Entrevista completa a Norma Morandini
"En esta elección optamos entre democracia y autoritarismo"

NORMA MORANDINI

"En esta elección optamos entre democracia y autoritarismo"

27/05/2019 | 15:14 |

La periodista y titular del área Derechos Humanos del Senado juzgó ”deshonesto” que el kirchnerismo “se aproveche” de la democracia para tratar de “fundar otro régimen”.

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Entrevista de Carlos Sagristani

La directora del Observatorio de los Derechos Humanos del Senado, Norma Morandini, evaluó que las próximas elecciones presidenciales serán “las más dramáticas”, porque lo que está en juego es la continuidad del sistema democrático republicano.

Argumentó que el kirchnerismo tiene una concepción “autoritaria” y que pretende aprovecharse de la democracia para conquistar el poder y luego intentar cambiar la Constitución con el propósito de “fundar un nuevo régimen”.

Periodista de extensa trayectoria, Morandini fue también muy crítica con el modo en que actualmente se ejerce la profesión. Consideró que el periodismo quedó prisionero de una falsa grieta. “La única grieta es la de aquellos que están con la democracia y aquellos que no”, opinó.

Acusó además al periodismo de banalizar el debate público ocupándose más de las personas, de lo que dicen unos y otros, que de “las ideas y los valores”.

-¿Qué impresión te dio ver a una ex presidenta sentada en el banquillo de los acusados en un juicio por corrupción?

-Me dio tristeza. Porque es una anomalía que una ex presidenta esté sentada en el banco de los acusados. Yo siempre digo que no celebro que las personas vayan presas. Pero sí celebro cuando se hace justicia. Yo fui diputada y senadora precisamente en el periodo del kirchnerismo. Vi lo que pasaba. También vi lo difícil que era que se escucharan las denuncias de corrupción. Después se han ido banalizando. Y ahora se ha espectacularizado todo de tal manera, que me impresiona ver los pañuelos blancos detrás de la figura de la ex presidenta.

Ojalá pasara como sucedió con el juicio a las juntas (militares), que cortó definitivamente la impunidad de la violencia política, que había sido una marca de nuestra historia, y nunca había llegado a los tribunales. Después del juicio a las juntas pudimos realmente empezar a construir, por lo menos en los temas del pasado y de lesa humanidad, un deber ser. No nos ha ocurrido esto con la corrupción, que está como naturalizada en el “roban pero hacen”.

-¿Por qué creés que hay todavía un sector importante de la sociedad al que no le hace mella esa imagen de Cristina en el banquillo y que está dispuesta a votarla, según las encuestas?

-Esa tal vez sea la gran preocupación o la gran tristeza. ¿Será que hay una parte importante de nuestros compatriotas a los que no les importa que haya corrupción, a los que no les importa el autoritarismo? Esto es lo que más me perturba.

Hanna Arendt decía que el campo orégano de los regímenes totalitarios se produce cuando la persona no distingue entre verdad y mentira, entre ficción y realidad. Y no estamos (los periodistas) contribuyendo a revertirlo. Por la forma como está desvirtuada la comunicación, por las redes sociales y las fake news. Por el impacto de las imágenes y la virtualidad. Y por la emocionalidad a la que se apela.

Es más complejo y profundo poder pensar por qué hay una parte de los argentinos a los que la corrupción no les importa. Ni el autoritarismo.

-Hubo en paralelo un sector de la sociedad que reaccionó y protestó ante lo que percibía como un intento de desbaratar el juicio a Cristina. Otra vez allí la sociedad partida, ¿no?

-Sí. De todos modos yo creo que hay una parte de la sociedad que grita más alto y otra que está silenciosa o apenas murmura, o que tiene miedo.

Me molesta mucho esta reducción que se ha hecho de la realidad, que es tan compleja, al número de una encuesta. Yo siempre pongo de ejemplo un absurdo: uno no mide cuánto sufre contando las lágrimas.

Entonces (los periodistas) nos hemos hechos perezosos. La dirigencia política también. Yo digo ¿qué dirigente es aquel que necesita ir a ver la encuesta para saber qué pasa en la sociedad a la que quiere guiar o representar? ¿Qué ha pasado con los periodistas que ahora sólo hablamos de decires? Dijo, me dijo, no dijo. Y no estamos indagando profundamente la complejidad de la sociedad.

Los derechos humanos son una idea universal de que todos somos iguales. En la Argentina los derechos humanos han fortalecido a las víctimas y ahora las víctimas se hacen fuertes en sus grupos, no reconociendo al grupo de al lado.

Lo mismo sucede con el derecho de la sociedad a ser informada, para que el ciudadano después pueda tomar decisiones. Nada mide mejor el desarrollo de una democracia que la calidad de la información que se maneja.

Están ocurriendo fenómenos en la sociedad sobre los que me gustaría que pudiéramos poner entendimiento, racionalidad.

-¿Qué está haciendo mal el periodismo, concretamente?

-Hablar de personas. No hablar de temas, de ideas, de valores. Nosotros sólo hablamos de dinero, de cifras, de personas. Y esto vale para el periodismo político, para los chimentos de la farándula, para los titulares de los diarios.

Y después está el tema de la grieta. Yo creo que acá hay una sola grieta profunda y es en torno a la democracia. Los que no creen en la democracia se aprovechan de la democracia, ganan bancas, se presentan como representantes de estas reglas de juego democráticas, para después atentar contra la democracia.

Entonces, ¡hay tanto para construir! Para lo que tendríamos que tener una argumentación diferente. Una conversación pública menos lastimada, por los insultos, las cosas que la gente es capaz de decir en las redes. Podemos decir que las redes son una minoría, pero no importa.

Perturba ver esos seres humanos que se esconden en el anonimato para decir cosas que después no sostienen cuando uno se cruza personalmente con ellos.

Hay mucho para tratar de entender, convocar a los que saben y mejorar el debate público, ¿no?

-Alberto Fernández dice ahora que el kirchnerismo no va a impulsar un cambio de Constitución si gana las elecciones. Pero en uno de los actos en que Leopoldo Moreau y Mempo Giardinelli propusieron sancionar una “nueva Constitución” que subordine a la Justicia, Cristina aplaudió calurosamente. Y dijo que la división de poderes es algo viejo y que se debe ir a un orden institucional más “moderno”, que tenga además representaciones sectoriales ¿Es un proyecto político compatible con la democracia?

-Es paradójico que aquellos que se han apropiado del progresismo quieran terminar con la Constitución más progresista que ha tenido nuestro país, que es la del 1994. Es cierto que quedó contaminada porque Menem quería reelegirse, pero estaba Alfonsín que sabía que había que poner límites institucionales al presidencialismo que atravesó nuestra historia y que en realidad derivó en autoritarismo.

Ahora ellos tienen una concepción de poder antidemocrático. Por eso es deshonesto que utilicen las reglas de juego de la democracia para ser representantes en un sistema en el que ellos no creen.

Una vez que Alberto Fernández fue como jefe de Gabinete el Congreso, con la inocencia de la novel diputada, le pregunté por qué habían elegido la comunicación directa. Que eso era antidemocrático porque en una democracia lo que hacen los medios precisamente es mediar entre la información del Estado y la información de los ciudadanos. Si nos sacaban del medio lo que iban a hacer era una comunicación autoritaria, como después terminó sucediendo.

Es decir que ellos no ocultan lo que van a hacer. Después desdicen. Pero en realidad esa concepción de poder ha estado siempre desde el primer día. Tanto que se cancelaron las conferencias de prensa. Se domesticó a la prensa con la pauta oficial.

Apareció también esa figura horrible de pensar que un periodista es militante. No, militante es quien obedece. Por eso militan en el cuartel. Uno da una orden y los otros obedecen. El periodismo no puede nunca ser militante porque tiene que servir a la ciudadanía, no al poder.

Esa tergiversación de valores que produjo el kirchnerismo nos ha dejado una dictadura de la mediocridad, una gran falsificación de conceptos.

-Mempo Giardinelli, cuando expuso el proyecto de ir a una nueva Constitución dijo que en realidad había que hacer un referéndum reemplazado a la Asamblea Constituyente para dictar la nueva carta magna ¿Eso no sería directamente violar la Constitución para tratar de cambiarla?

-Lo que ellos quieren es fundar otro régimen. Nosotros somos una república. La madre del sistema en el que hemos elegido vivir es una república. La hija es la democracia, que se define porque votamos y elegimos a aquellos a quienes les damos la confianza para que tomen decisiones en nuestro nombre.

Ahora, la democracia no es sólo votar. La democracia supone que nos garanticen nuestros derechos, el derecho de la sociedad a ser informada, que se permita la libre y voluntaria participación de la ciudadanía y no que se acarree a la gente con esta idea también antidemocrática de ganar la calle.

Cuando hay instituciones democráticas la calle no es una expresión política. La calle se convierte en un grupo que impide a otros circular libremente, como pasa en Buenos Aires todo el tiempo. Cada vez son menos pero hacen más ruido y afectan a un montón de personas que tienen el derecho a transitar y trabajar.

Hay una tergiversación cuando dicen: ¡reprimen! Se reprime el delito, no el derecho de las personas a reclamar. Ahora si vas a una plaza y cometés delito porque rompés lo que es público, y, lo siento mucho pero lo que se reprime es el delito, no que tengas derecho a manifestarte.

Ahí hemos fracasado. No hemos hecho énfasis en poner en el debate púbico el deber ser. Cómo es una democracia, qué significa la república, cómo deben funcionar los tres poderes, por qué no hay autonomía del parlamento. En el kirchnerismo manejaban el Congreso con un control remoto desde el Poder Ejecutivo.

-Natalio Botana ha dicho que además de sostener la Constitución política, se requiere lo que él ha llamado metafóricamente una constitución moral y una constitución económica. Un consenso amplio sobre principios básicos indiscutidos, sin los cuales no sería posible una democracia realmente sólida ni tampoco construir una senda de desarrollo económico e la Argentina ¿Compartís ese enfoque?

-Creo que tenemos una Constitución democrática y todavía estamos lejos de cumplir lo que dice la fuerza de la palabra de la ley. Estamos muy lejos todavía de tenerlo incorporado como cultura compartida.

Yo siempre cito un anónimo jurídico: las constituciones son chalecos de fuerza que se ponen las sociedades sobre sí mismas, en momentos de lucidez, para evitar desquiciarse o disolverse en momentos de locura.

Lo que hay que aprender es a cumplir la Constitución. Sucede que siempre estamos en la emergencia y eso abre atajos. En todo el período kirchnerista se gobernó bajo la emergencia y eso abrió las puertas a los atajos legislativos.

-¿Se juega algo importante en estas elecciones, entonces?

-Yo creo que son una bisagra. Son las elecciones más dramáticas que vamos a tener. Porque está en juego un sistema democrático que tenemos que perfeccionar. Y si tenemos libertad, es ella la que dinamiza cualquier proceso humano. Y otra concepción según la cual lo que importa es tener el poder para resolver, como dicen esas frases hechas.

Es una instancia dramática porque es democracia o autoritarismo. Son dos concepciones diferentes, la autoridad de la ley o la fuerza del poder.

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