La "palomita" de Poy y la mística de los goles eternos

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La "palomita" de Poy y la mística de los goles eternos

19/12/2021 | 13:34 | Hoy se cumplen 50 años de la “palomita” de Poy, y el pueblo “canalla” lo celebrará como cada 19 de diciembre: es que hay algunos goles, apenas un puñado, que merecen ser gritados toda la vida.

Raúl Monti

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La "palomita" de Poy y la mística de los goles eternos

Hace exactamente 50 años, el 19 de diciembre de 1971, el entonces delantero de Rosario Central, Aldo Pedro Poy, convirtió el gol más festejado en la historia del fútbol argentino.

La afirmación no tiene que ver con un sentimiento especial por el “canalla”, sino con un hecho comprobable: todos los 19 de diciembre, hace ya cinco décadas, los hinchas de Central se reúnen religiosamente para volver a festejar ese gol.

Casi no hay registros fílmicos de la jugada, pero no hay futbolero que no conozca la historia de la “palomita” de Poy.

Dicho festejo es el ejemplo perfecto de que, más allá del estallido en las tribunas cuando la pelota toca la red, hay algunos goles, apenas un puñado, que merecen ser gritados toda la vida.

Una manera sencilla de saber si uno está frente a un gol eterno, es que, en muchos casos, el hincha puede recordarlos únicamente con el dato de la fecha. Por ejemplo: si se menciona el 25 de junio de 1978, los argentinos sabemos exactamente de qué estamos hablando.

Final de la Copa del Mundo, estadio Monumental, Argentina y Holanda empataban 1 a 1. La primera mitad del tiempo suplementario estaba a punto de llegar a su final, cuando Mario Alberto Kempes decidió que era momento de terminar con la agonía.

“El Matador” encaró con una potencia demoledora a la defensa holandesa y, luego de un rebote, decretó la ventaja albiceleste en el marcador. Ya no importa si fue plancha o si el gol debió haber sido invalidado: Kempes acababa de inscribir su nombre en la historia grande de los Mundiales, desatando la euforia de todo un país.

Los goles eternos no solo marcan la fecha en la que suceden, sino que también dejan una huella imborrable en los estadios. Miles de futbolistas celebraron algún gol en el estadio Azteca, pero el templo del fútbol mexicano no presenciará jamás una obra de arte como la que tuvo lugar en los cuartos de final del Mundial 1986.

El rival de turno, el recuerdo de la herida de Malvinas, el gol previo con la mano y la belleza del segundo grito de Maradona a los ingleses, inmortalizaron en la memoria de los argentinos la mística de un momento inigualable en la historia de nuestro fútbol.

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Hay goles que se gritan con alegría y otros que se gritan con alivio. La lluvia torrencial que cubría el Monumental mientras Argentina se jugaba ante Perú la chance de clasificar al Mundial de Sudáfrica, le dio a la situación un dramatismo de película. Y cuando la historia parecía llegar a un triste final, apareció, precisamente, el hombre de la vida de película…

No fue el primer ni el último “milagro” deportivo de Martín Palermo, pero el “Titán” también protagonizó uno de los momentos más importantes de la historia de Boca Juniors.

En Japón, contra el Real Madrid, por una Copa Intercontinental… Los goles de Martín contaron con todos los ingredientes para inaugurar el siglo a lo grande, y seguir conmoviendo con el paso de los años el corazón de los “xeneizes”.

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Del otro lado de la pasión, los hinchas de River tienen varios gritos guardados en un rincón especial del alma. Allí están el gol del “pibe” Bruno en el ’75, para romper una sequía de 18 años sin títulos, o la avivada de Alzamendi contra el Steaua Bucarest para ser campeones del mundo.

Sin embargo, el pueblo “millonario” no necesita pensar demasiado para elegir un momento de su riquísima historia. No es difícil de adivinar: en palabras de Marcelo Gallardo, “no hay nada más” después de la final en Madrid.

Los hinchas de Independiente, por su parte, saben muy bien que Ricardo Enrique Bochini fue el máximo artífice de sus días más felices, y se siguen emocionando con el recuerdo del gol del “Bocha” a la Juventus en 1973, para que el “Rojo” fuera por primera vez campeón intercontinental.

Los seguidores de la “Academia”, por su parte, evocan con orgullo el zapatazo del “Chango” Cárdenas al Celtic en el ’67. Sin embargo, en la era moderna, pocos goles fueron tan festejados como el de Gerardo Bedoya a River, en el 2001, para que el Racing de “Mostaza” quedara a un paso de la gloria.

La gente de San Lorenzo tuvo que esperar muchos años para soltar un grito que se convirtió en obsesión: el de campeón de la Copa Libertadores. Por eso mismo, los fanáticos del “Santo” no olvidarán jamás el disparo de Néstor Ortigoza que les permitió, por primera vez, llegar a lo más alto del continente.

También desde los doce pasos, “el Lute” Oste le regaló a Talleres una de sus jornadas más felices. Aun así, el gol del “Cholo” Guiñazú en 2016, para volver a ser de primera después de tantos años sufriendo en el ascenso, también está entre las grandes emociones históricas del “Matador”.

Y el corazón “pirata”, en cambio, late más fuerte cuando recuerda el gol de Farré a River o el de “Chiche” Sosa a Quilmes, entre tantos otros. Pero si hay uno que mueve fibras sensibles en el hincha de Belgrano, es el que Julio Mugnaini le hizo al “cervecero” para quedarse en primera cuando todo parecía perdido.

Hoy se cumplen 50 años de la “palomita” de Poy, y el pueblo “canalla” volverá a celebrarlo, una vez más, como cada 19 de diciembre hace ya cinco décadas.

Hay quien los tratará de locos, pero el futbolero de alma los comprenderá perfectamente: es que hay algunos goles, apenas un puñado, que merecen ser gritados toda la vida.

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