Agustín Palavecino, de casi dejar el fútbol a brillar en el River de Gallardo

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Palavecino, de casi dejar el fútbol a brillar en River

25/04/2021 | 13:26 | El volante fue especialmente pedido por Marcelo Gallardo, que lo tenía visto desde sus inicios en Platense. Repasá la historia de un futbolista que le hizo frente a la adversidad para cumplir su sueño.

Raúl Monti

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Agustín Palavecino, de casi dejar el fútbol a brillar en el River de Gallardo

Cuando terminó el entrenamiento, Agustín se sentó en un costado y quedó pensativo, con la mirada perdida en un punto fijo. Una vez más, había visto cómo la convocatoria para el próximo partido de inferiores no incluía su nombre. Y la cabeza, a veces aliada, otras el peor enemigo, jugaba su juego.

Pese a su talento, por su físico pequeño tenía pocas oportunidades en los encuentros de las divisiones juveniles. Sin embargo, él confiaba en que podía. Y el tiempo, junto a la insistencia de distintos entrenadores hacia los dirigentes para que esperaran por su evolución, le dio la razón.

Agustín Palavecino nació el 9 de noviembre de 1996 en Florida, localidad del partido bonaerense de Vicente López. Con sus primeros pasos empezó a descubrir su amor a la pelota en un seno familiar bien futbolero: su primo, Erik Lamela, ya comenzaba a llamar la atención de todos por su gran habilidad.

A diferencia de “Coco”, que se inició en las inferiores de River y cuyo talento lo puso en el radar del Barcelona con solo 12 años, Palavecino se tiró de chico por los colores de San Lorenzo, gracias a la influencia de su familia paterna.

De la mano de su primo, se fue a probar al baby fútbol del “Millonario”, pero no quedó. A pesar de ello, no se desmotivó: siguió jugando en el club de su barrio y en 2007, cuando tenía 11 años, se sumó a las divisiones inferiores de Platense.

Las instalaciones del “Calamar” le quedaban a unas cuadras de su casa, y pronto se fue consolidando como una de las promesas del club.

Todo parecía ir bien encaminado para Agustín, pero a medida que ascendía en las categorías de inferiores, su físico no lo acompañaba: su crecimiento se estancó en comparación con sus compañeros, la ropa le quedaba gigante y empezó a perder consideración entre los titulares.

Entre novena y sexta división, Palavecino jugó apenas 10 partidos en cuatro años, y en ocasiones no era ni siquiera convocado. En paralelo, su primo Erik subía al estrellato y era vendido por una cifra millonaria de un River recién descendido a la Roma de Italia.

Palavecino llegó a pensar que el fútbol no era lo suyo al ver que el sacrificio en cada práctica no rendía sus frutos, pero los técnicos de inferiores vieron su potencial y le pidieron a los dirigentes de Platense que lo esperen.

“Pala” entrenaba en doble turno y llegó a contratar a una nutricionista para cambiar su alimentación, pero las chances no aparecían. Y cuando la tormenta parecía cubrir su cielo, un rayo de sol apareció en el horizonte: en quinta división, el entrenador, ante unas bajas, comenzó a darle minutos. Y el volante ofensivo no lo desaprovechó.

Palavecino fue rápidamente subido a la Reserva, y a las dos semanas lo promovieron, con 18 años, al primer equipo, donde empezó a escribir la parte más linda de una exitosa historia de superación ante la adversidad.

El 11 de marzo de 2015 tuvo su estreno oficial con la camiseta del “Marrón” ante Barracas Central, en la dura B Metropolitana. Dos meses más tarde llegó su bautismo en la red, en una victoria frente a Comunicaciones.

El enganche se fue asentando de a poco en el equipo mientras sorteaba patadas y roces con sus destellos de magia. En 2018 consiguió su primera gran alegría como profesional: Platense derrotó en un desempate a Estudiantes de Buenos Aires, se coronó campeón y logró el ascenso a la B Nacional, título que emocionó hasta las lágrimas al joven futbolista.

“Pala” no sintió el cambio de categoría y siguió mostrando un elevado nivel, hasta que llegó su gran noche. Fue un 12 de septiembre del 2018 el día que la carrera del volante empezó a dar un giro.

Esa jornada, Platense cayó 2-0 ante River por octavos de final de la Copa Argentina, pero Marcelo Gallardo vio su técnica, elegancia y visión de juego y lo puso en agenda para sumarlo al “Millo” en el futuro.

Con más de 100 partidos en “El Calamar” y un talento que crecía en espiral, otros clubes importantes del fútbol argentino también pusieron el radar en él. Racing fue uno de los más interesados, pero el pase finalmente no se concretó.

La frustración, a pesar de todo, duró poco: Deportivo Cali, uno de los grandes de Colombia, quiso llevarlo. Por pedido del entrenador, el argentino Lucas Pusineri, el club verdiblanco compró el 50% de su pase. Era el inicio de su primer desafío internacional, con apenas 22 años.

A Palavecino le dieron la “10” desde su arribo, y fue en 2020 cuando explotó: en el equipo cafetero se desenvolvió también en otras posiciones, como de interior o extremo, y tuvo un rendimiento superlativo que lo convirtió en una de las grandes figuras en el fútbol de ese país.

Gallardo, en tanto, no se había olvidado de él, y River lo fue a buscar. Tras una mediática negociación, la joya surgida en Platense pasó, con 24 años, de ser un pibe descartado en las inferiores al gran anhelo del exitoso equipo del “Muñeco”.

El entrenador le fue dando minutos de a poco a “Pala”, que tuvo su debut con la banda roja en el triunfo 3-0 frente a Rosario Central, en lo que fue el regreso del conjunto de Núñez al Monumental, entrando en el segundo tiempo por Jorge Carrascal.

Después, ingresó en la final de la Supercopa Argentina, en la que River aplastó 5-0 a Racing, y dio su primera vuelta olímpica con “El Millo”.

Volvió a mostrar sus pinceladas en la cancha ante Platense y Argentinos Juniors hasta tener su día soñado: fue titular en La Bombonera contra Boca y marcó de cabeza el gol del empate 1-1 en el superclásico.

Desde ese momento, Palavecino comenzó a ganarse definitivamente la confianza del “Muñeco” para formar parte del engranaje central de su River, desplazando de la consideración inicial a Carrascal y poniéndose en un lugar de “heredero” de “Nacho” Fernández.

Con mucho hilo en el carretel, Agustín Palavecino dejó un día de ser “el primo de” para pasar a tener un nombre propio. Un nombre forjado en base a sacrificio, disciplina y espíritu de resiliencia ante el rechazo. Un nombre que quiere escribir historia grande en el fútbol.

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