Cambia la política económica, ¿Qué pasa con los precios?

¿Cómo impactarán los cambios en la política económica en los precios que vemos en las góndolas? El gobierno de Javier Milei implementó una estrategia económica que, en su primera etapa, buscó contener la inflación mediante un control estricto de la cantidad de pesos en el mercado. 

Sin embargo, los ajustes en la política monetaria y fiscal sugieren un giro importante, con posibles consecuencias para los precios internos y la actividad económica.

Históricamente, muchos gobiernos, como el de Cristina Fernández, usaron el dólar como ancla para controlar la inflación. Mantener un dólar bajo busca evitar el nerviosismo y las expectativas inflacionarias, pero no siempre es una decisión caprichosa: responde a la necesidad de lidiar con una abundancia de pesos en el mercado. 

Cuando hay demasiados pesos, estos no solo se dirigen al paquete de fideos, sino también al dólar, alimentando presiones devaluatorias. El resultado suele ser un clima de zozobra que los gobiernos intentan mitigar.

En su etapa inicial, el gobierno de Milei adoptó una postura restrictiva. Redujo el gasto público para eliminar el déficit fiscal, evitando que el Estado inyecte pesos constantemente en la economía. Además, impuso medidas monetarias, como el aumento de los encajes bancarios, obligando a los bancos a depositar una porción de sus fondos en el Banco Central, lo que limita la cantidad de dinero disponible para préstamos. 

También elevó las tasas de interés, retirando más pesos del mercado, y evitó la compra de reservas para no emitir moneda. Estas políticas lograron mantener el dólar bajo control, pero a un costo: una marcada desaceleración económica. Las altas tasas de interés encarecieron el crédito, reduciendo el consumo —como se vio en la caída de las ventas de autos en septiembre— y afectando la competitividad de los exportadores, quienes reciben menos pesos por sus dólares.

Pero el Gobierno comenzó a cambiar el rumbo. Ahora está comprando reservas, inyectando más pesos al mercado, y redujo las tasas de interés. Estas medidas permitieron un aumento del dólar del 23% desde la salida del cepo cambiario el 11 de abril, tanto para el dólar oficial como para el que reciben los exportadores. 

Este incremento beneficia a la economía argentina: fomenta las exportaciones, desalienta las importaciones y reduce la tentación de gastar dólares en viajes al exterior. Pero la gran incógnita es cómo impactará este cambio en los precios internos.

Entre abril y septiembre, los precios al consumidor aumentaron un 12,5%, según estimaciones de consultoras privadas como CyT, Equilibra, EcoGo, LCG, Analytica y EcoView. Esto es apenas la mitad del aumento del dólar en el mismo período. En septiembre, la inflación mensual se estima en 2,2%, un leve repunte respecto al 1,9% previo, pero aún lejos de igualar la volatilidad del dólar, que experimentó fuertes altibajos. Este desfasaje sugiere que, hasta ahora, el aumento del dólar no se trasladó completamente a los precios internos.

El cambio en la política económica plantea un desafío: ¿logrará el Gobierno mantener la inflación bajo control mientras inyecta más pesos y permite un dólar más alto? La respuesta dependerá de cómo se comporte la economía en los próximos meses y, especialmente, de lo que ocurra en las góndolas, donde los consumidores sentirán el impacto de estas decisiones.