“A 20 entendí que fui abusada”: relato de una sobreviviente. Foto: Alejandro Guyot

Historias reales

“A 20 años entendí que fui abusada”, dijo una sobreviviente

25/03/2022 | 06:30 | Sol Fantin descubrió recién con casi 37 años lo que su cuerpo quería decirle: quien fue su guía espiritual durante la adolescencia había abusado sexual y emocionalmente de ella. Ahora cuenta su historia en su libro "Si no fueras tan niña".

Sol tenía catorce años cuando notó por primera vez las atenciones especiales que le destinaba Marcos, de treinta y pico, su guía espiritual en la fundación religiosa new age de la que su familia formaba parte. 

Recién en 2019, con casi 37 años, logró descifrar lo que su cuerpo quería decirle: quien fue su guía espiritual durante la adolescencia había abusado sexual y emocionalmente de ella. Ahora cuenta su historia en su libro "Si no fueras tan niña", con la esperanza de que su relato cambie algo. 

Todo comenzó con una noticia de Página 12, en la que una ex alumna del Colegio Nacional contaba que había sido abusada sexualmente por un coordinador en un viaje de estudios a Tilcara. 

“La cuestión es que, cuando empiezo a pensar, entro en una especie de tristeza profunda no habitual en mí. Volvía de trabajar y me tenía que acostar, no me podía levantar. No entendía, no podía hablar”, contó Sol Fantin, que ahora tiene 39 años a Infobae

“Hasta que con la ayuda de mis seres queridos, sobre todo de mis amigas, me empiezo a dar cuenta de que había algunas cosas que me habían sucedido en la adolescencia que no le había contado jamás a nadie”.

Corrían los años noventa. La pequeña Sol se refugiaba cada vez con mayor fervor en la Fundación, “con características de secta religiosa o espiritual”, según explica.

A muchos les había contado que había tenido “una relación tortuosa” con ese hombre, una especie de novio - “entre muchas comillas”- que le había mentido y maltratado durante siete años de su adolescencia. 

“Lo que yo nunca había contado era que el vínculo había empezado mucho antes: yo había visto a esta persona por primera vez cuando tenía 13 años. Era, para nosotros, una poderosísima autoridad espiritual. De hecho yo había participado de retiros en los que él era el único director designado para darnos enseñanzas espirituales. Este hombre había entrado en contacto conmigo a los 14; a los 15, me pasa a buscar por el colegio, me alcoholiza, me droga y abusa sexualmente de mí mientras me dice las mentiras que tengo que contar en mi casa”, relató.

La primera vez que Sol pudo contarle esto a sus amigas, se le caían las lágrimas. “Entré en un estado de mucho asombro. Pensaba ‘¿cómo puede ser que, 20 años después, alguien como yo, a quien no le han faltado las palabras, acabe de entender que fui violada por este hombre reiteradas veces?’”, se preguntó.

Todo comenzó a raíz de la pandemia, en marzo de 2020. Con el silencio obligado de la primera cuarentena, Sol abrió un archivo de word y escribió durante tres horas. Así nació “Si no fueras tan niña” (Paidós), el libro en el que entretejió sus recuerdos, de la forma más teórica que pudo, para unir sus memorias con el concepto de “abuso sexual agravado con acceso carnal” tipificado en el Código Penal. 

Su familia había llegado a la Fundación a mediados de los ''80, después de los horrores de la última dictadura, cuando ella tenía tres años. 

Todo comenzó como una organización donde practicaban yoga y meditación. Luego, les pidieron que cursaran unas clases de filosofía oriental, que participaran de charlas, conferencias, de prácticas de meditación, etc.

“Tomaban las partes más dolidas de las personas para someterlas, porque el discurso era, por ejemplo, que ‘todo lo malo que pasa, pasa por algo’, que ‘Dios siempre tiene un objetivo’. Dios podía ser “la energía, el bien, el ser: esa era la forma de cooptar a personas que venían desengañadas de las religiones oficiales”.

“De a poco ibas quedando aislado del mundo, porque salías del trabajo o de la escuela e ibas, no había tiempo para amigos ni para familia”, describió Sol.

Marcos, el guía espiritual de la organización, empezó a aparecerse sin aviso en la puerta de la escuela a la que iba Sol, algo que a ella “con la horrorosa antieducación sentimental con que se alecciona a las niñas, y en mi caso, también espiritual”, según escribió, "la hacía sentir especial": la elegida.

“Si Sol no fuera tan niña….” es uno de los poemas que escribió el abusador. Ahora, ella entiende que él sabía que por su edad y por el rol de poder que ocupaba, no debía hacer lo que luego hizo.

Sin embargo, en aquel contexto la interpretación era otra: "Yo no era una mujer pero que él igual me aceptaba y me amaba, ese era su sacrificio, y por lo tanto el mío era dejarme hacer esto, para recibir el amor de este hombre, el amor del maestro”.

“La verdad es que fue anulando mi voluntad con prácticas que se homologan a la tortura", contó. 

Recién a los 21 años Sol empezó a salir de esa relación, cuando una persona le contó que ese maestro en el que confiaba ciegamente le mentía en la cara. “Algo se rompió ahí, por suerte, porque era como un Dios para mí, soportaba cualquier cosa”. 

La manipulación había sido tan profunda que a Sol le llevó varios años más poder salir de ese lugar para no volver: “Me había costado muchísimo sobrevivir, había pasado momentos de muchísimo riesgo, había salido con una anorexia galopante, el asco hacia mi propio cuerpo había llegado a ser insoportable. Había salido en un estado de aislamiento muy preocupante”, relata.

En el libro encuentra una forma de mostrar ese aislamiento, porque cuenta cómo una chica egresada del Nacional de Buenos Aires y con el CBC recién terminado atravesó diciembre de 2001 en plena Buenos Aires sin enterarse de lo que estaba pasando.

Leer la ley le permitió a Sol entender que no sólo jamás habían estado en igualdad de condiciones. “Hay gente que piensa ‘pero estaban juntos, se amaban’. Bueno, la ley no dice en ningún lugar la palabra amor. No dice ‘si usted ama a la adolescente que va a violar, violela tranquilo’. Lo que sí dice es que el hecho de ganarse el amor de la víctima aprovechando los vínculos de confianza es incluso un agravante”.

Escribir su historia para alumbrar a otros también le permitieron ir reparando la herida: “Cuando me di cuenta de que lo peor ya me había pasado, que pude volver a pensarlo y hacer algo con eso, mi vida se volvió mucho más feliz, liviana”, se despide. 

“Hacer algo con eso”, es lo que espera del libro: que sea, para alguna persona, el hilo del que poder tirar para desenterrar los huesos de su historia. 

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