El tío Scott Bessent, el progre menos pensado

Imaginá la mesa de Navidad este año: ¿Dónde sentamos al tío Scott Bessent? Sí, ese personaje nuevo que está dando que hablar y que, de alguna manera, se coló en la familia global con un perfil que rompe todos los moldes. 

Porque "el tío Scott" no es cualquier tío. Es un enigma, una cebolla con capas que no terminan de encajar con lo que uno espera. Y justo por eso, vale la pena pelarlo un poco para entender quién es este señor que, contra todo pronóstico, se convirtió en una figura clave en el mundo de Trump.

¿Por qué digo que es el progre menos pensado? Porque Scott Bessent es un rompecabezas ideológico. Su vida y su trayectoria no coinciden con el estereotipo del republicano trumpista, y mucho menos con lo que uno imaginaría de alguien en su posición. 

Para empezar, Bessent fue durante años el niño mimado de George Soros, el magnate que la derecha internacional señala como el símbolo de la globalización financiera, la agenda 2030 y el mundo “woke”. 

Bessent fue el jefe de las oficinas de Soros en Londres y estuvo detrás de operaciones legendarias, como el ataque a la libra esterlina en los 90, que le hizo ganar al fondo mil millones de dólares en horas, o la jugada contra el yen en 2013, que dejó otros 1.300 millones. Vamos, no es un improvisado en el mundo de las finanzas.

Pero la cosa no termina ahí. Su vida personal también desafía cualquier prejuicio. Scott Bessent es abiertamente gay, algo que lo convierte en el segundo funcionario de este perfil en integrar un gabinete republicano en Estados Unidos. Quiso estudiar en la Academia Naval, pero se negó a hacerlo porque no podía ser él mismo en un entorno que, en esa época, no aceptaba la homosexualidad. Así que optó por Ciencias Políticas en Yale, no por Economía, como uno podría suponer. 

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Hoy está casado con otro hombre, con quien tiene dos hijos nacidos por subrogación. Si armamos el rompecabezas, todo grita “demócrata”: un progresista, globalista, aliado de Wall Street, que incluso fue un gran donante de campañas demócratas como las de Al Gore, Obama y Hillary Clinton.

Entonces, ¿cómo termina alguien así siendo una pieza clave en la campaña de Donald Trump? Porque no solo se sumó al equipo, sino que juntó más de 50 millones de dólares para la campaña del magnate republicano. 

¿Qué pasó aquí? Bessent parece estar en las antípodas de lo que representa Trump, cuya base es Main Street, la calle del pueblo, los comercios, las industrias del cinturón de óxido estadounidense, con un discurso proteccionista y una preferencia por Rusia sobre China. 

Mientras, Wall Street, donde Bessent brilló, históricamente se alineó con los demócratas, que impulsaron la globalización y la hegemonía tecnológica de Estados Unidos, dejando la producción de bienes a países como China.

Y sin embargo, ahí está el tío Scott, desafiando expectativas. Es un tipo que no encaja en el molde, que lleva su vida personal con orgullo y su carrera financiera con audacia, pero que decidió apostar por un proyecto político que, en teoría, no le pega ni con cola. ¿Por qué? Tal vez porque entiende las corrientes geopolíticas mejor que nadie, o porque vio en Trump una oportunidad para sacudir el tablero. Sea como sea, Scott Bessent no es solo un nombre más: es un personaje que está marcando agenda, incluso en lugares tan lejanos como Argentina.

Así que, este Navidad, cuando armemos la mesa, habrá que reservarle un lugar al tío Scott. Y de paso, averiguar con quién pasa las fiestas y si ya decoró la casa. Porque, con alguien tan impredecible, nunca se sabe qué sorpresas puede traer. 

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