Dos estudiantes mendocinos crearon su propio aceite de oliva

En Mendoza, dos estudiantes de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Cuyo decidieron transformar una inquietud académica en un emprendimiento real: un aceite de oliva propio, bautizado Pasante.

Julián Ginart Crede y Santiago Carracedo están en quinto año de la carrera y, casi sin proponérselo, dieron vida a un proyecto que ya se vende en distintas provincias del país. Todo empezó con una simple chispa: las ganas de aprender a hacer aceite de oliva. En Mendoza, donde la cultura de las conservas es parte de la vida cotidiana, ambos se acercaron a un profesor con la idea. Y la respuesta fue más que alentadora: en la facultad contaban con una fábrica equipada, la almazara, y la posibilidad de realizar pasantías allí.

Ese fue el punto de partida. Durante toda la temporada pasada, cursaban por la mañana y se instalaban en la planta por la tarde. Aprendieron cada paso del proceso, acompañados por la guía de Mónica, la jefa de la fábrica, a quien reconocen como clave para alcanzar una calidad profesional desde el primer lote. “La calidad fue excelente, todo gracias a ella”, remarcan.

Emprender con lo que hay: esfuerzo, creatividad y ayuda familiar

Sin grandes capitales, apostaron al trabajo propio. Etiquetas, insumos y trámites los resolvieron ellos. Para los costos más pesados —botellas, materia prima— recibieron una mano de sus familias. Incluso la facultad, que debía cobrarles ciertos servicios, les permitió pagar parte de esa deuda con aceite.

Pero el verdadero desafío llegó al momento de formalizarse. Obtener el Registro Nacional de Productos Alimenticios (RNPA) fue una odisea: trámites que volvían, revisiones, requisitos técnicos y un contexto político de reorganización institucional. “Fue de lo más difícil, meses hasta que nos lo aprobaron”, recuerdan. Sin asesoramiento externo, aprendieron a fuerza de insistir.

De Mendoza al resto del país, apalancados en las redes

La comercialización fue otro mundo desconocido. Abrieron un Instagram —@somospasantes— y empezaron a mostrar su historia. Los primeros compradores fueron compañeros, amigos y docentes. Luego llegó un impulso inesperado: la cuenta Talento Argentino, viral en redes, se interesó por la iniciativa y la difundió.

El efecto fue inmediato. Pedidos desde Rosario, Pilar, Pergamino, Comodoro Rivadavia y otras localidades del país demostraron que la historia conectaba con una audiencia más amplia. Además del aceite, los jóvenes comparten contenidos educativos sobre producción, materia prima y procesos industriales: “Nos interesa que la gente conozca lo que consume”.

El sueño de crecer sin perder la esencia

A meses de recibirse, sueñan con consolidar Pasante y ampliar el catálogo: envases más grandes, nuevas líneas y, a futuro, incursionar en otras industrias alimentarias que los apasionan. Una fábrica propia es una meta que imaginan a largo plazo, siempre ligada a su formación.

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Por ahora, no han gestionado créditos ni financiamiento, aunque saben que será un paso clave para expandirse. “Arrancamos con poca plata, lo que teníamos. A futuro sería fundamental para crecer”, admiten.

El blend que los distingue

Su aceite está elaborado con dos variedades de oliva: una aceitera, más suave y de alto rendimiento, y la criolla o arauco, típica de Argentina, más intensa y picante. El blend resulta en un perfil equilibrado, pensado para quienes disfrutan de un aceite con carácter pero accesible al paladar diario.

La historia de Julián y Santiago muestra que la Argentina posible existe cuando hay docentes que acompañan, instituciones que abren sus puertas, familias que empujan y jóvenes que se animan a dar el primer paso. Dos estudiantes que aún no terminaron la carrera ya tienen un producto registrado, de calidad y en plena expansión.

Desde Mendoza al país, su camino recién empieza. Y promete seguir creciendo.

Entrevista de Claudio Giglioni