Hablar con los ojos: la tecnología que devuelve la voz y transforma vidas

La semana pasada la Ciudad de Córdoba fue sede de la segunda Jornada Internacional de Comunicación Aumentativa y Alternativa, un espacio de encuentro, aprendizaje y emoción. Allí, la tecnología y la empatía se dieron la mano para abrir nuevos caminos hacia la inclusión.

Elizabeth Aimar, abogada, defensora de los derechos de las personas con discapacidad, fue una de las protagonistas de la jornada. Madre de Juan, un joven de 28 años con parálisis cerebral, Aimar habló de lo que significa poder comunicarse gracias a los sistemas de seguimiento ocular: “Es un antes y un después. A través del iris, las personas pueden manejar una pantalla y expresar lo que sienten o necesitan. Es revolucionario, porque la comunicación es un derecho”.

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Estos dispositivos, explicó, están contemplados en la legislación argentina —amparados por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y la Ley 24.901—, aunque aún cuesta que las obras sociales los reconozcan y financien. “No alcanza con tener el dispositivo —advierte—. Se necesita capacitación, entrenamiento y acompañamiento familiar. Es un proceso que transforma, no solo a la persona con discapacidad, sino a todo su entorno”. En su relato, hay emoción, orgullo y alivio: “Cuando mi hijo me dijo por primera vez ‘te quiero’, entendí que todo el esfuerzo valía la pena. Durante años no supe si tenía frío, hambre o si quería quedarse en casa. Ahora puede decirlo. Puede decidir”.

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Entre los asistentes también estuvo Iván Davidovich, comunicador, activista y referente de Comunicar Argentina, un colectivo que promueve la comunicación como un derecho y una herramienta de participación social. Iván se comunica con la mirada, a través de un dispositivo que convierte los movimientos de sus ojos en palabras. “La CAA, significa comunicación aumentativa y alternativa. Es una estrategia que ayuda a las personas a comunicarse cuando hablar no alcanza o no es posible. La diferencia es que para muchos, como yo, esa forma no es una emergencia: es nuestra manera de hablar todos los días”, explica.

Davidovich resume el espíritu de estas jornadas con una idea potente: “La CAA no reemplaza la voz, la devuelve”. Con humor y compromiso, busca romper prejuicios. Lo demostró en la serie División Palermo, donde participó mostrando su forma real de comunicarse. “El humor me salvó. Me permitió transformar lo difícil en conexión y mostrar que la discapacidad también tiene voz, ironía y presencia”, confesó.

Junto a su colega Fabiola Vega, Iván impulsa capacitaciones y asesorías para familias, profesionales e instituciones de distintos países. Además, lidera un proyecto de ley nacional para que la comunicación aumentativa sea reconocida como un derecho garantizado. “Soñamos con que los hospitales, las escuelas y los espacios públicos cuenten con sistemas accesibles, para que comunicarse no dependa de la suerte, sino de la igualdad de oportunidades”, resume.

Tanto Elizabeth como Iván coinciden en algo esencial: comunicarse es mucho más que hablar. Es poder decidir, expresar, compartir. Es existir en relación con los demás. Y es, sobre todo, un acto de dignidad. “Sueño con que algún día no tengamos que explicar qué es la CAA, porque ya sea parte de la vida de todos”, dice Iván.

En un mundo que avanza con la inteligencia artificial y la tecnología, historias como las de ellos nos recuerdan que el verdadero progreso no se mide en dispositivos, sino en miradas que, por fin, pueden decirlo todo.