La Argentina, hoy
11/07/2025 | 07:35
Redacción Cadena 3
El médico pediatra argentino, creador de la fundación CONIN, Abel Pascual Albino ofreció una profunda conversación sobre la desnutrición infantil, la trayectoria de su organización y la importancia del capital humano en el desarrollo de un país.
¿Quién es el Doctor Albino? ¿Qué es CONIN? ¿Cómo nació? ¿De dónde viene?
Yo soy médico de niños, soy de Mendoza, esa es mi casa, ahí está mi familia, aunque yo ando por todos lados. Es sorprendente cómo me muevo porque hay Conines en todos lados y donde no hay Conines estoy abriendo nuevos.
Yo soy médico tucumano. Estoy muy agradecido a la Universidad Nacional de Tucumán. Sueño con que se amplíe esto y que llegue el día en que cada niño pueda desplegar su potencial genético para tener igualdad de oportunidades.
Usted estudió y se formó también en Chile, y allí se inspiró para hacer CONIN, ¿cierto?
Fui a Chile para hacer enfermedades infecciosas, siguiendo el consejo de mi profesor quien me dijo que para ser un buen infectólogo debía primero ser pediatra por al menos diez años. Obtuve una beca para pediatría en el Hospital Luis Calvo Mackenna, en Chile. Allí, a mis 24 años, conocí al Dr. Fernando Monckeberg, que entonces tenía 44 años. Él había estudiado la desnutrición y ya sabía cómo abordarla, habiendo fundado el centro de investigaciones médicas más grande de América Latina.
Empecé a observar los resultados de su trabajo, y me sorprendió cómo las condiciones de toda la población chilena mejoraban.
Chile era un país muy pobre, con una mortalidad infantil de 130 por mil en esa época, mientras que hoy tiene 7 por mil.
¿Y Argentina, cuánto tiene?
Más de 20. Durante mucho tiempo no se contaban a los pobres ni a los desnutridos; el diagnóstico de desnutrición incluso "no existe" en ciertos libros internacionales, lo que nos permite "zafar" de la realidad.
Usted dice que estudiando infectología, se "infectó" de una idea que ese profesor le transmitió
Yo vi los resultados en Chile. El promedio de vida en Chile era de 38 años en mi época, y hoy es de 80 para hombres y 83 para mujeres. El analfabetismo era del 30%, hoy es del 2%. El acceso a la universidad pasó del 2% al 49%. Los chilenos crecieron 12 centímetros en los últimos 25 años. Hoy, el 72% de la población chilena tiene secundaria completa.
Volvió a cruzar la cordillera y en Mendoza dijo: "Voy a empezar a transmitir la idea y a organizar para que los chicos recién nacidos tengan la oportunidad de vivir".
Yo empecé a controlar los resultados y me sorprendía cada vez más. Estaba en la clínica universitaria de la Universidad de Navarra y un buen día dije, "¿Qué nos pasó a nosotros, por Dios? ¿Qué pasó con este gran país? El asombro del mundo," nos decían el asombro del mundo, nos siguen diciendo así porque nadie entiende cómo hicimos para caernos.
Fundir este país es como hundir un corcho, es un milagro, y lo hemos logrado.
¿Con quién empezó a hablar para decir "Bueno, yo voy a hacer esto"?
No, cuando me convencí, volví a Chile y decidí volver a Argentina porque soy médico de niños de un país que no ha solucionado su pasado. Pasé por el Vaticano y escuché a Juan Pablo II en mayo del 92 decir: "Sigan el ejemplo del Beato José María. Ocúpense de los más pobres, de los más necesitados". Eso me golpeó. Mi esposa, ya fallecida, me dijo que si lo sentí así, debía obrar en consecuencia. Pensé: ¿Quiénes son los pobres? Aquellos con problemas neurológicos debido a la desnutrición. Me dedicaría a la debilidad mental. Renuncié por segunda vez en Europa, volví a Argentina, y organizamos un curso, invitando al Dr. Monckeberg.
En ese momento, en América Latina, un 40% de familias vivía en pobreza crítica y un 20% en pobreza absoluta, afectando a 60 millones de niños. Él advirtió que 60 millones de niños dañados serían un lastre para el despegue de estos países.
¿Cómo hacemos para que un chico no sea desnutrido ¿Cómo lo logramos?
El niño tiene que recibir alimentación y estimulación. Las neuronas en la corteza cerebral emiten hasta 15 mil conexiones cada una. Para un buen "cableado neurológico", se necesita 50% buena alimentación y 50% buena estimulación. Es "un trago de leche y un beso". Si no se le besa, no se le estimula la imaginación, no se le engancha, no se "cablea". El niño necesita estímulo amoroso, repetido y frecuente. No solo de la mamá y el papá, sino de todo el entorno.
¿Qué pasa con esas mamás que le están dando de mamar al bebé y no lo miran?
Como dice Claus, un alemán: "No existe acto más humano, acto que hable más del espíritu trascendente que anima al hombre, que la sonrisa de la madre que amamanta y la mirada profunda del hijo que se nutre. Cuando una mujer da de mamar, tanto ella como su hijo se están volviendo más humanos.
La familia es la única escuela de humanidad que existe. Es donde se aprende a ser hombre, mujer, a respetar a los ancianos, a los bebés, a los enfermos.
CONIN es una red muy grande que necesita recursos todo el tiempo. Repita el número de chicos recuperados.
Sí, tenemos 114 centros en el país. Hemos recuperado 45.500 niños. No es un logro solo mío; tengo un equipo de 500 profesionales en todo el país, de quienes estoy muy orgulloso.
Cómo la gente puede ayudar. ¿Hay alguna cuenta?
Que se metan en internet, en www.conin.org.ar. En Instagram, Fundación Conin. Allí encontrarán cómo donar a través de Mercado Pago.
Antes de cerrar, ¿Qué libro nos recomendás?
Un libro que me encanta es "Hablar con Dios" de Francisco Fernández Carvajal. Es monumental, una guía de sentido común, caridad cristiana, sensibilidad social, amor al prójimo, teología y buena filosofía.
Entrevista de Sergio Suppo.
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