El insólito detalle que permitió atrapar a los sospechosos de un suculento robo

Una derivación absurda tuvo un suculento robo que una banda de delincuentes ejecutó días atrás en un domicilio de barrio Alejandro Centeno, en el noroeste de la ciudad de Córdoba.

Todo comenzó el pasado lunes 27 de octubre, cerca del mediodía, cuando la empleada doméstica se retiró de esa vivienda, que quedó por algunos minutos sin moradores. Esto fue aprovechado por un grupo de delincuentes que “palanqueó” dos puertas y logró acceder al interior de la casa.

En minutos, los ladrones se alzaron con un importante botín: alrededor de 800 mil pesos, un televisor de 75 pulgadas, otros dos televisores, una PlayStation, computadores, además de otros objetos de valor. 

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Pero antes de retirarse, los delincuentes también se tomaron el trabajo de trepar hasta alcanzar una cámara de vigilancia digital, que descolgaron para llevársela.

Este dato hizo pensar, en un principio, que se trataba de un verdadero grupo de “profesionales” del delito, que habían buscado evitar cualquier rastreo sobre sus movimientos.

Sin embargo, luego de que el propietario descubriera lo sucedido y denunciara todo en la unidad judicial 18, comenzó a revelarse lo impensado.

Ante la presentación judicial, personal policial fue hasta el domicilio de barrio Alejandro Centeno, para ejecutar los peritajes de rigor: buscar huellas, constatar las aberturas violentadas y comenzar un rastreo por las inmediaciones en procura de dar con alguna cámara. 

Pero el trabajo de los sabuesos policiales se alivió de manera insólita.

Cuando ese mismo día estaban peritando dentro de la casa, en un momento se percataron que en el teléfono celular del propietario la cámara de vigilancia sustraída continuaba activa. 

Al revisar las imágenes que se estaban transmitiendo, en vivo y en directo, los policías no podían dar crédito a lo que miraban: la cámara de vigilancia robada acababa de ser instalada en otro lugar y ya estaba emitiendo desde esa nueva locación. 

Allí, se veía a un sujeto alzando un televisor igual al que acababan de robar en esa casa. Incluso, hasta se podía escuchar lo que hablaban entre ellos.

Ante esto, todo se precipitó. Mientras iban haciendo capturas de  las imágenes, para lograr analizarlas cuánto antes, se descubrió, al mismo tiempo, que la cámara robada había sido conectada a una red de wifi domiciliaria.

A simple vista, se observaba que se trataba de un quiosco emplazado dentro de una casa.

Se veía, con notable nitidez, el paso de varias personas y mostraba algunas de sus características. A través del sonido de la grabación, los policías pudieron escuchar cuando uno de estos sujetos le decía a otro: “no, no publiques los teles”. Los pesquisas no dudaron de que hacían alusión a los televisores que recién acababan de robar en la casa de Alejandro Centeno.

Pero hubo más: mientras los investigadores estaban viendo cada detalle de la filmación, de pronto una persona se asomó y quedó en primer plano cuando estaba manipulando la cámara. 

Un tatuaje de dos alas en ambos lados de su cuello, la dentadura prolija y los labios pronunciados, llamaron la atención de un policía, que recordó haber perseguido, en 2020, a una persona similar. 

Se trataba de Rodrigo Nahuel Sayas, un joven de 24 años, vecino de barrio Sol Naciente, donde tiene un quiosco. 

En las redes sociales, Sayas aparece con el seudónimo de “Nahuel Calderón”, identidad que utiliza en su faz como miembro de las bandas musicales The Monkey y la que lidera Tyago Griffo –hijo de Gladys, la “Bomba Tucumana”-, de las que supo formar parte.

Dos días después del robo, el miércoles 29 de octubre, con este y otros datos recabados por los investigadores, el juez de Control accedió al pedido del fiscal Juan Pablo Klinger y ordenó allanar el domicilio de Sayas. 

Allí, los policías encontraron la cámara de seguridad robada, que estaba colocada en el interior de la vivienda, además del televisor de 75 pulgadas y 800 mil pesos en efectivo, la misma suma que había sido sustraída del domicilio de barrio Alejandro Centeno.

Sayas quedó detenido, acusado de los presuntos delitos de robo y violación de domicilio.

La causa no terminó en ese instante. A partir de otros informes recolectados durante los allanamientos, en los últimos días el fiscal ordenó nuevos allanamientos en ese mismo barrio. 

Fue así que el jueves pasado fue capturado Mateo Agustín Rojas, a quien se acusa de haber integrado, presuntamente, la banda que ingresó a robar el lunes 27 de octubre.

Rojas es hermano de uno de los detenidos por integrar una violenta banda de “motochoros” con base en los barrios Sol Naciente y Autódromo. Meses atrás, esta investigación, también liderada por el fiscal Klinger, llevó a la detención de ocho acusados de haber conformado una asociación ilícita para asaltar a motociclistas en un radio demarcado de la ciudad. Una banda de “pirañas” motorizados que, en patota, encerraba a sus víctimas y las despojaban de los rodados y de todo lo de valor que llevaran encima. Un método tan brutal como aceitado.