Hospital Bocalandro, partido 3 de Febrero
Hospital Bocalandro, partido 3 de Febrero
Hospital Bocalandro, partido 3 de Febrero
Hospital Bocalandro, partido 3 de Febrero
Hospital Bocalandro, partido 3 de Febrero

Inseguridad en Argentina

Los consumidores consumidos que llegan al hospital

14/02/2023 | 09:30

En un centro asistencial que tuvo un rol clave en la crisis por la cocaína envenenada en Puerta 8 hoy se advierte una agresividad que no deja de crecer.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

El Hospital Bocalandro es un campo de batalla. Una trinchera en la que el objetivo es darle pelea a la muerte. Ubicado en el partido 3 de Febrero, a pocas cuadras de Puerta 8, en el febrero anterior, este centro asistencial del conurbano bonaerense fue testigo privilegiado de una masacre.

Allí fueron derivados, de urgencia, los consumidores intoxicados con la cocaína envenenada que se comercializó en Puerta 8 en medio de una brutal guerra de bandas narcos en procura del copamiento territorial.

Junto a otros hospitales de la zona, ya que ninguna daba abasto por sí solo, el Bocalandro vivió horas dramáticas que nadie podrá borrar de sus recuerdos.

"El primer indicio había sucedido 15 días antes, cuando llegó un paciente de esa zona, que en el hospital ya conocíamos, y lo trajeron descompensado. Y a los 15 días comenzaron a caer todos estos chicos, a los que había que entubar".

La que cuenta es Paola Castillo, una licenciada en Enfermería que hace dos décadas sabe lo que es transitar los pasillos de los hospitales del conurbano bonaerense. Un termómetro social que suele dar indicios mucho antes de que los síntomas finalmente se hagan visibles.

Fueron horas de espanto: "Había pacientes que recibían el alta y al otro día ya estaban de nuevo internados, porque volvían a consumir. Algunos quedaron acá y otros no. La cocaína siempre está mezclada con cualquier cosa, hasta con veneno de rata, pero nunca había pasado algo así".

El avance del narcotráfico fronteras adentro del país genera un estrago social cuyas consecuencias aún son inconmensurables. Pero esta frontera entre los partidos de San Martin y 3 de Febrero, donde la pobreza se mimetiza con el crimen organizado, mucho de la descomposición social ya está saliendo a la superficie.

En el hospital han tomado nota y desde hace un tiempo ya disponen de un equipo especial de contención psiquiátrica y psicológica para aquellos que ingresan intoxicados con alguna droga. Pero en buena parte de estos casos, el paciente no asume que tiene un problema y la ayuda resulta infructuosa.

"En todas las esquinas tenés un chico que la está pasando mal con las drogas, en cualquier horario. Y más con el consumo de alcohol, que se potencia", agrega Paola, antes de contar cómo esta situación callejera termina por aparecer dentro del hospital.

"A esto lo estamos viendo ahora: pacientes jóvenes a los que tratamos en el hospital y a la semana vuelven a caer. Y te dicen 'me la di en la pera de nuevo'". Consumidores consumidos.

Las guardias ya no son una lucha contrarreloj con la muerte. Sino que en el medio se cuela una conflictividad social que es mucho más que un llamado de atención.

"Hay agresividad. La gente viene agresiva, lo mismo que sucede afuera del hospital. A veces no se sabe si es por la influencia económica o si es por el consumo de alguna sustancia, pero se nota una mayor agresividad al personal. Muchas veces nos preguntamos para qué sirvió todo el esfuerzo que hicimos durante la pandemia, porque parece que el otro no lo vio", dice Paola. 

La enfermera no duda en enfatizar el cuadro de situación actual: "Tanto el paciente como el familiar vienen agresivos. Noto que vienen peores que antes".

Y sigue: "Encontrás padres que vienen con problemáticas de consumo y que así traen a sus hijos a la guardia. La niña dice que le duele la panza, pero la vemos a la madre que la trajo y no puede ni hablar por el consumo. Hay un índice alto de pacientes que está viniendo también con problemáticas psiquiátricos. Pero sobre todo, se advierte un abuso de sustancias".

El consumo de drogas se desparrama como una mancha que contamina todo. Pacientes intoxicados, fuera de sí. Familiares enajenados, más violentos. Pero también se presenta como un serio obstáculo al momento de una intervención de urgencias.

"En una guardia -dice Paola- te encontrás con todo: politraumatizados, baleados, con mucho consumo de drogas. Llegan heridos y tenés que hacer estudios porque no sabes qué tipo de drogas consumió. En muchos casos, cuando llega una persona herida y tiene que ser anestesiada se tiene que reforzar la medicación o directamente modificarla. Pero el paciente niega en ese momento haber consumido, lo que genera todo un problema al momento de la atención".

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