Educación: el dinero no es todo

La difusión de las pruebas educativas de la Unesco, que le dan mal a la Argentina caen como un piedrazo en un lago de aceite. 

Primera reacción del gobierno, a través de la vocera, Gabriela Cerruti, es achacar todo a la gestión anterior. Le achaca una caída de la inversión en educación al gobierno de Mauricio Macri.

En realidad, no es así. Al menos según la ONG Argentinos por la Educación. Según esos datos, en 2016, 2017 y 2018 el presupuesto del Ministerio de Educación de la Nación fue mayor a los de los últimos años de Cristina Fernández. Sólo en 2019 el presupuesto educativo macrista fue inferior al de 2015 de Cristina -un 3,6% menos-. Pero aún el presupuesto educativo de 2019 fue mayor al de, por ejemplo, 2014, cuando gobernaba Cristina.

O sea que lo primero que atinó a decir la vocera es falso, o al menos controvertido, tal vez esté basándose en otros datos.

Ahora, la plata que se destina a la educación es apenas un aspecto. La Argentina hace décadas que elude discutir otra cosa, mucho más profunda, compleja, e importante, que es ¿cómo se administra la plata? ¿para quién se gasta el dinero en educación en realidad?

Ni siquiera hay demasiados datos para debatir esto. Yo no soy un especialista, pero tiro un solo dato para tratar de ejemplificar qué es lo que no se debate.

Por ejemplo, según Argentinos por la Educación, en Córdoba en 2018 había 18,6 alumnos por cargo docente, parecido a Santa Fe y otras provincias. Pero en Catamarca había sólo 10 alumnos por cargo docente, igual que en Tierra del Fuego o Santa Cruz. En La Rioja, 12. En Río Negro, apenas 8 alumnos por docente.

¿Cómo se explica tanta diferencia? ¿Habrá más población dispersa en esas provincias? No necesariamente. Río Negro tiene 13% de población rural; Córdoba 11%. Más o menos lo mismo.

¿Entonces? ¿Cómo se justifica que haya provincias con casi el doble de docentes por alumno que otras? ¿La educación en Catamarca será el doble de buena que en Santa Fe?

¿O es que hay otras cuestiones? Tal vez el dinero que se gasta figura como presupuesto educativo, pero una parte es, en verdad, un seguro de desempleo encubierto, o va a financiar el clientelismo electoral de los gobernadores.

La verdad es que va a ser casi imposible que la Argentina le destine más dinero a la educación. Primero porque ya le destina un montón en comparación a otros países. Y segundo porque el Estado ya está quebrado.

Si en verdad queremos mejorar las escuelas, vamos a tener que discutir cómo hacer rendir mejor cada peso, cómo tener mejores docentes con la misma plata, cómo hacer para que más chicos terminen la secundaria y aprendan más, con el mismo presupuesto. Lo otro es querer seguir viviendo en una fantasía que no da para más: los datos de la Unesco son la prueba palpable.