Cristina ya no le mete miedo a nadie

Cristina Fernández de Kirchner ya no intimida a nadie. Las imágenes de las últimas horas la muestran en una posición inédita de debilidad absoluta. El domingo, tras confirmarse la derrota electoral, salió al balcón a bailar frente a un puñado de seguidores. Vestía violeta, los colores de La Libertad Avanza, un detalle que generó críticas incluso entre los afines: ¿Qué celebraba mientras el peronismo entero tenía cara larga?

Ayer volvió al balcón por el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Un grupo reducido de militantes se congregó, pero el contraste es brutal. Antes, en el poder, estos homenajes llenaban plazas con actos masivos. Ahora, con Cristina presa por corrupción, el festejo resulta excesivo. En redes, apenas una bandera desolada: "Néstor vive". Nada más.

Esta derrota aplastante sepulta, al menos por ahora, el sueño kirchnerista de un regreso triunfal en medio del caos económico, con indulto implícito y cierre de causas. La de los Cuadernos inicia juicio oral antes de fin de año. El panorama es complicado.

La interna peronista hierve. Cristina ya no es jefa indiscutida del kirchnerismo; lidera una facción minoritaria. Axel Kicillof controla la mayoritaria desde la provincia de Buenos Aires, con recursos para contratar y mantener militancia. La Cámpora perdió el Estado nacional: Aerolíneas Argentinas, ANSES, PAMI. No hay dónde colocar gente.

Los intendentes del Conurbano, antes incondicionales, ahora la critican abiertamente. Mario Secco, por ejemplo, reclama: "¿Por qué arman listas sin consultarnos? ¿Por qué no vienen a los barrios?". Cuestionan el desdoblamiento electoral que Kicillof rechazó contra el deseo de Cristina, y si militaron lo suficiente en septiembre.

Fuera del kirchnerismo, pero dentro del peronismo, la guerra por la sucesión estalla. Gustavo Sáenz, gobernador de Salta, fue demoledor: Cristina intervino los PJ de Salta, Jujuy y Misiones para imponer candidatos de La Cámpora funcionales a ella y su hijo, como Juan Urtubey en Salta, que perdió estrepitosamente. "El PJ no es una pyme familiar. 

Hágase cargo: lo del domingo es su responsabilidad. El terror de los argentinos es que usted vuelva. Juan Zabaleta, ex intendente de Hurlingham, clavó la estaca en el corazón del relato kirchnerista. Alberto dejó 200% de inflación. Nadie explicó qué pasó. Ese "nadie" es Cristina, que reintrodujo la inflación crónica y gobernó –ella y Alberto– con ella en ascenso permanente. Ese es el hueso real de la derrota: el miedo al regreso kirchnerista primó sobre discusiones menores como desdoblamientos o militancia barrial.

En 2012, en su apogeo, Cristina dijo en cadena nacional: "Solo hay que temerle a Dios... y un poquito a mí". Ese poquito se evaporó.