Alejandro Dolina en un imperdible mano a mano con Cadena 3 Rosario.
Dolina junto a Serrat,Caloi y Fontanarrosa, momentos que "extraña".

Entrevista

Alejandro Dolina: "No haría ninguna despedida, no quiero retirarme"

06/11/2022 | 13:01 | En el marco de su visita a la ciudad con una nueva función de "La Venganza Será Terrible" habló de todo con Cadena 3 Rosario: radio, literatura, televisión, la despedida de Serrat y más.

Redacción Cadena 3 Rosario

Lucas Correa

Los ejercicios del pensamiento a los que invita Alejandro Dolina en cualquiera de sus facetas son siempre necesarios. En cada media noche desde hace más de treinta años en "La Venganza Será Terrible", en su casi decena de libros con centenares de textos, en las intervenciones televisivas que ha tenido y en las numerosas entrevistas que ha realizado.

Con lucidez y experiencia, Dolina hace un repaso de su camino y se anima a mirar para adelante, autocrítico y atento, mejor parado que en su juventud pero sensible como siempre.

¿Cómo explicás que dos y hasta tres generaciones te vayan a ver a vos y a tu programa?

Se puede explicar de distintas maneras. Una de ellas, la más alocada sería que el programa después de todo fuera bueno. Que tuviera una oferta artística interesante. Ese sería una contestación que yo desearía. La otra es que a veces se producen gigantescos malos entendidos.

¿Más de 30 años de malos entendidos? ¿Tanto puede durar un mal entendido?

Y sí. Parece la historia del país. (risas)

Y la tercera cosa que podría pasar es que no fuera cierto esto que tomamos como premisa.

Pero cuando vas al teatro, ¿acaso no encontrás que hay varias generaciones?

Sí, es verdad. Pero a lo mejor tomamos por general una muestra chica. Es cierto que el teatro se llena pero qué se yo. Por ahí, hemos perdido centenares de miles de oyentes que se han ido a otra parte. Pero hay un poco de todo. Un poco de exageración en nuestra evaluación del éxito del programa, otro poco, el programa es bastante bueno y otro poco, a veces se producen pertinacias en las costumbres que cuestan dejar.

Está por cumplir un año tu última creación literaria, Notas al pie, ¿qué balance tenés de este casi primer año, ya sea por feedback, lecturas o críticas?

Es como si no lo hubiera escrito. He recibido algunas buenas críticas al principio y nada más.

¿Te interesan las críticas?

Sí, por supuesto que me interesan. A veces las comparto, a veces no. Me interesan pero no las tengo.

¿No las tenés porque los críticos están en otra cosa, porque no se lee tanto?

No lo sé. Ni si quiera sé quiénes son los críticos. Es muy raro que alguien haga una crítica profesional de los libros que yo escribo.

¿De los tuyos o en general? ¿Ves críticas de libros?

No, no veo críticas. Casi de ningún libro. Puede ser que tampoco me levante a la mañana buscando críticas de libros. Pero, en realidad, amén de los muchos ejemplares que se han vendido y se siguen vendiendo nadie tiene mucho. Yo calculo, incluso, que muchos de los que han conversado conmigo acerca de ese libro, no lo leyeron. Y no es que lo calcule por malevolencia, sino que lo calculo porque me doy cuenta por las cosas que dicen del libro. Digo: este no lo leyó. Y está bien. Yo tampoco leo muchos libros de otros señores que andan por ahí.

Aprovechando que justo te está entrevistando uno que sí lo leyó. ¿Es el libro que sutilmente, y no sé si consciente o inconscientemente más habla de vos?

Sí, es así.

¿Más que Cartas Marcadas?

Más que Cartas Marcadas que es un libro que a mí me gusta igual que éste. Algunos me dicen que éste (Notas al Pie) es más audaz. A mi Cartas Marcadas me gusta mucho. Pero es cierto que me es más ajeno. En Notas al Pie hay mucho de la locura que informa mi tremenda o mi poca recomendable personalidad. (risas). O sea, hay momentos donde el protagonista, Morozov, es criticado por las dificultades que tiene para escribir, que lo hace por fragmentos.

Vos has dicho que te cuesta un poco el método. A propósito de ello, ¿seguís dictando?

Sí, sigo dictando y sigo también haciendo mapas, especialmente en las novelas, en los libros de cuento obviamente no. Pero en las novelas sigo haciendo croquis y especies de sinopsis con flechas y usando cuadernos y escribiendo a mano la parte del planeamiento.

¿Para adelante hay algo planeado? Yo sé que es insoportable que no tenga un año el libro que acabás de presentar y que te llevó bastante hacerlo y ya te pregunten por el próximo.

Ya debería tener algo, sí. En estos días estoy pensando en la posibilidad y me parece que va a ser, contrariamente a lo que pensé al principio, otro libro de ficción. Yo pensaba hacer un libro de ensayos pero no me parece. Me han propuesto también algo que afortunadamente pude rechazar. O tuve la lucidez de rechazar que es un libro de entrevistas.

¿A ver, qué sería?

Claro. Viene un tipo y me hace muchas entrevistas. Y cuando tiene suficientes publica un libro.

¿Sería como una biografía autorizada por vos?

No. Me hace entrevistas como la que me podría hacer una revista. Pero más larga, de una extensión tal que justifique un libro. Me di cuenta que eso es una porquería. Eso no es pensamiento, no es nada. Contestar preguntas. Alguna contestaré bien pero un libro es otra cosa y el pensamiento propio es otra cosa. No una colección de opiniones más o menos extensa.

A los primeros libros sé que los mirás un poco de reojo con el tiempo. ¿Volverías a los cuentos o no salís de la novela?

Estoy bastante cómodo con esta forma de novela, no decimonónica, una novela distinta, más abarcativa que con los libros de cuento. El Ángel Gris o el Fantasma me parece que tienen una entonación graciosa que no me sale y que no me la creería ni yo porque me veo muy juvenil en esos libros. Veo que es un libro escrito por un tipo muy joven y yo no soy ese tipo.

La obra en sí ¿crees que no envejeció bien?

Creo que envejeció bien. No es que piense que estaba mal y que después aprendí cosas y pude hacer libros mejores. Están bien. Pero con los años fui adquiriendo una tristeza y unas vivencias y unos ángulos para ver las cosas que se tradujeron también en una forma angulada de escribir. Yo escribo distinto pero no porque me lo proponga o haya hecho cursos en un taller para escribir con palabas más lindas. No. Es una ingeniería distinta la que utilizo ahora y entonces no podría volver a escribir de esa manera. Lo que no quiere decir que me parezcan que están más o menos bien. Como también opino que están más o menos bien los libros que escribo ahora. Si fuera esta una entrevista más graciosa diría que son muy malos pero ahora que estamos hablando en serio diría que están bastante bien. Después ya para más, no me da. (risas)

Y este Dolina ¿extraña al Dolina más juvenil, divertido, que tenía esa mirada?

No. Era un tipo divertido pero también era posiblemente una persona más malvada que hoy. Lo digo en serio. Esa malevolencia que suele tener la juventud: que no nos importa nada, vivimos para nosotros mismos, una cosa muy hedonista. He tenido una vida maravillosa, muy hermosa, pero cuando era joven era todavía un tipo menos recomendable que hoy.

¿Eso cambió con la llegada de tus hijos o se fue dando paulatinamente?

Sí, claro. La llegada de mis hijos ha sido un asunto y la llegada de lo que podríamos llamar la notoriedad en mi vida también ha sido otra cosa.

Al revés, ¿te acomodó los patitos?

Y sí, claro. Porque suele suceder al revés. Las personas cuando quizás no tienen tanta notoriedad van perfil bajo y cuando les llega la fama, nivel de conocimiento, salen a recorrer el país, llenan los teatros, la gente les pide fotos y ahí meten la pata. A mí me ha ido al revés, tal vez porque no me llegó tan pronto. Yo no he sido muy conocido a los veinte años. Pero sí después y ya con una cierta madurez. Tomé la notoriedad como una responsabilidad, no como un permiso que la fama me daba para incurrir en toda clase de excesos y pioladas. No me siento cómodo en el papel de ídolo sin moral el cual está fuera de catálogo. Eso que decís de la gente que llena un teatro y que después viene y yo le firmo cosas no es algo que solamente me halague la vanidad. Calculo que sí lo hará, pero también como todo cariño, como todo amor, como todo afecto, es también una responsabilidad. Si me dan esto hay cosas que no podré hacer, hay algo que les debo a estos tipos que están aquí en el teatro. Por lo menos les debo la obligación de hacer una cosa digna, tan bien como pueda las cosas artísticas.

¿Creés que pasa eso hoy en el mundo artístico?

No lo sé. No estoy muy cerca del mundo artístico mediático, digamos. De esta actualidad. En general, cuando me nombran una banda que llena River diez veces, resulta que antes no la escuché nombrar. Quiere decir que estoy falto de información al respecto lo mismo que estoy falto de información acerca de quiénes son los críticos literarios, dónde se anotan los tipos que sacan premios, todas cosas que no sé.

Este fin de semana, junto con tu presencia, está la despedida de los escenarios de Joan Manuel Serrat, amigo tuyo. Tengo una foto y estás vos, Serrat, Fontanarrosa – le pusieron a la esquina del Bar El Cairo Serrat Fontanarrosa- y está Caloi. ¿Qué sentís por esta despedida y cómo te pega?

Mal. Cualquier despedida me pega mal evidentemente. Y más cuando se trata de la despedida de un coetáneo porque se trata de pensar si no ha llegado el momento de despedirse uno. Yo no tengo pensado hacerlo porque yo gano algún dinero por lo que gustosamente haría gratis. Lo que otros llaman trabajo para mi es una forma de felicidad. Lo que tengo de tratar a lo mejor es de seguir manteniendo esa pauta y seguir logrando que lo que hago me haga feliz porque si no, a lo mejor me da por retirarme.

A mí no me gusta que Serrat se retire porque yo quiero que siga cantando, que siga haciendo sus canciones y componiendo. Quiero verlo activo. Me cuesta más meterme en la cabeza. Me pasaba el otro día cuando recordaba que estuve en un acto que se hizo para la despedida de Núñez Cortés cuando se retiró de Les Luthiers. Yo no me iría nunca de ahí. Más cuando las despedidas son sacralizadas mediante actos y acciones artísticas. Me da una sensación de tristeza, en principio. Después claro, lo saludaré y cumpliré con todos esos protocolos pero no me gusta que se despida nadie.

Con respeto: ¿no sería egoísta de tu parte para los que te seguimos no tener una posibilidad consciente de saber que uno puede ir a saludar, a despedirse, ovacionar, estar cerca?

No entiendo la pregunta.

Vos decís no haría esa despedida o anunciar que me retiro…(interrumpe)

¡No haría ninguna despedida! No anunciaría que me retiro pero no porque le tengo fobia a los actos y a los protocolos ¡no me retiraría porque no quiero retirarme! Lo mismo me pasa con Serrat. No es que me moleste que el tipo haga un acto de despedida. Me molesta que se despida, que no siga trabajando. ¡Lo quiero siempre! ¡Lo quiero eterno! Ése es el dolor. ¿Qué pasa? ¿Llega uno a cierta edad y lo jubilan? ¿O se jubila? De manera que no, yo no tengo ningún problema con las sacralizaciones, pero no quiero que la gente que trabaja bien deje de hacerlo.

¿Sos un tipo de extrañar?

Sí, claro. No hago otra cosa.

En pandemia Tute hizo un ciclo de entrevistas entre las que te preguntó qué extrañabas. Dijiste a tu papá por don Dolina y a su papá, por Caloi. ¿Hay muchos anotados en esa lista?

Sí, claro. Imaginate. Las cosas que extraña uno a cualquier edad son la que ha perdido. Si no, no tendría sentido extrañar aunque es una cosa también filosófica y artísticamente interesante, el extrañar las cosas que uno posee. De todas maneras, lo perdido es todo un asunto en la vida de una persona sensible.

¿Hay muchas personas o lugares o cosas?

Son personas, vamos. Y cuando son lugares uno los extraña por las personas que iban a esos lugares. No tiene mucho sentido enamorarse de un edificio.

Mirando para adelante, qué te queda por hacer. Porque laburaste con todos. Hiciste de todo. ¿Por dónde anda el deseo de Alejandro Dolina?

Yo creo que algunas cosas no las hice tan bien. Y otras no las hice en absoluto. Me estoy refiriendo a las cosas que quiero y puedo hacer. Y una es el cine. A mí me gusta mucho el cine, me gusta mucho escribir para el cine, me gusta incluso actuar o colaborar en la dirección o integrar un proyecto cinematográfico. Siempre me fascinó y no tuve ocasión de hacerlo bien. Las veces que participé en proyectos fueron bastante lamentables desde el punto de vista artístico tanto en lo general como en lo que tiene que ver conmigo. De manera que lo hice mal o no lo hice. Lo que no hice, por ejemplo, fue tener la suerte de que alguien se fijara en los modestos libros que yo escribo para ver si servían para una película. Evidentemente no.

¿Cómo es tu vínculo con la televisión?

Malo. No es bueno. Yo he hecho una sola cosa que estaba bastante bien que fue Recordando el show de Alejandro Molina, pero todas las otras cosas no estaban bien.

¿La barra de Dolina no estuvo bien?

No. Podemos decir que tenía aciertos parciales si queremos ser buenos.

Pero suficientes para que hoy en Youtube haya recortes que tienen un montón de reproducciones.

Claro, eso son los aciertos parciales. (risas)

¿Las cosas que duraron en el tiempo en televisión fueron mucho más interesante como para durar lo que duraron o anduvieron por cumplir las reglas del sistema, que funcionaron mejor?

No lo sé. Uno tiene la costumbre de atribuir los fracasos al sistema y los éxitos a uno mismo.

Es más barato…

Claro. (risas). Cuando el programa anda bien es porque anduve fenómeno dicen los tipos. Y cuando anda mal es porque la televisión y el sistema, las empresas. Es muy cómodo.

Entonces algo de cine, algo de audiovisual, la ficción que se viene. ¿Tenés alguna punta o todavía nada?

Muy poco. Tengo quizás algunas cosas mal terminadas. Quiero decir, trabajos que he dejado por la mitad. A lo mejor podría empezar por ahí. A ver si puedo verlos y ver qué les falta. A mí me pasa mucho eso, bastante seguido, de buscar relatos. A veces me pasa con el teatro, con cosas teatrales. Las retomo años después y se convierten en algo más o menos bueno. Hay un tango que escribí, a los tangos que escribí tampoco les dan mucha bola, que no está mal. Lo escribí por primera vez cuando tenía veinte años y llegué hasta la mitad y no sabía cómo seguir. Y pasaron un montón de años y una tarde se me ocurrió otra cosa y dije estaba bien esto, eh. Pero le faltaba solamente un detalle, así que a lo mejor empiezo a ver cosas que dejé de lado por inviables a ver si encuentro la forma de hacerlas potables para alguien.

Sin dudas, continuará…

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