Las familias financian sus gastos y crece el uso de la tarjeta de crédito

En un contexto económico donde la inflación y la incertidumbre siguen marcando el ritmo, los argentinos redescubrieron un viejo aliado: la tarjeta de crédito. Según un reciente informe del Banco Central, el uso de tarjetas de crédito creció un 20% en monto y volumen de compras; mientras que el uso de tarjetas de débito cayó un 21%. Este cambio en los hábitos de consumo refleja una compleja mezcla de necesidad, estrategia y, en algunos casos, un tímido optimismo económico.

¿Por qué este auge del crédito? Las respuestas son múltiples y revelan las tensiones de una economía en transición. La opción más votada en una encuesta de Cadena3.com (55,4%) señala que "cada vez cuesta más llegar a fin de mes". Este dato no sorprende: la inflación erosiona el poder adquisitivo, y el plástico se convierte en un salvavidas para estirar el presupuesto. 

Muchos usan la tarjeta para comer y el Centro de Almaceneros de Córdoba lo confirma: un 88,9% de los consumidores recurrieron a algún tipo de crédito para compras esenciales, una cifra casi idéntica al 89,4% del año pasado. La necesidad, entonces, sigue siendo un motor clave.

Sin embargo, las promociones, con descuentos de hasta el 40% y opciones de financiación en cuotas, explican un 13% de las respuestas en la encuesta. La facilidad de las compras online (19%) y una mayor confianza en la economía (10%) también juegan un rol. Estos datos sugieren que una porción de la población ve en el crédito no solo una herramienta, sino también una oportunidad para aprovechar descuentos o adquirir bienes durables, como motos, cuyas ventas crecieron un 34% en julio respecto al año anterior. Este fenómeno refleja un cambio cultural: el crédito no solo financia necesidades básicas, sino que también impulsa un consumo estratégico.

Otro factor interesante es el aumento del 30% en las compras al exterior, ya sea online o por argentinos que viajan. Aquí, la tarjeta de crédito ofrece una ventaja adicional: permite sortear el impuesto del 30% mediante el stop debit al vencimiento, algo imposible con débito. Este dato, aunque no figura en el informe del Banco Central, suma una capa más a la ecuación.

En tanto, la morosidad en tarjetas de crédito creció del 1,9% al 3,8%, y en préstamos personales, del 4,1% al 5,6%. Aunque estos números siguen siendo bajos, son una señal de alerta: el aumento del crédito no siempre va acompañado de la capacidad de pago. La línea entre aprovechar oportunidades y caer en una trampa de deuda es delgada.

En este escenario, el uso de la tarjeta de crédito refleja una Argentina partida en dos: por un lado, quienes la usan para sobrevivir el día a día; por otro, quienes ven en ella una herramienta para optimizar sus gastos o incluso proyectar confianza en un futuro económico más estable. La pregunta es si este resurgimiento del crédito es un síntoma de reactivación o un espejismo que esconde una economía aún frágil. Mientras tanto, el plástico reina, y los argentinos, entre la necesidad y la oportunidad, seguimos apostando al próximo vencimiento.