Otras veces, vemos como en algunas relaciones se crea una especie de competencia por quien sufre más o a quien le va peor… Hemos llegado al punto en que pareciera que mientras más nos quejamos y hablamos de todos los pendientes, compromisos y obligaciones que tenemos, mas importantes lucimos ante los demás.

Hablar de nuestros problemas con todos, puede ser un medio para comunicarnos, mantener el contacto y recibir el afecto de otros. Pero si la persona es negativa, temerosa o pesimista, en lugar de ayudarnos, hará que nos paralicemos y nos preocupemos mas con sus comentarios y actitudes. Conversar sobre nuestros problemas puede ser positivo siempre y cuando la persona que nos escuche tenga el conocimiento, la experiencia o las herramientas necesarias para apoyarnos a resolverlos.

Tenemos que romper el círculo vicioso en el que nos encontramos atrapados temporalmente, porque cuando algo nos preocupa, nos quejamos, la queja se transforma en preocupación y esta en sufrimiento. Permanecer en la queja puede ser la excusa perfecta para no tener que pasar a la acción y tener que afrontar y resolver lo que nos inquieta. Quejarnos aumenta nuestro malestar y sufrimiento. Recordemos que esto que nos está sucediendo, ¡También pasará!

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