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Laboulaye

Las 10 claves del brutal asesinato de Joaquín

07/07/2023 | 11:00

A una semana del crimen que conmueve no sólo a Laboulaye, sino a todo el país, se continúan conociendo aspectos que generan inquietud entre los investigadores.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

1. Víctima. Joaquín Sperani Flores (14) fue asesinado el jueves 29 de junio a la siesta en una vivienda abandonada de calle Sarmiento, a la vuelta del colegio Malvinas Argentinas, en la ciudad de Laboulaye. Lo mataron golpeándolo con dos objetos contundentes: un caño de hierro cromado y un pedazo de hormigón con dos puntas de hierro.

2. Búsqueda fallida. Tras poco menos de 72 horas de búsqueda, fueron los propios vecinos los que encontraron el domingo pasado a la mañana el cadáver en esa casa que es de simple acceso y que suele ser utilizada por los alumnos de esa escuela cuando faltan a clases o cuando quieren fumar a escondidas de los adultos, entre otras cuestiones. El hallazgo en ese lugar, a metros de la "zona cero" del inicio de la búsqueda (el propio colegio) dejó al descubierto graves falencias por parte de la Policía en torno a la búsqueda

3. Confesión. Ante el hallazgo del cadáver, ese mismo domingo quedó acusado del crimen L. (14), el mejor amigo de Joaquín. El adolescente había sido la última persona que fue vista junto a Joaquín antes que desapareciera aquel jueves. Esa mañana, confesó a los policías haberlo matado.

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4. Solo. Pese a que la familia de Joaquín viene planteando dudas, la investigación que quedó en manos del juez Penal Juvenil Sebastián Moro indica que, hasta ahora, no hay indicios de que en la escena del crimen haya participado una tercera persona.

5. Sin planificación. Los peritos forenses constataron que Joaquín murió a causa de 18 golpes fortísimos aplicados entre el rostro y la parte superior del cráneo. Que el primer golpe lo dejó casi desvanecido, indefenso, por lo que no pudo hacer nada para evitar la andanada posterior. "No se lo esperaba", graficó un sabueso policial. Y agregó: "Pero no fue planificado, sino que lo atacaron con lo que encontraron a mano en esa casa abandonada. Ni siquiera intentaron ocultar el cuerpo. Lo dejaron allí, junto al caño y el pedazo de mampostería". No obstante, hay una duda que puede generar un giro en este punto: el caño de hierro cromado. La pesquisa intenta determinar si ese objeto ya estaba antes en la casa abandonada o si fue llevado allí justamente con la intención de atacar a Joaquín. De acuerdo al registro de las cámaras, desde que Joaquín y L. salieron caminando del colegio hasta que L. regresó solo, pasaron menos de 15 minutos. Todo se desencadenó muy rápido.

6. Saña. La gran cantidad de golpes sucesivos y la actitud posterior de L., que salió de esa casa abandonada y volvió a clases en el colegio, da la pauta de que se habría tratado de un ataque de furia del joven acusado. "Fue un impulso, lo golpeó sin parar durante uno o dos minutos. Y después, es como si se le activó otro chip, se dio media vuelta y se fue", amplió un investigador. 

7. Relación. Se sabe que Joaquín y L. eran muy amigos desde la escuela primaria. Joaquín había ingresado en el colegio secundario Malvinas Argentinas en primer año, mientras que L. se había sumado ahora, en tercero. En marzo, compartían banco, pero en las últimas semanas se estaban sentando en lugares más alejados. De todos modos, continuaban siendo compinches y no se advertía una mala relación entre ellos, sino todo lo contrario. Las dos familias eran bastante cercanas y compartían tiempo juntos. Tras el crimen, la mamá de Joaquín insinuó que L. pudo haber estado "enamorado" de su hijo. Para los investigadores, hay elementos para presumir que Joaquín y L. en algún momento tuvieron un vínculo afectivo que acaso trascendía la amistad, algo que todavía no está del todo claro. "Si pasaba algo más entre ellos, lo vivían ocultándose de todos, porque nadie aceptaba ni aceptan aún hoy que esto haya sido así", puntualizó un policía que hace varios días está intentando reconstruir el rompecabezas de esta historia. Hay en este punto otro dato: L. se había quedado con el celular de Joaquín. Entre ese jueves y el sábado, pintó la carcasa y le agrego las iniciales de otro compañero: no está claro si se trata de un adolescente que atacaba a Joaquín de manera sistemática con las burlas o si es el joven que pudo haberle ocasionado los supuestos celos.

8. Bullying. Cuando L. fue interrogado por segunda vez mientras aún continuaba la búsqueda de Joaquín, y se descubrió que él tenía el celular del adolescente entonces considerado como desaparecido, le dijo a los investigadores que su amigo se lo había dado voluntariamente porque quería escapar de Laboulaye. Y que para evitar ser rastreado, le había pedido que le escondiera el teléfono. Fue en esa declaración que L. instaló la hipótesis del bullying: dijo que tanto él como Joaquín eran víctimas de continuas burlas y de otros maltratos por parte de sus compañeros, por lo que su amigo había conseguido una familia "sustituta" que ese jueves a la tarde lo había ido a buscar para llevarlo lejos, "al campo". Al celular de Joaquín se lo entregó a los investigadores: le había pintado la carcasa de otro color, le agregó las iniciales de otro compañero y buena parte del contenido aparecía borrado. La familia de Joaquín afirmó que era cierto de que su hijo padecía de bullying en la escuela. Las autoridades del colegio, en tanto, no han logrado ser claras hasta ahora en torno a si conocían o no de esta situación. Hasta hoy, pocos en Laboulaye se atreven a explicar el motivo de ese bullying, al que los investigadores atribuyen a que los dos adolescentes eran introvertidos. Y, también, a la presunta relación que había entre ellos. Además, L. recibía burlas de otros compañeros porque es adoptado.

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9. La responsabilidad de la escuela. El colegio Malvinas Argentinas quedó bajo una enorme lupa social. El día que desapareció, Joaquín llegó en bicicleta, la dejó en el patio, pero en lugar de ir al curso, se fue con su amigo a la casa abandonada. Y nunca más regresó. En la escuela recién a la noche se dieron cuenta de que pese a que su bicicleta estaba allí, él figuraba como ausente. Tampoco nadie advirtió ese mismo jueves algún comportamiento inusual por parte de L., que tras matar a su amigo -según se cree- volvió al aula y completó toda la jornada escolar. 

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10. Discusión. Para la investigación, ese jueves a la tarde, Joaquín y L. fueron a la casa abandonada para poder estar solos, sin ser molestados allí. Se cree que no fue la primera vez que lo hacían, sino que era habitual para ellos. En la última imagen captado de ellos dos juntos dirigiéndose hasta allí, se los observa sonrientes, despreocupados. Todo lo contrario a estar enfrentados. Algo ocurrió allí adentro. L. habló ante los policías de una "discusión". Se sospecha que Joaquín planteó algo sobre una tercera persona, lo que motivó un ataque de celos por parte de L. "A este chico (por el victimario) se le derrumbó el mundo: Joaquín era el único sostén que tenía, su mejor amigo, la persona de más confianza. Estaba muy apegado a él porque sufría mucho por las burlas del resto. Que Joaquín le haya dicho algo sobre una tercera persona terminó por desmoronarlo, se desesperó y explotó de la peor manera", resumió un investigador en torno a qué pudo haber sucedido. Para que se entienda bien: se trata de una descripción de una hipótesis que de ninguna manera plantea una justificación de su accionar. L. es inimputable para la ley. Hoy, está alojado en Complejo Esperanza y pese a que puede recibir visitas, hasta ahora sus padres no se acercaron a verlo. Luego de unos estudios psicológicos y socioambientales, el juez deberá resolver cuando regresa a vivir con sus padres (o si va a una residencia para jóvenes que tienen que ser excluidos de sus hogares). El sistema no plantea otra alternativa para un menor de 16 años acusado por un delito.

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