El papa Francisco dejó huellas imborrables con su enfermero en sus últimas horas de vida

El papa Francisco tuvo un emotivo gesto de agradecimiento hacia su enfermero personal, Massimiliano Strappetti, en sus momentos finales. En lo que fue su última aparición pública, el domingo pasado, el Pontífice se dirigió a los fieles desde el papamóvil y, visiblemente conmovido, expresó: "Gracias por haberme traído de nuevo a la Plaza".

El sábado previo, ambos habían recorrido la Basílica de San Pedro, donde el Papa, con tono de duda, preguntó a Strappetti: "¿Crees que podré hacerlo?". El enfermero lo tranquilizó, brindándole apoyo en sus últimos días.

Esa misma jornada marcó su último contacto telefónico, realizado a Gaza. El sacerdote argentino Gabriel Romanelli compartió que Francisco se comunicó mientras preparaban la Vigilia de Pascua. "Expresó su cercanía, su oración, su bendición", relató Romanelli, quien estuvo en la llamada junto al padre Yúsuf y la hermana María, momentos que se convirtieron en un adiós solemne.

Romanelli comentó que el Papa significaba mucho para ellos: "El Papa era, para nosotros, un feligrés. Ahora somos 50, porque 49 cristianos han muerto durante la guerra, 20 de ellos de forma violenta". En esta expresión de dolor, se reflejan las huellas que el Santo Padre dejó incluso en el dolor ajeno.

Además de estos gestos, el legado del papa Francisco incluye una carta sobre Siria, en la que instó a no perder la esperanza, y el prefacio de un libro donde reflexionó sobre la vejez y la muerte, asegurando que "la muerte no es el final, sino un nuevo comienzo".

El lunes pasado, Francisco falleció a los 88 años, después de más de una década de liderazgo espiritual. Su partida fue en silencio, agradeciendo, consolando y con la paz que emanaba su fe.