Crisis de oficios en Rosario: "Faltan profesionales y falta profesionalismo"

En un mundo que avanza hacia la digitalización y la inteligencia artificial, una paradoja golpea a los hogares y las industrias: cada vez cuesta más encontrar un plomero, un gasista o, crucialmente, un electricista joven. Y no sólo cuesta, cuando se haya, la mayoría supera los 45 años y el recambio brilla por su ausencia, planteando un interrogante a futuro.

Así lo confirmó Germán Canosa, referente de la Asociación de Profesionales Electricistas de Rosario. “Es lo que vemos desde la asociación y lo que comentan los clientes: faltan profesionales. Y también hay problemas de profesionalismo”, aseguró en Una mañana para todos por Cadena 3 Rosario.

En esa línea, se refirió a situaciones cotidianas que dañan la confianza en el oficio: promesas de visitas que no se cumplen, poca comunicación y una informalidad que, según él, se volvió demasiado frecuente. “Cualquier inconveniente puede pasar, pero el cliente merece respeto y aviso. Se pacta un horario y hay que cumplirlo”, enfatizó.

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La charla derivó en la relación entre oficios tradicionales y tecnologías emergentes, especialmente la inteligencia artificial. Canosa aclaró que, aunque la IA ya se utiliza para eficiencia energética —como monitoreo de consumos, automatización de luces o detección de fallas—, tiene límites muy claros:

“La inteligencia artificial no te repara la instalación eléctrica. Puede ayudar a hacer la energía más eficiente, pero no va a cambiar un cable, un disyuntor o un tomacorriente”, afirmó. Sin embargo, subrayó que la herramienta es un complemento, no un reemplazante. El criterio, la experiencia y las manos que ejecutan la reparación siguen siendo insustituibles.

La formación

¿Cómo se forma un electricista? Canosa describió dos vías principales: la escuela técnica (seis años) o los institutos de formación profesional (cursos anuales serios). En ambos casos, el título es solo el primer paso. "Se recomienda que un recién egresado comience colaborando con un profesional con más experiencia antes de lanzarse por su cuenta", advirtió.

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Es justamente este horizonte de formación prolongado uno de los escollos para captar el interés de los jóvenes. "En un mundo tan dinámico y cambiante, para alguien de 20 años pensar en seis años quizás sea como pensar en 50", reflexiona uno de los conductores del programa. La inmediatez parece chocar contra la paciencia que requieren estos oficios.

Claudio Mariani, encargado del Instituto Técnico del Oficio Rivadavia, corroboró esta tendencia desde las aulas. "Se suma mucha gente, pero creo que lo que más les cuesta es a los jóvenes sumarse a esto. Sinceramente, a esta generación le cuesta muchísimo el oficio". Atribuyó parte del fenómeno al embate de lo digital: "Están muy abocados a la parte de programación, a la compu... es lo que está de moda y da trabajo".

La conversación deriva hacia una pregunta crucial: ¿esta reticencia tiene que ver con un desprestigio social de los trabajos manuales? El electricista afirmó que existe una percepción que subestima estos oficios, a pesar de que garantizan una profesión de por vida y total independencia.

Otro factor es la inestabilidad percibida del trabajo independiente. "Quizás hoy en día se ve como algo intangible si no es inmediato. Si no tenemos la acción y la reacción de manera inmediata, el esfuerzo, pero automáticamente se tiene que ver el fruto, como que no sirve", analizó.

Calidad vs. precio

Un oyente, Juan Bergamini, plomero y gasista matriculado con 45 años de experiencia, llamó para dejar un mensaje claro: "La gente, por pagar dos pesos más barato, se amaña con cualquiera". Su testimonio alerta sobre un círculo vicioso: la búsqueda del menor costo inicial deriva en trabajos mal realizados que, a la larga, generan más problemas y desconfianza en el rubro.

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Mientras la demanda de estos oficios no hace más que crecer, impulsada por el auge de la construcción y las necesidades domésticas eternas, la solución parece pasar por revalorizar el camino del aprendizaje. Como bien sintetiza Germán Canosa, se trata de "una siembra para una cosecha que le va a permitir cosechar a futuro el resto de su vida".

La crisis de los oficios en Rosario es un espejo de una encrucijada más amplia: en la carrera hacia el futuro, no podemos darnos el lujo de olvidar las manos que sostienen, construyen y reparan el mundo tangible en el que, al fin y al cabo, todos vivimos.

Y la pregunta queda abierta: ¿cómo atraer a las nuevas generaciones a trabajos que garantizan demanda sostenida, buenos ingresos y autonomía laboral, pero requieren dedicación, tiempo y compromiso?

Entrevistas de Mirta Andrín y Juan Cruz Albergoli.