La ventanita del amor

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La ventanita del amor

03/09/2022 | 14:23 | La Previa repasa con la historia de las listas mundialistas que siempre ofrecieron sorpresas entre los jugadores marginados o incluidos a último momento.

Redacción Cadena 3

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La ventanita del amor

Ahora que está de moda hablar de “ventanas FIFA”, es decir de las fechas que el ente que gobierna el fútbol mundial libera para que los futbolistas puedan salir de sus clubes y jugar para las diferentes selecciones, no viene mal recordar cuántos jugadores entraron a los Mundiales por la ventana, precisamente. Jugadores de nuestro representativo, claro.

Y la referencia no es antojadiza: para la próxima ventana FIFA, en que Lionel Scaloni irá dándole los retoques finales al equipo en los partidos ante Honduras y Jamaica previstos para la última semana de septiembre, formarían parte de la lista preliminar cuatro nombres que no están ni en el álbum de figuritas (Panini, déjate de joder y entrega las figus) ni tampoco en los planes originales de Scaloni, pero que sueñan con meterse por la ventana con el último empujón. Hablamos de Marcos Senesi, Fausto Vera, Giovani Simeone y, especialmente, de Enzo Fernández. ¿Se treparán de última al avión con destino a Qatar, como ha ocurrido en más de una ocasión en la historia de la selección?

Repasemos los antecedentes

El primero en meterse en un Mundial sobre la hora, o ya pasada la hora en realidad, fue Ángel Amadeo Labruna en 1958. Argentina llevaba 24 años sin disputar una Copa del mundo, en parte por la segunda guerra mundial y en parte por una decisión incomprensible del presidente Juan Domingo Perón (hoy lo lincharían en plaza pública). En realidad, eran 28 años sin competir en serio, porque al Mundial de 1934 Argentina fue con un combinado amateur en plena división de asociaciones. En 1958, entonces, la delegación de 20 futbolistas ya había partido hacia Europa sin Labruna pero una lesión de Roberto Zárate determinó que Guillermo Stábile convocara de urgencia a Angelito, que tenía 39 años y 9 meses de edad. Curioso, porque Zárate era wing izquierdo y Labruna era entreala izquierdo, el número 10 de entonces. Labruna no llegó a dar el presente en la derrota por 3-1 ante Alemania del debut, pero sí se alistó en el 3-1 a Irlanda y en la hecatombe del 1-6 frente a Checoslovaquia. Aquel Mundial, al que Argentina fue pensando que se comía a los chicos crudos y terminó siendo un bocado muy livianito para sus oponentes, pasó a la historia como “el desastre de Suecia”. La improvisación ya se notó desde el llamado de un futbolista de casi 40 años que llegaba para reemplazar a otro que cumplía una función muy diferente para la época.

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Para el Mundial de Chile 62 no hubo ningún batacazo. Vista la falta de trabajo, se le confió el cargo de entrenador a un tacticista formado en el fútbol europeo: el Toto Juan Carlos Lorenzo. Nos volvimos otra vez en primera ronda tras ganar un partido, empatar uno y perder el otro. El Toto fue despedido después de la Copa del Mundo y la gran sorpresa para el Mundial 66 no fue ningún jugador sino el propio DT que entró por la ventana. José María Minella fue el entrenador en la Copa de las Naciones del 64 que ganó Argentina y en la Eliminatoria disputada en 1965. Pero lo echaron y eligieron a Osvaldo Zubeldía, quien se sentó en el banco en un solo partido, en diciembre de 1965 ante la Unión Soviética. Desavenencias con los dirigentes y la improvisación permanente lo eyectaron del cargo y el que asomó su perfil casi en la pista del aeropuerto fue otra vez el inefable Lorenzo. Pasamos la primera ronda y nos volvimos en cuartos, tras aquella derrota belicosa con el local Inglaterra, con Rattín estrujando el banderín del corner y sentándose en la alfombra de la reina.

Tanto caos organizativo derivó en nuestro único faltazo a un Mundial por desmérito deportivo: el de México 70. Para Alemania 74, la conducción de nuestro representativo nacional cayó en un trinomio: el Polaco Cap, Puchero Varacka y Víctor Rodríguez. Cuentan protagonistas de aquel equipo que pasó raspando la fase inicial antes de ser vapuleada por la Naranja Mecánica de Cruyff que un técnico decía una cosa, otro, lo contrario y el tercero daba una indicación diferente a la de los dos anteriores. Quizás por eso dejaron afuera de la lista a Carlos Babington y unos días antes de comenzar el torneo lo llamaron de urgencia. El inglés terminó siendo titular en 5 de los 6 partidos que jugó Argentina. Ojo: lo del trinomio técnico no es un invento de Riquelme.

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Con César Luis Menotti se inició una nueva era en la Selección. La de la planificación y el respeto por cada convocatoria. De aquel Mundial 78, todos recordamos más a quién salió por la ventana antes de quién entró por la misma vía: Diego Armando Maradona, claro. Junto a Humberto Bravo y Víctor Bottaniz. Pero hubo también ingresos inesperados: el Pato Fillol volvió al equipo a comienzos de 1978, después de haber hecho las paces con Menotti en un encuentro propiciado por la revista El Gráfico, y ante las lesiones recurrentes de Hugo Gatti, que era el titular. El Pato, sabemos, resultaría uno de los jugadores más trascendentes en la conquista del primer título mundial. También se sumó sobre la hora Norberto Osvaldo Alonso. Si bien abundaban los N° 10, siempre se dijo, incluso lo refrendó el propio Alonso todos estos años, que el Beto entró por la presión del contraalmirante Lacoste, hombre fuerte de la dictadura militar.

Para el Mundial de España 82 no hubo grandes sorpresas, porque Menotti venía trabajando hacía tiempo con un mismo grupo y apostó a la base que le había dado los títulos de 1978 y 79.

Para México 86 se produjo el que seguramente fue el ingreso por la ventana más trascendente por su influencia en el resultado final. Hablamos de la convocatoria de Héctor Enrique, autor de la asistencia más importante en la historia del fútbol. Aquella en la que detrás de media cancha le dijo a Maradona, ante los cancerberos ingleses: “Tomá y hacelo”.

Dejando a un lado las bromas, Enrique no había sido citado nunca por Bilardo hasta unos días antes del Mundial. Debutó el 30 de abril del 86 entrando unos minutos en el amistoso contra Noruega y después sumó un ratito más el 4 de mayo en el partido cábala ante Israel, con goleada por 7-2. Empezó el Mundial como suplente, jugó unos minutos contra Italia, el segundo tiempo ante Bulgaria, no entró con Uruguay, pero fue titular ante Inglaterra y no salió nunca más. Jugó los 3 partidos completos de la recta final y fue una pieza clave. Hasta asistió a Jorge Valdano (ahora sí, de verdad) para ponerlo cara a cara con Schumacher en el 2-0 frente a Alemania.

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Otros dos jugadores que entraron sobre la hora a esa lista, aunque sin la influencia del Negro en el resultado final, fueron el gran Ricardo Enrique Bochini y el Chino Daniel Tapia. Son muchas las voces que coinciden en adjudicar ambos llamados a la omnipresente muñeca de Julio Grondona. Que los puso él en la lista, ya casi con el avión despegando: a Bochini, como gratitud hacia el hombre símbolo de su querido Independiente, que no había podido jugar los Mundiales de 1974, 78 y 82. A Tapia, para llevar a un jugador de Boca, con lo que eso significa en materia de adhesión popular.

Para el Mundial de Italia 90, Bilardo apostó a la base que había ganado en México, y hasta hizo volver del retiro a Jorge Valdano, a quien exigió hasta último momento, pero le bajó el pulgar sobre el cierre de la lista. “Pasé seis meses nadando y justo me ahogué en la orilla”, lo sintetizó con su habitual lucidez el delantero nacido en Las Parejas. Bilardo tampoco escuchó el clamor popular por Ramón Díaz, que venía de ser campeón en Italia con el Inter. Sin esos delanteros, el que entró en la lista por un ventiluz fue Gustavo Dezotti, quien defendía los colores del no muy reputado Cremonese y no había sido convocado nunca a la selección mayor hasta en los últimos amistosos previos al Mundial, contra Suiza e Israel. En el Mundial ingresó unos minutos ante Rumania y Yugoslavia y terminó siendo titular en la final frente a Alemania, por la suspensión de Caniggia. El colmo de esa citación se coronó con la expulsión del Galgo en los minutos finales ante Alemania. En total, Dezotti jugó 7 partidos en la Selección.

Siguiendo con la metáfora de la ventana, por esa vía llegó al Mundial 94 la selección de Basile, tras el 0-5 padecido frente a Colombia en el Monumental y la consiguiente obligatoriedad de pasar por el repechaje ante Australia con el regreso de Maradona. No fue un jugador aislado: todo el equipo entró por la ventana. El que se metió de prepo casi sobre el cierre de la lista fue el Burrito Ortega, quien venía en muy buen nivel y tuvo una tarde con todas las luces ante Boca en la Bombonera, en el clásico que River le ganó 2-0 con un gol suyo y otro de Crespo, el 30 de abril del 94. Ese partido no sólo determinó que el Burrito se subiera al avión, sino que se bajara al mismo tiempo el Colordo Mac Allister, quien se había sumado para las batallas del repechaje con Australia y a quien Ortega bailó toda la tarde en el clásico citado. En el Mundial, el Burrito arrancó como suplente y terminó jugando como titular, tras el antidoping positivo de Diego.

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Para Francia 98 no hubo citaciones de último momento, porque de entrada nomás Daniel Passarella encaró una renovación casi completa del plantel de Basile, sumando a muchos jóvenes que fueron la base del Panamericano de Mar del Plata 95, de los Juegos Olímpicos de Atenas 96 y luego del Mundial de Francia 98, y que continuarían incluso con Bielsa. Sí hubo una salida sobre la hora que llamó la atención, porque había formado parte de todo el proceso. Fue la de Christian Bassedas.

Después de arrasar en las Eliminatorias y en los amistosos ante potencias europeas y antes de estrellarnos en la primera ronda de Corea-Japón 2002, Marcelo Bielsa prescindió de dos futbolistas reclamados por el público, como Juan Román Riquelme y Javier Saviola, e incorporó sorpresivamente unos días antes de la Copa del Mundo a un Claudio Paul Caniggia de 35 años que jugaba en el Rangers de Escocia y que hacía tiempo había dejado de ser el Pájaro que volaba alto. No jugó ni un minuto y fue expulsado en el banco de suplentes en el partido ante Suecia que nos devolvió a casa.

Para Alemania 2006 no hubo grandes sorpresas ni polémicas. Sólo hizo un poco de ruido la elección del tercer arquero: la salida horas antes de dar la lista de un histórico Pekerman boy como Germán Lux para que se sumara Oscar Ustari, con 19 años, más como compañía y contención de su amigo Lionel Messi que por sus prestaciones como guardián del arco. El cambio terminó con acusaciones públicas de Lux y de su representante y un ruido mediático excesivo por semejante enroque.

Para la despedida de la selección al Mundial de Sudáfrica 2010, ante Canadá en el Monumental, el ingenio popular llevó a un hincha a confeccionar una bandera a las apuradas, bien casera, que pasó a la historia como una de las frases futboleras más recordadas: “Garcé, traé alfajores”. El Chino en ese momento jugaba en Colón, hacía más de 7 años había atravesado su mejor momento en River, pero en un amistoso en Cutral Có, ante Haiti, un mes antes del Mundial, en una de esas pruebas con jugadores de la liga local que Maradona armaba con tanta frecuencia y variedad de nombres, Diego se asombró con la arenga que metió Garcé antes de salir a la cancha. Y lo convocó de última. Nadie entendía nada. Y la bandera quedó como testimonio del sentimiento popular. También resultó en un punto llamativa y en otro no tanto que Martín Palermo pudiera disputar su primer Mundial con casi 37 años y en lo que sería la antesala de su última temporada como futbolista. Pero había una razón: el Titán había convertido el gol clave a Perú para llegar a Sudáfrica. Y aún estaba vigente. De hecho, entró 10 minutos en el partido ante Grecia y metió el gol que Messi no pudo anotar durante todo ese Mundial.

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Para Brasil 2014, Alejandro Sabella -cultor ferviente del sentido común y alejado de cualquier polémica- apeló a la lógica y apostó por sus soldados con los que había enderezado una eliminatoria que había arrancado mal. Un solo nombre generó cierto asombro, porque casi no había estado en el ciclo y llegó sobre el cierre de la lista: el de José María Basanta, el longilíneo defensor que jugaba en los Rayados de Monterrey, de México.

El tumultuoso viaje hacia Rusia 2018, que contó con 3 entrenadores como pilotos (Martino, Bauza y Sampaoli), terminó de la única manera en que podía terminar: muy mal. Los que entraron por la ventana fueron Franco Armani y Cristian Pavón, de excepcionales rendimientos en el primer semestre de 2018. Desde hace muchos años es una auténtica rareza que los planteles mundialistas de nuestro país se nutran de jugadores de la liga local, pero las actuaciones maravillosas de Armani (que jamás había sido convocado) apenas pisó el Monumental lo catapultaron a meterse sobre la hora en la lista y, después del grosero error de Willy Caballero ante Croacia, a quedarse con la titularidad. Otra situación particularmente insólita se vivió con Enzo Pérez, que no conseguía ganarse un puesto en River, quedó desafectado de la lista y fue llamado de última por la lesión de Manu Lanzini con el avión carreteando. Enzo, quien ya tenía un Mundial encima, entró por la ventana y terminó siendo titular en los últimos partidos. Todo, con el sello de Sampa.

Se viene una nueva convocatoria de Scaloni. Hay cuatro futbolistas, con Enzo Fernández a la cabeza, que vienen pidiendo pista, o al menos que los esperen con la puerta del avión aún abierta en la pista.

¿Scaloni les abrirá la ventanita del amor?

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