Mejor dormidos, más generosos

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Mejor dormidos, más generosos

25/08/2022 | 11:07 |  

Redacción Cadena 3

Federico Albarenque

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Mejor dormidos, más generosos

Investigadores comprueban que descansar menos parece estar relacionado con una actividad reducida en el área del cerebro vinculada a la cognición social, que regula nuestras interacciones sociales con los demás.

¿Qué determina qué tan generoso eres como persona? ¿Podría ser cuánto dinero tienes? ¿Cuán amable eres? ¿O tal vez se trata de tus valores?

Todas estas suposiciones parecen razonables, pero un nuevo estudio de la Universidad de Berkeley en California sugiere que algo que se siente tan trivial como cuán bien has dormido también puede afectar tu disposición a ayudar a otras personas en un día determinado. El estudio descubrió que la privación del sueño conduce a una reducción en la generosidad.

Los investigadores hicieron una prueba para ver cuán amables eran las personas cuando estaban cansadas de tres maneras diferentes. En el primer estudio, privaron de sueño a 21 voluntarios durante 24 horas y luego les preguntaron qué tan dispuestos estarían a colaborar en una variedad de escenarios, como ayudar a un extraño a cargar sus bolsas de compras.

Les pidieron a los participantes que repitieran el cuestionario de altruismo después de una noche de sueño normal. Los investigadores también estudiaron los niveles de actividad cerebral de los 21 participantes utilizando imágenes de resonancia magnética funcional.

Después, 171 voluntarios reclutados en internet llevaron un diario de su sueño antes de realizar el mismo cuestionario. En ambos experimentos, los investigadores encontraron que los participantes cansados puntuaron más bajo en el cuestionario de altruismo.

Este fue el caso independientemente de los rasgos de empatía de los participantes y de si la persona a la que se suponía que debían ayudar era un extraño o alguien familiar para ellos.

Finalmente, los investigadores analizaron más de 3,8 millones de donaciones benéficas realizadas en EE.UU. antes y después de que se cambiaran los relojes para el verano, lo que hace que todos pierdan una hora de sueño.

Las donaciones disminuyeron un 10% en los días posteriores al cambio de reloj en comparación con las semanas anteriores y posteriores a la transición. El análisis de imágenes de resonancia magnética funcional encontró que la privación del sueño parece estar relacionada con una actividad reducida en el área del cerebro vinculada a la cognición social, que regula nuestras interacciones sociales con los demás.

El cambio en la actividad cerebral no se relacionó con la calidad del sueño, solo con la cantidad. La buena noticia es que este efecto es de corta duración y desaparece una vez que volvemos a nuestro patrón normal de sueño. Hace tiempo que se estableció que el sueño es fundamental para muchos aspectos de nuestra salud y bienestar. Esto se demostró en 1959, cuando el DJ estadounidense Peter Tripp se mantuvo despierto para transmitir en vivo desde el Time Square de Nueva York durante 201 horas seguidas.

El récord de Peter fue batido en 1964 por Randy Gardner, un adolescente que permaneció despierto durante 260 horas (casi 11 días) para un proyecto de la feria de ciencias de la escuela.

Randy y Peter se mostraron bien a lo largo de sus experiencias. Pero a medida que avanzaba el desafío, comenzaron a arrastrar las palabras, a veces se confundían y les costaba completar tareas simples como recitar el alfabeto. Ambos también tuvieron alucinaciones vívidas. Peter vio telarañas en sus zapatos y creyó que un cajón del escritorio se había incendiado.

Ahora sabemos que la falta de sueño está relacionada con problemas de salud mental, como alucinaciones y psicosis. Peter y Randy parecieron recuperarse de sus terribles experiencias, pero las investigaciones muestran que la privación severa del sueño a largo plazo puede provocar problemas neurológicos duraderos.

Desde los experimentos de Peter y Randy, la investigación ha encontrado que la falta de sueño afecta la mayoría de los aspectos de nuestro comportamiento, y no menos importantes nuestras habilidades básicas de pensamiento, como la memoria y la toma de decisiones.

Los psicólogos creen que la amabilidad y la generosidad son parte de nuestra cognición social, un conjunto complejo de procesos que controlan cómo interactuamos con los demás y cómo tomamos decisiones sobre nuestro comportamiento hacia ellos.

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