Subsidiar al que se niega a trabajar no estaría funcionando

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Subsidiar al que se niega a trabajar no estaría funcionando

11/02/2022 | 11:18 |  

Adrián Simioni

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Subsidiar al que se niega a trabajar no estaría funcionando

Llega la cosecha de algunos cultivos y vuelve un clásico: la falta de mano de obra estacional. Hoy nos advierte Luis Guerrero, oyente de la Cadena 3 en Catamarca, que allí se está por perder un tercio de la cosecha de aceitunas porque faltan cosecheros.

Federico Alonso, de la cámara olivícola, le dijo al diario El Ancasti que podrían perderse 2 millones de kilos de la aceituna más valiosa, la de mesa, que quedará en el mejor de los casos para uso industrial. En La Rioja sería mayor la pérdida porque la producción es mayor. Nuestra colega Gabi Origlia publica hoy en La Nación que en La Rioja se necesitan más de 10 mil cosecheros y sólo hay 5 mil.

Es muy curioso lo que pasa. Hasta el año pasado, la explicación para esta falta de mano de obra era que quienes solían trabajar habían dejado de hacerlo porque cuando la empresa los declaraba, perdían planes sociales como el Potenciar Trabajo o la Tarjeta Alimentar.

Pero resulta que ya el año pasado el Gobierno sacó un decreto que está vigente y esos subsidios ya no se caen. Es decir: se puede cobrar el jornal, y seguir cobrando todos los planes. Pero la mano de obra sigue sin aparecer.

¿Qué es lo que pasa entonces? Hay quienes dicen que sencillamente se paga muy poco. Pero esto es relativo. Una agrónoma de La Rioja, explicaba hace unos días que un cosechero no del todo experimentado puede sacar unos 4.000 pesos al día. A cinco días por semana, en un mes se pueden hacer unos 80 mil pesos. Es más del triple que los 25 mil pesos que suman un plan Potenciar Trabajo y una Tarjeta Alimentar para una familia con dos hijos. Si los 25 mil son tan valiosos que antes no se trabajaba para no perderlos, ¿cómo es que 80 mil pesos no valen nada?

La misma agrónoma decía, además, que en la empresa en que ella se desempeña se necesitarían hasta 300 cosecheros, pero que sólo hay 100. Y la mitad de esos 100 vienen de afuera, muchos de países limítrofes, pese a que la tremenda devaluación del peso los desalienta. O sea: hay gente que sí está dispuesta a trabajar por esa plata.

Lo cierto es que seguimos sin encontrarle la vuelta al monstruo asistencialista que hemos creado y que nadie sabe cómo desarmar. Es un sistema perverso que subsidia no el empleo sino, al revés, subsidia el no-trabajo. Por eso no puede sorprender a nadie que haya cada vez más gente que no trabaja. Ni siquiera si el Estado les asegura que no perderán ningún subsidio si colaboran en una cosecha un par de semanas para hacerse un extra. Tal vez haya que hacer al revés: en lugar de que pierda el plan quien trabaja, como pasaba antes, tal vez debería comenzar a perderlo quien recibe una oferta de empleo y se niega a trabajar.

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