El joven de las canilleras, de 'La Sexta' a Primera: "Producimos 15.000 pares"

En República de la Sexta, un barrio popular de Rosario, un joven de 21 años transformó una necesidad en un emprendimiento que hoy abastece a los principales clubes del país. Su nombre es Tomás Machuca, y su historia –cada vez más conocida- es el ejemplo perfecto de cómo la creatividad y la perseverancia pueden abrir caminos donde antes solo había carencias.

Lo contó en Siempre Juntos por Cadena 3 Rosario, desde el Estudio Federal Sancor Seguros frente al Monumento a la Bandera en el marco de la Fiesta de las Colectividades que se realizan allí por estos días.

Todo comenzó cuando Tomás tenía 17 años y jugaba en el club Tiro Suizo, soñando —como tantos pibes— con convertirse en futbolista profesional. En un entrenamiento, una patada le rompió las canilleras. Sin dinero para comprar otras, decidió improvisar: “Agarré un balde que estaba tirado en el patio de casa, lo corté con una sierra y lo moldeé con el secador de pelo de mi abuela”, contó entre risas.

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Aquel secador terminó quemado y su abuela se enteró del daño recién cuando Tomás empezó a ser invitado a programas de televisión. Pero el ingenio del joven no se detuvo ahí. Con un diseño hecho en Paint, papel A4 y contact transparente, creó su primer modelo artesanal. “Mis compañeros las vieron y me preguntaron dónde las había comprado. Les dije que las hacía un tío en Buenos Aires porque me daba vergüenza”, recordó.

Lo que comenzó como una improvisación se transformó en una fábrica que hoy produce más de 15.000 pares de canilleras por mes y trabaja con equipos de Primera División y de Copa Argentina. Su producto, hecho con materiales reciclados, combina sustentabilidad, personalización y calidad profesional.

El precio de cada par ronda los 29.000 pesos, una cifra accesible en comparación con las canilleras importadas que pueden costar más del doble. “Hoy las usan jugadores profesionales, pero siguen pensadas también para los pibes que empiezan en los clubes de barrio”, destacó Machuca.

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“De chico iba con mi mamá a volverla loca para que me los compre. Hoy mis canilleras se van a vender ahí”, contó emocionado.

Detrás de su historia también hay una tradición familiar de esfuerzo y creatividad. “Mi viejo una vez nos regaló un mete-golf cuando queríamos botines y nos dijo que lo alquiláramos por diez pesos los diez minutos. Con eso nos compramos todo: botines, remeras, medias. De ahí me viene el espíritu emprendedor”, admitió entre risas.

Entrevista de Alberto Lotuf.