Segundas oportunidades en la lucha contra las adicciones

Dar una segunda oportunidad —y a veces una tercera o una cuarta— puede ser el primer paso para reconstruir una vida. Con esa premisa, Cáritas Córdoba impulsa desde hace casi dos años el Abordaje Pastoral y Comunitario de las Adicciones, un programa integral de prevención, acompañamiento y reinserción social destinado a personas con consumos problemáticos, especialmente en contextos de alta vulnerabilidad. La iniciativa se apoya en una mirada comunitaria que va mucho más allá de lo terapéutico y pone el acento en la contención, los vínculos y la dignidad de cada persona.

“Recibir la vida como viene” es uno de los lemas que guía el trabajo cotidiano de los Hogares de Cristo, explicó Juan Esteban Álvarez, coordinador del área de adicciones de Cáritas Córdoba. A través del fortalecimiento y la animación de estos espacios, la organización acompaña a personas en situación de calle, con consumos problemáticos y, en muchos casos, con trayectorias marcadas por la exclusión social. En el último año, además, se abrieron tres nuevos centros barriales en Alberdi, Ameghino Norte y Argüello, y se puso en marcha la Casa Libertad, destinada a acompañar a personas que recuperan la libertad tras haber estado privadas de ella.

El abordaje es integral y se despliega en distintos dispositivos. Hay espacios ambulatorios —los centros barriales— donde se desarrollan talleres de acompañamiento psicológico, arte, música, literatura y teatro, y también instancias residenciales como refugios y granjas, donde las personas viven las 24 horas y transitan procesos más profundos. “Lo fundamental es crear comunidad, que se sientan familia, que encuentren un lugar donde no sean juzgados y puedan ser escuchados”, señaló Álvarez. En muchos casos, quienes ya atravesaron el proceso se convierten en “acompañantes pares”, una figura clave para alentar y sostener a quienes recién llegan.

El trabajo se articula además con hospitales, escuelas y organizaciones sociales del territorio, para atender la salud integral, garantizar el acceso a la educación y acompañar la reconstrucción del proyecto de vida. “El proceso de las adicciones no es lineal. Hay recaídas y eso es parte del camino. Por eso acá se brindan segundas oportunidades, las veces que haga falta”, remarcó el coordinador. Una convicción que sintetiza el espíritu del programa: nadie se salva solo, y es en comunidad donde se vuelve posible empezar de nuevo.

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