Postales del poder y la impunidad, al margen de los partidos o la ideología

Asistimos, con el juicio por los cuadernos de las coimas en Argentina, a las escenas más explícitas de corrupción. Sentada en el banquillo de los acusados está la expresidenta Cristina Kirchner, junto a más de 60 empresarios de todo el país, algunos vinculados a empresas de la provincia de Santa Fe. Este escenario revela las postales del poder y la impunidad, al margen de los partidos o la ideología.

Lo que se advierte es que, a medida que avanza el juicio y la investigación en torno al caso Andes, se entiende la profundidad y complejidad de este caso. Una vez más, se pone de manifiesto que pasan los gobiernos, cambian los partidos y las ideologías, pero en Argentina seguimos teniendo reglas del juego que permiten que ocurran cosas turbias y escándalos de corrupción muy significativos. En cualquier país normal, con mecanismos mínimos de control respecto de la cosa pública, esto no podría pasar.

El problema va más allá de las personas; es el sistema el que fracasa. Durante campañas electorales o debates, surge la sensación de que esto tiene que ver con individuos o con ideologías. Se señala a un partido, a otro, pero lo que lamentablemente se confirma es que esto ocurre siempre, haya gobiernos militares o civiles. Esto remite a las reglas de juego. Si esto sucede en la AFA, a la vista de todos, ¿cómo no va a pasar en el gobierno? Hay impunidad, decisiones absurdas y caprichos. La lógica es: "tengo poder, entonces hago lo que quiero".

La paradoja es que hay inflación de equipos, campeonatos y torneos. La inflación de campeones devalúa el prestigio de cada copa, y lo que realmente importa es la sospecha de que el que tiene el poder tiene impunidad. Esta idea se refleja en la figura de Alfredo Yabrán, un empresario que definió una época en Argentina, vinculado a los caprichos del poder durante el menemismo.

Es importante destacar que, mientras no se modifiquen las reglas del juego, estamos ante un hecho permanente y no transitorio. Esto no tiene que ver con un político o una familia, sino con la forma en que funciona la política argentina. Llama la atención que en un gobierno con vocación de cambio, como el del presidente Milei, no haya un compromiso por la transparencia, sino todo lo contrario.

Ayer, Hugo Alconada Mon, un destacado periodista comprometido con la lucha contra la corrupción, informó que el gobierno estaría, mediante un abogado amigo del poder, tratando de convencer a los involucrados en el caso Libra, relacionado con criptomonedas, de "bajar un cambio". En un contexto en el que la comisión parlamentaria que investigó el caso marcó responsabilidades políticas de Milei y su hermana Karina, el gobierno busca una "solución". ¿Podemos llamar a esto solución? La impunidad es la respuesta lógica.

Si no hay nada que ocultar, ¿cuál es el problema en que haya una investigación? Pero si hay algo que ocultar, se prefiere un arreglo. Esto es lo que estaría ocurriendo, según la información de Alconada Mon. Por eso, más allá de los gobiernos, las personas y las ideologías, el problema persiste. No es una cuestión vinculada a una administración en particular; es algo sistémico. La Argentina no cambia si continúa la impunidad y la corrupción.

Cuidado con aquellos que hablan de miles de reformas estructurales, pero se acomodan a los mecanismos más perversos de la impunidad. Están cometiendo un gran error y serán juzgados por ello. A la corta o a la larga, lo de Chiqui Tapia y Toviggino termina mal, como terminó mal la FIFA corrupta y la AFA corrupta. Es cuestión de tiempo hasta que estas cosas se aclaren, y quienes queden pegados cargarán con eso para siempre.