El proyecto fue presentado en Tailandia y el procedimiento de la castración química sería para aquellos delincuentes sexuales que tienen posibilidad de reincidir. Lo harían a cambio de la disminución de la pena. 

Se trataría de una inyección que reduce los niveles de testosterona. Sin embargo, luego de someterse, serían vigilados por 10 años y tendrían que llevar pulseras electrónicas.

A través de la administración de medicamentos antiandrogénicos  se anulan las funciones de las hormonas masculinas y esto reduce la conducta sexual del hombre. No es esterilización, ya que los efectos son reversibles, y tampoco se producen alteraciones físicas como en la castración quirúrgica, que consiste en la eliminación de testículos u ovarios.

Este proyecto sólo fue aprobado por 145 senadores, con dos abstenciones pero necesita otra votación para poder ser aprobado.

La idea surge a partir de los datos del servicio penitenciario: de los 16.413 delincuentes sexuales condenados que salieron de las cárceles tailandesas entre 2013 y 2020, 4.848 reincidieron. 

De aprobarse, Tailandia se sumaría a Polonia, Corea del Sur, Rusia y Estonia, además de algunos estados de Estados Unidos, que utilizan esta práctica.

Jaded Chouwilai, director de la Fundación Movimiento Progresista de Mujeres y Hombres, una organización no gubernamental que se ocupa de la violencia sexual exclamó al respecto: "Los condenados deben ser rehabilitados cambiando su mentalidad mientras están en prisión". Y además añadió: "Utilizar castigos como la ejecución o la castración inyectada refuerza la idea de que el delincuente ya no puede rehabilitarse".