Ochoa: "Pese a la crisis, los venezolanos son extraordinarios" (Por Juan Schulthess)

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El "trotamundos" cordobés que es capitán en Venezuela

13/10/2019 | 08:25 | Se llama Joaquín Ochoa, tiene 26 años, es oriundo de Buchardo y juega de defensor. Tras pasar por varios clubes, recaló en el fútbol de ese país. Contó a Cadena 3 su historia y la visión que tiene de la coyuntura venezolana. 

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Ochoa: "Pese a la crisis, los venezolanos son extraordinarios" (Por Juan Schulthess)

"Ma, me voy a jugar a Venezuela". La frase se amplificó como si hubiera sido pronunciada en lo profundo de una catacumba y retumbó en las paredes de la casa de los Ochoa en Buchardo, una pequeña localidad del sur de la provincia de Córdoba.

El miedo se apoderó del cuerpo de Elena sin pedirle permiso. Compañero inmanente de sus últimos años, recorrió sus venas y le cerró la garganta. Quiso responder, pero apenas pudo emitir un sonido ahogado. "Joaco", su hijo menor, un trotamundos de la pelota, la tenía acostumbrada a prolongadas ausencias en el pueblo. Sin embargo, no esperaba oír de su boca ese destino.

El fútbol es mucho más que 22 tipos corriendo atrás de una pelota. Es un inmenso negocio global, pero también es la prístina pasión que derraman cinco pibes en un baldío, con las remeras jugando de palos y un travesaño invisible. Es el inflador de billeteras gordas, pero también la excusa que puede premiar con una gaseosa al que gana el partido entre amigos. Es el sufrimiento de uno en silencio y el motor de multitudes. Es el constructor de sueldos con muchos ceros, y también el hacedor de infinitas historias. Como la de Joaquín Ochoa.

Nacido hace 26 años en ese pueblo cordobés donde las paredes de una casa aún guardan el eco del "me voy a jugar a Venezuela", desde chico empezó a mostrar su amor por la redonda. Las inferiores de Instituto fueron el cimiento de su sueño, pero no pudo llegar a primera. Una rotura de ligamentos amagó con soplarle la ilusión, pero sabía que en el fútbol, como en la vida, siempre hay revancha.

Ese fuego interno lo llevó a conocer el mundo: jugó en Jorge Newbery de Buchardo, Club Atlético Rivadavia de América (Buenos Aires), General Paz Juniors, Unión San Vicente, Universitario de Tarija de Bolivia y en España y Andorra antes de recalar en un país que no es noticia por el deporte más popular en Argentina, sino por una grave e incesante crisis institucional, social, política y económica.

"Mi hermano tenía un contacto en Venezuela; llegué gracias a él. Nuestro currículum es nuestro video y el paso por nuestros ex equipos. Pese al contexto social, los venezolanos son extraordinarios, con una hospitalidad fenomenal. A pesar de la crisis, tiran para adelante", destacó Ochoa, en diálogo con Cadena 3. 

Vivir en Venezuela

Joaquín se radicó en Guanta, localidad ubicada en el noroeste del estado Anzoátegui, que está próxima a Puerto La Cruz, donde se ubica el estadio del club en el que juega el cordobés.

"Pude palpar la realidad. Nosotros tenemos las comidas y las mejores condiciones, pero el venezolano está sufriendo", relató, y marcó que el principal problema que vislumbra es el alimenticio, enmarcado en el bajo poder adquisitivo en relación a los precios.

La polarización que atraviesa la coyuntura argentina entre quienes están a favor o en contra del oficialismo, potenciada por ser un año electoral, se replica desde hace mucho tiempo también en Venezuela.

En ese sentido, opinó que “embanderarse de un lado u otro” desde una óptica externa “no es bueno”. "Hay gente que habla en Argentina sobre Venezuela sin saber lo que es vivir allá”, subrayó.

"Es difícil ser venezolano en Venezuela”, sentenció.

Capitán con tonada

Al poco tiempo de llegar a Venezuela, Joaquín se ganó la confianza de sus compañeros y del director técnico, y el brazalete de capitán gobernó su brazo izquierdo en los partidos de Petroleros de Anzoátegui.

"Lo fui durante algunos partidos. El técnico siempre tiene dos o tres referentes para que sean guías. Un líder trata de motivar al equipo y enfocarlo a lo que quiere el entrenador, que me dio la posibilidad de estar entre esos tres líderes”, remarcó.

En su experiencia en ese país, Joaquín se vio sorprendido por un factor que graficó como un denominador común de sus ciudadanos: la alegría. Alegría que se materializa en los rostros y el trato interpersonal, como un antídoto natural para enfrentar la crisis, o al menos, para paliar sus efectos.

"El venezolano es una persona muy alegre pese a la crisis. Eso me llamó la atención. El argentino creo que no aguantaría, con el estrés, una crisis como la de allá. Los veo alegres y menos materialistas y consumistas que el argentino”, consideró.

El “ma, me voy a jugar a Venezuela” aún sigue resonando en Buchardo, y lo hará por un tiempo más. Sin embargo, mamá Elena, papá Eduardo y los hermanos de Joaquín, Natalia y Eduardo, saben que una rotura de ligamentos o la incertidumbre de ir a un país en crisis no son obstáculos para el capitán cordobés, que seguirá siendo un “trotamundos” que lleva su sueño (y su tonada) a donde el fútbol lo lleve.

Informe de Juan Schulthess

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