Exilio dorado

Maravillas de este siglo

Exilio dorado

23/10/2020 | 08:22 |   

María Rosa Beltramo

Ricardo Darín no está gestionando la obtención de la ciudadanía uruguaya ni planea radicarse en Punta del Este. Su vocera de prensa tuvo que salir a aclararlo cuando algunos medios arriesgaron que el actor más prestigioso de estos pagos había decidido cruzar el charco para sumarse a los miles de connacionales que decidieron cambiar de orilla hartos del Gobierno, enojados por la presión impositiva, atemorizados por la pandemia, indignados por la inseguridad o conquistados por la promesa del verano esteño.

La cuarentena precipitó los deseos de partir de un número importante de exponentes de la clase media y alta. Aunque los medios sólo se ocupan de una media docena de personas con más popularidad que dinero, día de por medio se alarga la nómina de argentinos que tienen lo suficiente como para tentarse con la promesa de una menor presión fiscal.

Por obra de la casualidad o porque la realidad tiene muchas caras, cuando buena parte del país se entretenía con el éxodo hacia la Banda Oriental, el gobernador salteño pedía auxilio para impedir la invasión de los vecinos bolivianos que se arriesgaban a vadear el Bermejo para buscar de este lado la atención médica que les costaba conseguir en su propio país.

Pero volviendo al paraíso uruguayo, el presidente Luis Lacalle Pou decidió facilitar la elección de los todavía indecisos. Redujo de 1,7 millones de dólares a 380 mil el valor de la propiedad que una persona debe comprar para obtener la residencia y bajó la inversión para empresarios de 5,5 millones a 1,7 millones. Y además facilitó los trámites y ahora los extranjeros ya no tienen que pasar seis meses de cada año en el país para obtener la residencia. Alcanza con 60 días.

Son algo menos de 60 mil los argentinos residentes en Uruguay, cifra que tendrá un crecimiento espectacular si, como se estima de acuerdo a las tramitaciones vigentes, dejan el país los 20 mil que decidieron buscar nuevos horizontes.

Este exilio no tiene la desesperación por conservar la vida que orientó a los que se marcharon en los 70 y 80 ni está motivado por la crisis de desempleo de los comienzos de esta centuria. Por una vez no es la amenaza de peligro inminente ni la falta de recursos de supervivencia la que expulsa a un grupo de argentinos. Los que se marchan se declaran hartos del modo de vida nacional y están dispuestos a vivir en suelo ajeno pero con mayor comodidad.

Se supo esta semana que de 94 residencias de lujo en las torres Le Parc de Punta del Este, 91 fueron adquiridas por inversores argentinos. Se trata de residencias de 195 m2 con 3 dormitorios en suite y 242 m2 con 4 dormitorios en suite con precios que parten desde los 3.300 dólares el m2.

A partir de junio se han triplicado las consultas de argentinos sobre campos, casas y departamentos. Referentes inmobiliarios orientales aseguran que su país brinda seguridad jurídica y trato igualitario para los extranjeros. La prensa argentina sigue usando a Susana Giménez para hablar de las celebridades que dividen su tiempo entre los dos países. Darín ya nos tranquilizó al avisarnos que sólo fue a descansar 20 días y pronto estará de regreso. Los otros siguen haciendo cálculos y, según parece, convencidos de que en otro país, parecido, pero distinto, podrán vivir mejor.

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