Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York.

Maravillas de este siglo

Bromistas y juguetones

02/03/2021 | 08:42 |  

María Rosa Beltramo

La fiscal general del estado de Nueva York le acaba de pedir al gobernador Andrew Cuomo autorización para iniciar formalmente una investigación que lo tiene a él como acusado de dos casos de inconducta sexual. 

En funciones desde hace una década, ha sorteado con éxito comicios complicados y logró mantenerse firme en su puesto cuando Donald Trump le hizo morder a los demócratas el polvo de la derrota, pero desde hace un par de meses intenta esquivar denuncias de acoso que en los tiempos que corren pueden ser más letales que el mejor de sus probables rivales.

Aunque no hay mucho que se pueda hacer si las demandantes consiguen buenos testigos o reúnen la evidencia imprescindible para que el tema pase a mayores, el ejército de asesores que le está dando letra le ha sugerido una estrategia como la que usó Joe Biden cuando lo criticaron por toquetón.

Según Cuomo, él es “bromista y juguetón” y es posible que algunas de sus expresiones o gestos hayan sido malinterpretados por mujeres que no conocían sus costumbres. Las denunciantes son Lindsey Boylan y Charlotte Bennett. La primera es una ex funcionaria de Desarrollo Económico que dice haber sufrido distintas acometidas del gobernador que hasta llegó a besarla por la fuerza. La otra trabajó como asistente y asesora en temas de salud y afirma que se hartó de escuchar preguntas incómodas e insinuaciones sexuales.

“Las acusaciones de acoso sexual siempre deben tomarse en serio”, sostuvo la fiscal Letitia James que en las últimas horas recibió el respaldo expreso del presidente Biden, cuyo portavoz informó que apoya una investigación independiente. El actual mandatario pasó por una situación similar en mitad de la campaña que lo depositó en la Casa Blanca, pero consiguió zafar presentándose como un representante de otra época cuando ciertas aproximaciones no recibían las actuales objeciones.

El gobernador neoyorquino es una figura indiscutida de las filas demócratas, emparentado nada menos que con Robert Kennedy, con cuya hija menor, Kerry, estuvo casado durante 15 años y tuvieron 3 hijas. Hasta que se hicieron públicas las imputaciones de sus ex colaboradoras, Cuomo disfrutaba de una suerte de romance con los habitantes del estado que gobierna por su rol destacado durante la pandemia.

Frente al discurso errático y contradictorio del entonces presidente Donald Trump, la palabra mesurada y la decisión de ponerse al frente de los equipos sanitarios le significaron un aumento importante en los niveles de popularidad y despertaron el interés de algunos medios por su estado civil. El New York Post se encargó de recordar que Andrew estaba separado de su última pareja, la chef Sandra Lee y que había miles de mujeres flechadas por su apostura, su infinita capacidad de trabajo y sus atinados consejos.

Las denuncias que ocupan por estas horas las portadas de los medios más prestigiosos hacen tambalear una estructura monolítica. Nadie sabe el final de un proceso que recién empieza, pero no hay que olvidarse que el ciudadano norteamericano promedio castigó más fuerte las mentiras de Clinton sobre su relación con Mónica Lewinsky que la de George Bush sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak.

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