La quinta pata del gato
24/12/2025 | 11:33
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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Los regalitos que dejó el Niño Dios en el arbolito de Milei
Papá Noel reparte regalos a destajo en todo el mundo. Pero, como suele ocurrir, por las casas de los presidentes, pasa antes. Y este año, si uno mira debajo del arbolito de Javier Milei, parece que el Niño Dios fue bastante generoso.
No le dejó exactamente todo lo que pidió en la cartita, como pasa en cualquier Navidad. Pero tampoco puede decir que le fue mal. Al contrario: el arbolito vino cargado, con paquetes grandes, otros carísimos y algunos más simbólicos, de esos que alimentan el ego político.
El regalo más voluminoso no fue un tren eléctrico ni un camión a control remoto, sino un ejército. No de soldaditos, sino de diputados. Milei arrancó el año con apenas el 12% de la Cámara baja. Hoy termina con 95 diputados propios, dos más que el kirchnerismo. No llegó a los 129 soñados para manejar la Cámara a piacere, pero el salto es monumental. En el Senado, el cambio es todavía más llamativo: de dos senadores a 19, quedando a tiro de un kirchnerismo que se redujo a 21. Para alguien que era “nadie” en el Congreso, es un regalo de tamaño XXL.
En el mismo paquete venía otro deseo cumplido: la fragmentación de la oposición. Milei pidió una oposición dividida y el kirchnerismo terminó hecho un rompecabezas de piezas desordenadas. No es un detalle menor: gobernar con el adversario enfrente, pero roto, siempre resulta más sencillo.
Después está el regalo más caro. No el más grande, pero sí el de mayor valor estratégico: el apoyo político inédito de Donald Trump y, sobre todo, el respaldo financiero de Estados Unidos. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, comprando pesos argentinos no es una postal habitual de la historia económica nacional. Para un presidente libertario, desconfiado del Estado pero necesitado de dólares, ese gesto vale oro.
Hubo también un obsequio para el orgullo. De esos que no se envuelven en papel brillante, pero se exhiben igual. El batacazo electoral de octubre, remontando la paliza de septiembre, cuando muchos lo daban por políticamente terminado. Ganó en todo el país y en distritos impensados, como Córdoba, donde además se dio el lujo de confirmar su tesis favorita: "pongo a quien quiero y gano igual". Le ganó a Juan Schiaretti con un candidato prácticamente desconocido, cuyo nombre muchos todavía no recuerdan.
Otro regalo, más técnico pero no menos celebrado, fue la inflación relativamente baja pese a la salida del cepo. Con medidas jugadísimas —suba de tasas, decisiones impopulares, tensiones constantes—, el año cerró con números que, al menos para su relato, funcionan como prueba de que el camino elegido no era una locura.
Claro que no todo lo pedido apareció bajo el arbolito. Los dos jueces de la Corte Suprema que había solicitado no llegaron. Tampoco el descenso del riesgo país a niveles que le permitan refinanciar la deuda con comodidad: quedó en torno a los 570 puntos, lejos del umbral mágico de los 500.
Pero, como en toda Navidad, siempre hay promesas para más adelante. Papá Noel dejó aviso de un regalo que viene en camino, preparado entre él y los Reyes Magos: un cosechón histórico y el empuje de Vaca Muerta. Dólares frescos, al inicio del año próximo, para seguir alimentando el plan.
En síntesis, el arbolito de Milei está bien surtido. No tiene todo, pero tiene mucho. Y, como suele pasar en política, a veces no importa tanto lo que falta, sino saber mostrar —y aprovechar— lo que ya llegó.
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