Carlos "El Bocha" Houriet, 30 años relatando fútbol.

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“El Bocha” Houriet, 30 años gritando goles desde el alma

11/04/2021 | 14:43 | Un homenaje al histórico relator de Cadena 3, que cada fin de semana emociona a los hinchas de los clubes de Córdoba. Un 12 de abril de 1991, en un partido de Racing de Córdoba, nacía el romance entre él y la gente.

Jorge Parodi

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Carlos Andrés “El Bocha” Houriet: 30 años gritando goles desde el alma

La emoción del "Bocha" Houriet tras su homenaje por los 30 años de relatos

Carlos Andrés "El Bocha" Houriet es un vibrante relator de fútbol que lleva 30 años cantando goles, dejando el alma en cada grito.

Ese apasionado e inigualable grito de gol del Bocha produce contagios masivos de emoción, sin que hayan descubierto vacunas eficaces que lo impidan.

Sin guardarse nada, dando todo lo que tiene y hasta lo que no tiene, como en la vida.

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Su garganta es sólo la extensión de un alma simple, clara, generosa, visceral y transparente.

El Bocha Houriet es el relator de todos, el narrador del pueblo.

Houriet es el sensible intérprete de las sensaciones de la gente común, que comparte esa pasión inexplicable y visceral que es el fútbol.

Su emoción es tan genuina como la del hincha.

Y si se trata de los clubes de Córdoba, ni hablar.

Como su maestro Víctor Brizuela, El Bocha es un defensor a ultranza del futbol cordobés.

El oyente lo sabe y lo elige.

Por eso pertenece a esa casta privilegiada de cordobeses al que no le hace falta ni nombre, ni apellido, con solo nombrar que es EL BOCHA, está todo dicho.

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Relató tres Mundiales, finales de Copas Libertadores, Copas América, partidos y goles de todo tipo y de todos los colores, pero cuando se trata de Ta-Ta-Ta- Talleres, Celeste...Celeste... Celeste o de la Gloria, de la Gloria de la Gloria, todo suena distinto: allí el alma sale a borbotones .

Es que el Bocha es un promotor de sensaciones, un vendedor ambulante de uñas para devorar durante un partido de fútbol.

Tipo simple, familiero, amiguero y buena onda.

Siempre con el chiste a flor de labios y la risa estentórea.

Siempre mirando a los costados para ver quien necesita una mano, como cuando promovió un comedor comunitario en la crisis del 2001 en su Berrotarán, en el que él mismo era el mozo y el cocinero.

El Bocha tiene la costumbre de saludar cariñosamente con un poderoso cabezazo en el hombro, que te queda más hundido que el Titanic.

Es más bien un obrero, que un artista del micrófono, suda la camiseta, corre y mete solidariamente a favor de sus compañeros.

Es como el Blas Giunta de los relatores, huevo, huevo y más huevo.

Disfruta de contar su vida y su experiencia a los más jóvenes.

Es un mágico relator de historias propias y ajenas.

Es un cantante de tangos en potencia y un vibrante recitador vocacional.

El Bocha es un propagandista de la amistad y los buenos asados.

Un padre comprensivo y orgulloso.

Carlos Houriet nunca olvidó ni su origen, ni lo que tuvo que pasar para disfrutar de este presente.

El Bocha es el relator de la gente y como la gente.

Carlos Andrés el Bocha Houriet nació en Villa María el 22 de noviembre de 1962.

Junto a sus cinco hermanos tuvo una infancia feliz. Su mamá fue maestra y le enseño a ser derecho y responsable. Se nota a simple vista que fue su mejor alumno.

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Camino a la escuela imitaba a los grandes relatores y soñaba con ser como ellos.

Sus padres se separaron y El Bocha tuvo una adolescencia difícil. Padeció necesidades y carencias.

Terminó el secundario en un colegio técnico y a los 18 años, colado en un avión Hércules se fue a probar suerte a Ushuaia junto a un amigo.

Todo le costó mucho, sufrió el frío, sintió la soledad en primera persona y la pasó mal.

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Trabajó en todo lo que uno puede imaginar: desde la cocina de un restaurant, hasta parando palos de bowling.

Volvió a Córdoba por unos días y la vida, el destino o como quieran llamarlo, lo puso de cara al amor, cuando le sonó el despertador del corazón.

Como en el cuento de Cenicienta, pero al revés, con una princesa como protagonista.

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Conoció a Marilina, La Gringa y su vida cambió.

Hace más de 30 años que están juntos y formaron un familia maravillosa y entrañable.

Entonces volvió a Córdoba, más precisamente a Berrotarán, para comenzar a escribir la mejor parte de su historia. No más soledad, ni carencias, ni sueños sin cumplir.

Se animó al relato durante dos temporadas en su pueblo y luego pasó a Radio Río Cuarto siguiendo la campaña de Estudiantes del Imperio del Sur en el Regional.

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La vida volvió a sorprenderlo, casi sin esperarlo, ni creerlo. recibió el llamado de Víctor Brizuela para hacer una prueba en la vieja LV2.

Los nervios, la ansiedad , la necesidad y las ganas se aferraron a un micrófono de peso y a un comentarista de colección.

Víctor Brizuela le brindo su sabiduría, el Bocha le dio a cambio su entrega absoluta en el micrófono y su natural alegría de vivir.

El sueño se hizo realidad. Aquel niño que imitaba grandes relatores y quería ser como ellos, empezaba a cumplir su fantasía.

Un 12 de abril de 1991, en Nueva Italia, Racing de Córdoba enfrentaba a Douglas Haig de Pergamino, fecha 35 del entonces Nacional B, ganó el equipo bonaerense por 2 a 1. 

Ese día nació el romance entre el relator y la gente.

Una radio a transistores pegada a la oreja fue la celestina de un amor inoxidable.

La costumbre de elegirlo se multiplicó con el tiempo y los momentos compartidos con la excusa de simples partidos de fútbol.

En 1994, junto a todo el equipo de Brizuela, pasó a relatar en la vieja LV3.

Fueron miles de goles, de kilómetros recorridos, de días de radio y de fútbol.

Fueron inolvidables alegrías y demoledoras tristezas siguiendo a los equipos cordobeses por los más recónditos rincones del país.

Ascensos y descensos, dulce de leche y limón, ilusiones y decepciones, momentos narrados por la misma voz infaltable, como esos amigos de fierro, que te acompañan en las buenas y en las malas.

Armando el bolsito, tomando el bondi, dejando a los que más quiere, para llevar adelante su pasión: relatar.

El Bocha gritó todo tipo de goles, hasta uno imaginario de Argentina contra el coronavirus, que fue un mensaje, un grito de esperanza, que nació como un juego y se viralizó.

El Bocha, cantó goles en todas las canchas y en todas las geografías.

Desde el lujo de una cabina mundialista, hasta desde una silla de umpire de tenis en alguna cancha de tierra adentro.

Gritos de goles inolvidables y otros que mejor no recordar.

Entre los primeros:

El gol de Julián Maidana que le sirvió a Talleres para ganar sobre la hora la Copa Conmebol.

La agónica Promoción de Belgrano contra Quilmes

El golazo del tano Riggio que significo el ascenso de instituto.

El Bocha no registra fechas, ni horas, es que la emoción compartida de un grito de gol desde la radio no prescribe con el tiempo, sino que se agiganta con el paso de los años.

Sus frases y latiguillos forman parte de la cultura colectiva y florecen como la primavera los imitadores que nacen de la admiración:

Aaaaparece!! Cuando antes de la pandemia los estadios explotaban en papelitos y expectativas con la salida al campo de juego de los protagonistas.

Ya juegan, Y juegan, Y juegan… cuando la pelota se pone en movimiento.

Ahahahahayyyyy es el grito que resuena como un parlante mientras los hinchas se agarran la cabeza por esa pelota que roza el palo y casi se mete.

45 minutos 10, 11, 12, cuando el tiempo de descuento parece ser eterno.

Algo pasa en el área que para allá van todos, cuando hay centro que entraña peligro o un córner.

Preparen apunten fuegolll, en un penal o un tiro libre que termina con un final feliz.

El relato del Bocha Houriet es la banda de sonido del fútbol de los cordobeses.

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El Bocha reside en Carlos Paz.

Carlos Andrés, El Bocha Houriet, tiene una vida llena de afectos, que es superadora de cualquier altibajo profesional. Ellos son los que apuntalan el alma, la misma que grita los goles sin guardarse nada.

Es un tipo simple y sencillo, que además relata fútbol por radio.

Es el feliz marido de la Gringa omnipresente en cada conversación y en cada latido de su corazón.

El papá orgulloso de dos jóvenes que valen oro: Franco y María Victoria.

Es el abuelo que lleva a Benja y a Tomás a la guardería, con el babero virtual incorporado y visible para todos, menos para él.

Es el amigo de la mesa extendida en la Mundial del Rafa Pontieri con tipazos como Falucho Laciar, Daniel Willington, el Negro Videla, el Víctor Quinteros y Pablo Lozano, entre otros.

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Es el que siempre tiene una anécdota para estrenar.

El que tiene una intensidad de carcajada que se mide en la escala de Ritcher de todos los sismógrafos de la alegría.

El Bocha es un agradecido de la vida.

Un merecedor de sueños cumplidos.

Como French y Berutti en la Plaza de Mayo en 1810, Carlos Andrés Houriet cumple 30 años repartiendo escarapelas de emociones con forma de goles.

El Bocha deja el alma en cada grito de gol.

Un alma, sin dobleces, sin resentimientos.

Un alma simple, clara, generosa, visceral y transparente.

Un alma, que grita goles entregando todo y que tiene el diploma de buena gente, que desde hace 30 años certifican y renuevan sus oyentes.

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