Gael García Bernal ofrece una de las actuaciones del año en "Cassandro"

Por Francisco Vidal

Las películas biográficas parecen el tiro asegurado del momento, pero también es cierto que tienen un alto riesgo de caer fácilmente en sentimentalismos o en exageraciones acerca de la vida de un personaje famoso.

"Cassandro", film de Roger Ross Williams basado en parte de la vida de Saúl Armendáriz, un luchador abiertamente gay que revolucionó ese deporte mexicano, logra todo lo contrario: sensibilidad y respeto para contar una buena historia. 

Gael García Bernal ofrece su versatilidad para la historia que llegó a Amazon Prime Video con un personaje que no necesita histrionismo para demostrar sus emociones. 

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La película se centra sobre todo en el proceso en que Saúl inicia como un peleador amateur al que los fortachones clásicos vencen para convertirse en un "exótico" que se gana el corazón de las audiencias, a fuerza de convivir con el prejuicio y la discriminación.

Paralelamente sigue la historia personal de un hombre que tiene a su madre, con quien tiene una potente relación, como faro, mientras convive con la ausencia de su padre, algo que se generó por su orientación sexual. 

Una gran banda sonora que tiene boleros y baladas mexicanas se amalgama con una fotografía nostálgica que aporta al tono sereno pero no por eso cansador del largometraje.

La participación de Bad Bunny, que vuelve a estar en una película tras Tren Bala, puede funcionar como un simple llamador de audiencias, pero está justificado: convence como el hijo del mánager de Cassandro. 

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Ross Williams viene del terreno documental -ganó el Oscar por el corto Music by Prudence- y se nota en la pantalla gracias a las tensiones entre los protagonistas, los escenarios de lucha y el seguimiento a García Bernal.

También esta semejanza puede tener que ver con la participación de figuras reales de la lucha libre, como El hijo del Santo, enmascarado plateado que triunfó en la disciplina tras la leyenda de su padre. 

"Cassandro" no necesita golpes bajos ni hacer sufrir a su protagonista a fondo, por más que haya tenido una vida difícil, sino que observa el crecimiento de una personalidad que desafía lo establecido.