Durante años abusó de una niña que luego se quitó la vida: condenado a perpetua

Sofía Lourdes Amaya tenía 13 años, en 2021, cuando en una clase de educación sexual integral (ESI) en el colegio comprendió que aquello que la agobiaba tenía nombre: abuso sexual.

Durante mucho tiempo, la pequeña no había logrado procesar lo que había sufrido durante tantos años. Todo había sucedido al lado de su casa, en calle San Jerónimo, entre los barrios Altamira y San Vicente, de la ciudad de Córdoba. Un matrimonio amigos de sus padres la invitaban seguido a ir a jugar allí.

Pero cuando la mujer entraba a bañarse o se iba al patio a regar las plantas, él, Daniel Ignacio Chazarreta, aprovechaba para abusar de la niña, según quedó asentado en el expediente judicial. Fueron ataques sistemáticos y periódicos, cuando Sofía tenía entre 6 y 11 años. Cinco años de sufrir un drama que callaba, recordando lo que él le decía: que todo era como en "las novelas", que no debía contarle nada a nadie; y que si acaso alguna vez lo revelaba, él se iba encargar de dañar a su hermanito más pequeño.

Sofía durante mucho tiempo no logró entender qué sucedía realmente. Hasta que en aquella clase la maestra puso un video explicativo y todo encontró un sentido definitivo: habían abusado de ella en medio de su inocencia más absoluta.

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Primero se lo contó a una amiga. Después a otra. Pero fue su familia la que comenzó a advertir en ella un radical cambio de comportamiento. Callada, ensimismada, esquivaba la mirada de todos. Hasta que una vez le descubrieron unos cortes en las muñecas. Fue a través de una tía que se animó a contar todo. 

Esa misma noche de hace cuatro años, el 9 de abril de 2021, su abuela fue a una unidad judicial y denunció. Dijo que un vecino, Chazarreta, con la excusa de ayudar a la mamá de Sofía, que tenía problemas de salud, se llevaba la niña a su casa y allí la abusaba.

La pequeña fue conducida al Polo de la Mujer. Se abrió un expediente y comenzó a deambular entre la Cámara Gesell, los peritos y empleados judiciales que le hicieron contar varias veces lo mismo.

El informe de los psiquiatras fue directo: el abuso sexual padecido deterioró progresiva y significativamente su calidad de vida (físico, psíquico, social, educativa), lo que se tradujo en actos de autoagresión, tales como infringirse cortes en su cuerpo y fue incrementando el propósito de hacer cesar el sufrimiento, al punto de acabar con su vida.

Nada alcanzó. El 11 de febrero de 2024, Sofía, de entonces 16 años, ingirió un cóctel de pastillas que resultó letal.

Ahora en el juicio contra Chazarreta, que se celebró en la Cámara 8° del Crimen, el fiscal Hugo Almirón escuchó con atención a todos los peritos y determinó que el vecino de Sofía no podía responder sólo por el abuso sexual, sino que también debía ser responsabilizado por su muerte.

"El atentado contra sí misma resultó una consecuencia directa del accionar del imputado que creó, con sus conductas abusivas, las condiciones para que Sofía se quitara la vida", apuntó el fiscal Almirón durante los alegatos.

"En consecuencia -agregó-, el suicidio fue la única salida que la víctima encontró para poner fin a su constante sufrimiento psíquico y moral, originado por el abuso sexual producido en un contexto de violencia de género por parte del imputado Chazarreta".

Ante esto, pidió que fuera condenado a prisión perpetua como autor responsable del delito de abuso sexual simple, calificado por la guarda y grave daño en la salud, seguido de muerte, en concurso ideal con promoción a la corrupción de menores de 18 años calificada por ser encargado de la guarda.

El martes último, tras deliberar durante casi dos horas, el jurado popular regresó a la sala de audiencias y, por unanimidad, declaró a Chazarreta como culpable del delito que se le endilgó.

Los jueces de la Cámara 8° del Crimen, Juan Manuel Ugarte, Marcelo Jaime y Eugenio Pérez Moreno terminaron por condenarlo a prisión perpetua.

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