Un “piquete” en altamar: la única protesta fue por ver a La Konga bien de cerca

Lo que parecía una escena insólita terminó siendo una postal perfecta del clima que se vive a bordo del Costa Fabulosa.

Mientras el crucero recorre Buenos Aires y Punta del Este, con shows y fiestas durante todo el día, una multitud reunida en la cubierta llamó la atención de más de uno.

¿El motivo? Nada de reclamos ni malestar: todos querían estar adelante en el show VIP de La Konga, que comenzaba a las seis de la tarde en versión sunset.

“Yo quiero tener estos problemas”, bromeó uno de los pasajeros al encontrarse con lo que describió como un verdadero “piquete”, aunque cargado de alegría, música y expectativa.

El episodio ocurrió en el marco del Ocean Fest, el evento que convirtió al barco en una pista de baile flotante.

Entre los manifestantes había pasajeros de distintos puntos del país. Marta y Oscar, de Saturnino María Laspiur, Córdoba, esperaban con entusiasmo.

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“Estamos haciéndole la guanta a La Konga, el pan pan de La Konga”, dijeron entre risas. Para ellos, lo mejor del crucero es “todo: la diversión, la comida, la organización”.

Desde Ramos Mejía, un grupo de amigas coincidía en que la fila valía la pena: “Queremos estar primeras para ver a La Konga. Todas juntas”.

Otros, directamente, reconocían que el mayor problema era no poder despegarse de la barra o conseguir un buen lugar entre tanta gente.

El clima festivo se repetía en cada testimonio. “Lo estoy pasando bárbaro. Esto es una experiencia que te la vas a acordar toda la vida”, aseguró un pasajero porteño, mientras aguardaba su turno para ingresar al sector del show.

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La expectativa creció aún más cuando se anunció que, en minutos, se habilitaría el acceso a la zona de piscina y jacuzzis para disfrutar del recital desde allí.

Con 13 pisos, cerca de 4.000 personas a bordo entre pasajeros y tripulación, y todos los servicios imaginables restaurantes, spa, gimnasio, atención médica, el Costa Fabulosa funciona como una verdadera ciudad flotante.

Aunque el barco amarró en Punta del Este y muchos optaron por bajar a recorrer la ciudad, otros prefirieron quedarse y vivir la experiencia completa sin moverse del crucero.

Un dato que resume el espíritu del viaje: el 70% de los pasajeros son cordobeses, protagonistas de una fiesta que, lejos de cualquier conflicto, tuvo como único reclamo posible el deseo de estar lo más cerca posible del escenario.

En este crucero de lujo, las “manifestaciones” se miden en aplausos, baile y ganas de seguir celebrando.

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Informe de Agustín González