Del Cristinismo al Cricinismo

La quinta pata del gato

Del Cristinismo al Cricinismo

17/09/2021 | 12:34 | Por Adrián Simioni.

Adrián Simioni

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Del Cristinismo al Cricinismo

Desesperada ante la implosión electoral, Cristina Fernández está embarcada en una apuesta definitiva para conseguir alguna de estas dos cosas.

Una, es abandonar el gobierno que ella misma armó, dejando a Alberto Fernández como único responsable de un fracaso estruendoso. La otra, es copar el gobierno dejando a Alberto Fernández como un presidente muleto al menos hasta después de las elecciones, para tratar garantizarse un frente en el Congreso que la proteja de la Justicia.

Las dos tácticas se basan en la misma falsedad. Cristina Fernández acusó en su carta a Alberto Fernández y a su ministro, Martín Guzmán, de haber realizado un ajuste fiscal que, para ella, es la razón por la que se perdieron las elecciones. Dice la presidenta que en el presupuesto de este año estaba previsto un déficit de 4,5 puntos del PIB y que, faltando sólo cuatro meses para terminar el año, sólo se concretó menos de la mitad de ese déficit anual. Por lo tanto, deduce la vice, se gastó menos de lo que se hubiera podido gastar para montar la escena de una mejora económica.

Eso es falso por muchas razones. La principal es que el Estado siempre gasta mucho más hacia el final del año. Y muchísimo más si es un año electoral. Por tanto, es lógico que al principio el déficit sea menor. La otra es que el gobierno obtuvo recursos extraordinarios que nadie había contemplado en el presupuesto: el impuesto a la riqueza es uno; los miles de millones de pesos por retenciones que acompañaron la suba mundial de los granos. O sea: Guzmán gastó mucho más de lo previsto aunque no se vea en el déficit.

Aún así, el kirchnerismo sólo puede gobernar gastando sin parar. Nada le alcanza. Por eso el gobierno tuvo que retomar a full la emisión de dinero y el endeudamiento. Por eso a esta altura del año se incumplieron muchas otras metas que también están en el presupuesto, como el déficit, y que Cristina Fernández prefiere no mencionar: la inflación anual de 29% que prometía conseguir Guzmán, por ejemplo. O los “préstamos” y “ganancias” que el Banco Central le puede dar al Gobierno.

La prueba final: si Guzmán estuviera haciendo un ajuste fiscal, en agosto no habríamos tenido una inflación galopante de 3,1% en las cosas cuyos precios no están regulados.

Cristina Fernández no es tonta y sabe que la política económica que ella le impuso a Alberto -y de la que no se hace cargo- va a llevar, sí o sí, a un durísimo ajuste. Puede ser un ajuste fiscal, con el Estado dejando de gastar plata sin ton ni son. O puede ser mucho peor: un ajuste a través de una inflación ya completamente descontrolada.

Y no quiere formar parte de ningún gobierno para cuando ese momento llegue. Es el Cristinismo transformándose en Cricinismo, y sin hacerse cargo de las nefastas consecuencias de las políticas que ella impuso.

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