Alarma global: 160 millones de niños, víctimas de la explotación laboral

A nivel mundial, 160 millones de menores de entre 5 y 17 años son víctimas de la explotación laboral, de los cuales 79 millones realizan trabajos duros y peligrosos que amenazan su salud y desarrollo, según datos de Save The Children confirmados por Unicef. 

Luigino Bruni, profesor de Economía Política en la Universidad Lumsa de Roma, destacó el legado del Papa Francisco, quien había instado repetidamente a los gobiernos a romper el silencio “cómplice” ante este fenómeno que lucra con la infancia.

Estancamiento en la lucha contra el trabajo infantil

En el marco de la Agenda 2030, la comunidad internacional se propuso erradicar el trabajo infantil para 2025. Sin embargo, Unicef reveló que no ha habido avances desde 2016. 

Conflictos, crisis económicas y la pandemia de Covid-19 han empujado a más familias a la pobreza, incrementando el trabajo infantil. En 2020, 63 millones de niñas y 97 millones de niños estaban afectados, y otros nueve millones se sumaron por la crisis sanitaria. 

Más de la mitad tienen menos de 12 años, con África y Asia como las regiones más críticas. Las niñas, además, suelen realizar tareas domésticas no registradas en las estadísticas.

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El trabajo infantil en el acuerdo UE-Mercosur

El tema también está presente en el acuerdo firmado el 6 de diciembre de 2024 entre el Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y la Unión Europea. 

La ratificación, prevista para mediados de 2025, enfrenta resistencia, especialmente de Francia y Polonia, debido a preocupaciones sobre la explotación de menores en cultivos alimentarios de terceros países, junto con el uso de pesticidas nocivos para la salud de los trabajadores.

El legado de Francisco

El Papa Francisco fue un firme defensor de los derechos de los menores explotados. En noviembre de 2021, en la Conferencia Internacional sobre la erradicación del trabajo infantil, expresó su consternación porque esta práctica persista en las economías modernas. 

En 2022, en Asís, instó a los jóvenes de The Economy of Francesco a priorizar un trabajo inclusivo para “los descartados”. También en Génova, dialogó con sindicalistas y portuarios, subrayando los principios de la doctrina social de la Iglesia, que coloca a la persona en el centro.

Para Bruni, el Papa había desenmascarado ideologías como la meritocracia, que legitiman la desigualdad, y ha revalorizado el trabajo como base de la cooperación y el bien común. 

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Francisco había condenado especialmente que niños y adolescentes sean sacados de las escuelas para trabajar en fábricas, una práctica normalizada en algunas regiones. 

“El Papa fue claro: el trabajo infantil no es solo una plaga, sino una violación del pacto social”, afirma Bruni.

Con el plazo de la Agenda 2030 acercándose, la comunidad internacional enfrenta el desafío de actuar con urgencia para proteger a los 160 millones de niños atrapados en la explotación laboral, mientras el mensaje de Francisco resuena como un llamado a la acción global.