Fiesta, qué fantástica la fiesta

El fútbol conlleva una fama que no todos saben gestionar. Son muchos los grandes talentos que acabaron superados por el personaje público que crearon. La noche y el dinero les acabaron amargando una carrera futbolística que, a pesar de todo, fue brillante en la mayoría de los casos.

El talento no solo hace que los jugadores ganen títulos, sino también que adquieran fama y dinero que muchas veces los futbolistas no saben controlar. Algunos brillaban durante los partidos pero en las noches organizaban grandes fiestas y estos hábitos hicieron que nunca pudieran utilizar su máximo potencial.

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En este informe no estarán todos, pero aquí van algunos de los nuestros, de esos que hicieron historia y de esos que no.

¿Qué contar de Diego Maradona que no se sepa? Se enfiestó en todos lados, desde Montecarlo hasta Dubai. Vivió, Diego vivió. 

No se perdió una. No se privó de nada. Se pasó en excesos, sí. ¿Sabés qué jugador habría sido si no se hubiese drogado? 

Dueño de una gambeta indescifrable y de goles frenéticos en los clásicos ante Boca, Ariel Ortega fue de lo más destacado a finales del siglo 20, y llamado a ser el sucesor de Maradona, compartiendo plantel con “Pelusa”, con Francéscoli y con Romario entre otros.

El año 1998 fue el principio de un lento final cuando el “Burrito” llegó a Sampdoria sin tomar una gota de alcohol y fue su amigo, el brasileño Marco Antonio Leniz Café quien le mostró la vida nocturna. Allí inició una serie de escándalos, fue detenido por la policía varias veces por conducir ebrio y faltó a entrenamientos por el mismo motivo.

Passarella en el 2006 lo mandó a la Reserva por llegar 40 minutos tarde y en pésimas condiciones, inició un tratamiento contra el alcoholismo pero recayó una y otra vez.

 En 2008 coincidió con Diego Simeone en River. El “Cholo” lo separó por actos indisciplina, se fue a Mendoza, volvió pero entre Juan José López y Passarella le cerraron las puertas. La gloria, el drama, la resurrección, el infierno de “Orteguita” que no pudo contra su enemigo: el alcohol.

René Houseman, campeón del mundo en 1978, llegó a convertir goles de los cuales no se acordaba porque estaba borracho: contra River, en el ’75, mientras deambulaba por la cancha sin noción de dónde estaba. El “Loco” llegó al fútbol grande desde orígenes muy humildes y nunca renegó, ni se alejó de ellos.

En River desapareció 15 días porque se había escapado a Santiago del Estero. Sus escapadas de las concentraciones eran un clásico. A veces se iba a jugar al fútbol en el barrio, otras a fiestas, a tomar.

Durante sus últimos años de vida, era normal verlo por la zona de Barrancas de Belgrano, solo, en alguna mesa, bares, vestido con ropa de Excursionistas, tomando una cerveza. Era parte de la geografía de la zona. Era el “hombre casa”.

Cristian Fabbiani pudo ser un fenómeno. Tenía todas las condiciones técnicas, pero no físicas y no era sólo porque se comía los ravioles de la mamá.

El “Ogro” era un habitué de los boliches porteños e hizo que uno conocido como “Esperanto” se transformara en una especie de Obelisco de la fiesta: los jugadores se encontraban ahí y compartían mujeres. Y él, hacía de presentador.

Salió con muchas mujeres de los medios: Amalia Granata, Victoria Vanucci e incluso inventó a las hermanas Pombo, dos bombas con las que tuvo relaciones en el baño de un local bailable.

"El Ogro" protagonizó un videoclip de la cantante de cumbia Ángela.

Siempre estaba de joda. Es el único que vio la fiesta que se mandaron los jugadores de la selección de España la noche anterior al 4 a 0 que le propinó Messi y compañía en un amistoso de 2010 en Núñez y hasta perdió un dineral por no poder ir a Ucrania.

Ricardo Centurión le cuestionó a Coudet, en Racing, una decisión táctica y esa terminó siendo la gota que rebalsó el vaso, cuando Milito explicó que era apartado del plantel.  

Centurión está en Vélez porque se subía constantemente al centro del ring sin que nadie se lo pida. Las luces de los reflectores siempre lo apuntan y él hace poco para que la luz sea más tenue.

Problemas con las fuerzas de seguridad, negación a controles de alcoholemia, accidentes de tránsito entrada la madrugada, delicadas denuncias por violencia de género, fotografías con un revólver han sido algo casi normal para él en los últimos años.

Irreverente, indescifrable y alocado con la pelota en los pies; también lo es sin ella. Y eso le juega en contra porque desde su debut en junio de 2012, el aproximado es un problema extrafutbolístico cada seis meses de un pibe con mucho talento pero nada de disciplina.

En Córdoba, existió el caso de un crack que salió de las poceadas canchas de la liga local. La rompió en su club, lo que le valió ser captado por uno más grande. La dejó chiquita y se lo llevaron a tierras asiáticas. ¿Sabe cuánto duró? Un suspiro. ¿Sabe por qué? Lo encontraron borracho en la sede del club.

A no desesperar, ya vendrá la segunda parte. Lo que es seguro, es que el fútbol es una fiesta. Una afirmación que algunos jugadores la entendieron mal… o no la entendieron.