El fútbol de Córdoba: canchas llenas, vitrinas -casi- vacías

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El fútbol de Córdoba: canchas llenas, vitrinas -casi- vacías

16/01/2021 | 14:18 | Los clubes cordobeses, que cuentan con el apoyo incondicional de los hinchas,  tienen una deuda histórica con su gente: la conquista de títulos en Primera División. ¿Qué hace falta para dar el salto?

Mauricio Coccolo

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El fútbol de Córdoba: canchas llenas, vitrinas -casi- vacías

Córdoba es un caso especial en el fútbol argentino porque ninguna otra provincia, fuera de Buenos Aires, tiene tantos clubes grandes, populares y en las categorías más importantes. En Rosario, Santa Fe, Tucumán, La Plata y muchas ciudades más, son dos los colores que dividen las pasiones. Mendoza podría ser la más parecida, pero hay una diferencia matemática: tiene menos habitantes y como consecuencia menos hinchas.

La capital de Córdoba se mueve al ritmo de Talleres y Belgrano, pero Instituto es un tercero en discordia que también está a la altura. Y cuando Racing peleaba campeonatos eran cuatro los clubes que le daban trascendencia al fútbol de la segunda ciudad del país. En el interior, entre otros, Estudiantes de Río Cuarto y Sportivo Belgrano de San Francisco no tienen nada que envidiarles a muchas de las instituciones que están en el primer nivel del país.

Córdoba es la única provincia con media docena de equipos en condiciones de jugar en Primera. Clubes grandes por su popularidad, su infraestructura y sus participaciones en los principales torneos que organiza la AFA. ¿Y entonces? Entonces, lo que se supone que debería ser una ventaja termina siendo una presión extra. No es casualidad que el fútbol cordobés no haya ganado ni un solo título oficial en la máxima categoría del país. Muchos clubes, muchos hinchas y pocos campeonatos.

El año de la pandemia dejó balances distintos para los cordobeses. Talleres, el único en Primera, cerró una muy buena participación en la Copa Maradona, perdiendo un solo partido y ganándole a los dos finalistas, compitió hasta la última fecha por un lugar en la definición.

Al margen del resultado final, lo mejor de Talleres fue que superó las expectativas previas. En un momento, el análisis de las altas y bajas planteaba muchas dudas. Se habían ido los puntales del equipo: Herrera, Medina, Godoy, Cubas, Dayro y Bustos. Y llegaban solamente apuestas: Hincapié, Córdoba y Lago. El objetivo estaba claro: acomodar la economía del club en un período de transición. Pero el panorama cambió cuando se sumaron Díaz, Retegui, Auzqui, Mac Allister, más las vueltas de Fragapane y Parede.

Los hinchas de la T querían creer, aunque no tenían motivos de sobra. Encima les tocó un grupo bravísimo en el sorteo de lo que todavía era la Copa de la Liga Profesional. El primer partido fue una sorpresa: contra un Newell’s de hombres, los pibes de Talleres se impusieron sin dejar dudas. Dudas que sí aparecieron después del flojo empate contra Lanús. Todavía no estaba claro qué sería el nuevo equipo del Cacique Medina.

La soberbia actuación de Talleres en la Bombonera, la noche del gol de Soñora, fue una primera muestra de lo que vendría: Navarro y Mendez en el medio, Rafa Pérez y Komar en la zaga central, más Tengalia y Díaz pasando todo el tiempo desde los laterales y la conducción de Pochettino como eje del juego. El Matador demostraba que podía pelearla. Estaba naciendo un nuevo equipo.

Curiosamente, después de ganarle a Boca, Talleres no volvería a sumar de a tres en la primera fase. Rescató un punto en Rosario y perdió de forma increíble sobre el final contra Lanús cuando tenía la clasificación en el bolsillo. Después, terminaría entrando a la zona campeón de lo que ya era la Copa Maradona gracias a un empate con Boca y una victoria del Newell’s de Kudelka.

Jugando entre los doce mejores del torneo, la T mostró su mejor versión y confirmó un gran acierto de Medina: Diego Luis Valoyes, el colombiano se convirtió en una de las figuras del equipo con goles y asistencias, llegando a la cima de las emociones con un grito agónico la noche del inolvidable 3 a 2 contra Banfield. La despedida del equipo, ganando en Santa Fe, les permitió a los hinchas inflar el pecho, orgullosos, porque además de ganar Talleres había estado a la altura de lo que demanda su historia.

Los más exigentes dirán: sí, todo muy lindo, pero le no alcanzó para llegar a la final y buscar el tan ansiado título que el fútbol de Córdoba reclama. Y tendrán razón, objetivamente tendrán razón, pero la subjetividad del análisis obliga a mirar un poquito más allá destacando que Talleres fue un buen equipo que hizo un buen torneo. Nada más ni nada menos.

Para Belgrano el 2020 fue muchos años dentro de uno solo. La reconstrucción, después del descenso, no arrancaba, el equipo se estaba quedando afuera de todo hasta que el fútbol quedó en pausa por la pandemia de Coronavirus. Las idas y vueltas sobre el formato de la Primera Nacional le terminaron dando una nueva chance al Pirata.

Fueron apenas siete partidos con tres victorias, tres empates y solo una derrota, que significó mucho más que una derrota. Antes del quiebre de Barracas, el equipo de Caruso debió ganarle a Mitre en Santiago del Estero pero no tuvo eficacia y luego goleó a Independiente Rivadavia. Después del escándalo contra el club de Chiqui Tapia ya nada volvería a ser lo mismo.

Belgrano empezó a vivir dos realidades paralelas. Por un lado, el show mediático de Caruso Lombardi que arremetía contra todos: el presidente de la AFA, su aliado Toviggino, el jefe de los árbitros, Beligoy, y todos los que se le cruzaran. Por otro lado, el equipo trataba de mantenerse competitivo: ganó en Madryn y después se impuso contra Nueva Chicago.

Antes de la finalísima en San Juan, Caruso Lombardi puso sus propios intereses por encima de los del club: renunció y dejó a su cuerpo técnico al mando. El empate sin goles contra San Martín le dio al Pirata una vida más para la última fecha.

En la previa de la definición, cuando parecía que nada más podía pasar, los dirigentes decidieron que Esteban González sería el nuevo técnico del equipo. La última imagen futbolística que dejó Belgrano fue de las peores: se le dio uno de los resultados que necesitaba —paradójicamente, una derrota de Barracas Central—, pero no pudo conseguir el propio y se despidió del ascenso.

Ahora soplan vientos electorales por Alberdi, después de muchos meses finalmente los socios podrán elegir entre Luis Fabián Artime y Armando Pérez. Uno de los dos tendrá la responsabilidad de devolverle al club el orden institucional y deportivo que le permita recuperar el protagonismo perdido.

Para Instituto la llamita de la ilusión sigue encendida. Cuando la pandemia frenó todo el equipo se estaba quedando afuera del Reducido, pero la ficha del cambio de técnico, con la llegada de Teté Quiroz, había empezado a torcer la historia con una goleada contra Tigre. El nuevo formato renovó las expectativas, después del mercado de pases quedó la sensación de que la Gloria tenía un mejor plantel que antes del parate y los resultados confirmaron la teoría.

Bien a lo Instituto, la clasificación llegó después de un empate increíble, que debía ser victoria para no depender de los otros, pero terminó siendo un punto; quizás de partida. La Gloria, que entró por el ventiluz, sabe que deberá correrlos a todos desde atrás y siempre le tocarán rivales que clasificaron mejor, pero el sueño de volver está intacto y a cinco finales.

Estudiantes de Río Cuarto es el equipo cordobés que más cerca está de cumplir con su objetivo, lo espera una final para ascender a Primera. El León mantuvo un rendimiento parejo antes y después de la pandemia. Es cierto que en las fechas iniciales del nuevo torneo le costó ganar, pero después de cuatro empates consecutivos metió tres triunfos en fila y goleó en la última fecha para meterse en la definición por el primer ascenso.

Para Estudiantes sería histórico llegar a la máxima categoría del fútbol argentino porque se convertiría en el primer club del interior cordobés en conseguirlo con plaza fija. Además, reverdecería los laureles de sus tres Nacionales que lo destacan como el único equipo de Córdoba que jugó en Primera fuera de la Capital.

Otro que está en la dulce espera, mirando hacia arriba, es Sportivo Belgrano, que empezará en Salta frente a Central Norte su camino de cuatro pasos buscando volver a segunda división. La Verde ganó de punta a punta su zona en la Reválida y quiere recuperar el lugar que perdió hace poco más de cinco años.

El fútbol de Córdoba, ese que supo tener cinco equipos jugando juntos en Primera, y que luce con orgullo las tribunas llenas en la mayoría de sus estadios, ese mismo que aportó campeones del mundo, sabe que tiene una deuda histórica con su gente: las vitrinas vacías de títulos en Primera División.

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