Una aventura de cultivo urbano
26/11/2025 | 11:01
Redacción Cadena 3
La historia de cultivar papas en casa comenzó para una joven de Jersey City, quien, tras mudarse a un nuevo apartamento, decidió aprovechar su espacio exterior. Sin experiencia previa, se aventuró en la agricultura urbana, comenzando con un simple objetivo: cultivar lechugas y cebollas verdes.
La motivación detrás de esta iniciativa se relacionó con recuerdos de la infancia, cuando pasaba horas en la granja de su abuela, disfrutando de la cosecha de hortalizas frescas. Este deseo de reconectar con la naturaleza impulsó su curiosidad, que rápidamente se transformó en un pequeño invernadero en su azotea, donde cultivó no solo lechugas, sino también seis bolsas de papas, berenjenas japonesas y fresas.
En marzo, la joven comenzó su aventura con las papas. Después de investigar durante cinco minutos, adquirió seis bolsas de cultivo de diez galones. Preparó cada bolsa con capas de papel de periódico, mantillo y un poco de cama de conejo para el drenaje. Utilizó papas que había dejado en su cocina hasta que brotaron, cortándolas en trozos asegurándose de que cada uno tuviera un brote. Luego, plantó dos trozos por bolsa, mezclando tierra y compost, y cubrió todo con una capa de tierra.
A medida que las papas comenzaron a brotar, continuó añadiendo tierra hasta que las bolsas estuvieron llenas. Durante el verano, regó las plantas cada pocos días, observando cómo las hojas crecían desmesuradamente. Sin embargo, cometió un error al podar las hojas, lo que ralentizó el crecimiento de las papas, ya que estas hojas alimentan los tubérculos subterráneos.
La rutina diaria de subir a la azotea con una taza de café se convirtió en un momento de calma y conexión con su cultivo. La emoción de ver el crecimiento de las plantas se transformó en un tema de conversación en su trabajo, donde compartía los avances de su cosecha.
En septiembre, creyó que las papas estaban listas para ser cosechadas, pero al abrir una bolsa, solo encontró algunas papas pequeñas y mucha tierra. Tras investigar, descubrió que debía esperar a que las hojas se secaran completamente antes de cosechar. Así, llevó las bolsas al invernadero para protegerlas de la lluvia y esperó pacientemente.
Finalmente, en noviembre, la joven abrió otra bolsa y encontró papas reales: pequeñas y perfectas, aproximadamente cinco libras de dos bolsas. Sin embargo, cometió el error de lavarlas inmediatamente, lo que acortó su vida útil. Aprendió que las papas deben curarse, dejándolas secar durante unos días antes de almacenarlas en un lugar fresco y oscuro.
Actualmente, las papas están secándose en su cocina, mientras experimenta con diferentes métodos de almacenamiento. A pesar de no contar con un sótano, optó por guardar las papas en una caja de cartón en el armario. La joven se siente emocionada por el éxito de su primer cultivo y ya planea repetir la experiencia el próximo año.
La experiencia de cultivar sus propios alimentos resultó ser emocionalmente gratificante, incluso con los errores cometidos. La conexión con la tierra y el proceso de hacer crecer algo desde cero le brindó una sensación de logro. Además, se sintió satisfecha al saber que tendría suficientes papas para compartir en la cena de Acción de Gracias con su familia.
¿Qué cultivó la joven?
Cultivó papas, lechugas, berenjenas japonesas y fresas en su azotea.
¿Dónde ocurrió esta experiencia?
En Jersey City, justo al lado de Nueva York.
¿Cuándo comenzó a cultivar?
Comenzó en marzo y cosechó en noviembre.
¿Qué aprendió sobre el proceso?
Aprendió a no podar las hojas y a esperar a que se secaran antes de cosechar.
¿Cuánto gastó en su cultivo?
Gastó aproximadamente $70 en bolsas, tierra y compost.
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