Grandes del Deporte
20/05/2019 | 14:34 |
El legendario piloto austríaco murió a los 70 años. Hizo historia en la Fórmula 1 y dejó una marca imborrable en las pistas. Nuestro homenaje.
Jorge Parodi
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Niki Lauda, una vida de película (Por Jorge Parodi)
La noticia, pega, sacude, duele. Murió Niki Lauda.
En realidad, con todo respeto, uno se atreve a afirmar que Niki sólo se detuvo en boxes, por unos minutos. Es que, su espíritu indomable y su ADN de campeón, siempre estarán sobre las pistas de la vida.
Justo él, que sobrevivió al fuego en aquel impactante accidente en el Gran Premio de Alemania en 1976. Justo él que superó a los trasplantes de pulmón y riñones. Niki Lauda, el piloto que dio lugar a una película ("Rush"), nos remonta a las imágenes de nuestra adolescencia a aquellos que peinan canas y a los que ya no tenemos nada para peinar.
Niki Lauda nos remonta a esos domingos por la mañana, en las que nos despertábamos bien temprano para ver al Lole Reuteman correr en la Fórmula 1, todavía con la televisión en blanco y negro.
Así supimos de la existencia de ese austríaco con dientes de conejo.
Recuerdo un GP de Argentina, con buzo rojo y auto rojo, en su debut con Ferrari sorprendió a todos con un segundo puesto, en el '74, cuando el neozelandés Demis Hume, aprovechó que el Lole se quedó sin gasolina cuando ganaba y le quedaban pocos metros para recibir el banderazo final.
En el año siguiente ganó cinco de catorce carreras y se quedó con el título.
En el '76 dominaba con comodidad hasta que sucedió lo inesperado: en Nurburgring, su Ferrari se estrelló contra los guardarrailes, el auto se cubrió de llamas y otra máquina lo embistió.
Fue terrible, desesperante: el fuego, su cuerpo quemado, los auxiliares y los médicos trabajando para salvarle la vida. Hasta llegó un sacerdote a la clínica, para darle la extremaunción. Nadie pudo creer que seis semanas después Niki volvió correr, siempre con su gorra roja para tapar las cicatrices.
En esa misma temporada, peleó hasta el final el campeonato frente el británico James Hunt, pero no pudo.
Sí, en cambio logró el bicampeonato un año después, en 1977. Milagro consumado.
Su pasión, su obstinación, su voluntad y su talento le dieron contenido al su sueño de volver a ser, luego del infierno.
Después lograría un nuevo título en 1984, superando a Alan Prost por medio punto.
Una vez retirado, debió ser trasplantado dos veces, ya que los medicamentos que le dieron después del accidente le produjeron graves daños en los riñones.
Niki nunca se entregó. Lauda alimentó la leyenda.
Protagonista de una Formula 1 donde sobraban las grandes figuras: Emerson Fitipaldi, Jody Sheckter, Lole Reuteman, James Hunt y Alan Prost sobre el final de su carrera.
Su pasión fue tan grande, que le hizo superar el miedo, la tragedia y hasta la muerte.
Niki Lauda fue un ejemplo de amor a la vida. Ninguna cicatriz en el cuerpo pudo más que la fortaleza de su espíritu.
Hoy y desde hace mucho tiempo Lauda es leyenda y mito.
Tal vez no fue un ídolo, pero sí, una referencia que no se puede obviar.
Murió Niki Lauda.
Más bien diría que paró unos minutos en boxes.
Su espíritu indomable y su ADN de campeón, siempre estarán sobre la pistas de la vida.
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