Villa El Nailon. (Foto: Daniel Cáceres/Cadena 3)
Tensión en villa El Nailon (Archivo/Facebook)
Tensión en villa El Nailon (Archivo/Facebook)
Tensión en villa El Nailon (Archivo/Facebook)

Violencia urbana

Lo inconfesable detrás de la guerra en villa El Nailon

20/02/2024 | 07:34

La disputa territorial que derivó en dos homicidios la semana pasada, en medio de una serie de balaceras, responde a una batalla encarnizada en la que se entremezclan poder y negocios ilegales.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

Los asesinatos de los hermanos Maximiliano Ezequiel Gómez (30) y Tomás Ismael Moyano (19), ocurridos en menos de 48 horas, entre la madrugada del jueves y la noche del viernes de la semana pasada en el interior de villa El Nailon, en la ciudad de Córdoba, se inscriben dentro de una sórdida disputa que trasciende los pasillos de ese asentamiento.

Dos homicidios que se agregan a una extensa nómina de muertes jóvenes ocurridas en Marqués Anexo, un barrio de fronteras invisibles, en los últimos 20 años. Casi 30 adolescentes y más grandes cuyas biografías sufrieron un corte abrupto cuando recién comenzaban a desarrollarse.

Una estadística brutal que desnuda, al mismo tiempo, un fracaso estatal mucho más amplio. Porque detrás de estos números trágicos se escribe toda una historia de múltiples violencias cotidianas, en un contexto marcado por la marginalidad, una alta desocupación que se traslada de generación en generación, el rápido acceso a las armas y una oferta indiscriminada de todo tipo de drogas.

Contextos de impunidad que se retroalimentan en las relaciones de cada día.

Todo, en un sector enmarcado por tres asentamientos que desde hace tiempo se dirimen el control interno: El Pueblito, Ramal Sur y villa El Nailon, donde conviven más de 2.000 familias.

"Hoy, acá los niños, antes de decir mamá o papá aprenden las canciones de la cancha. Porque sueñan con ser barras o narcos", resume, de manera dramática, un hombre que hace décadas camina a diario por villa El Nailon.

Una villa de emergencia que se iba formando con los que descendían del tren que viajaba desde el norte del país y que década tras década terminó por convertirse en estructural. Como una cruel síntesis del derrotero social del país, aquel mote de "emergencia" trocó por lo permanente, lo inalterable, donde la pobreza y la violencia se fueron profundizando con el paso del tiempo. Lo provisorio que se volvió una úlcera social que jamás dejó de ensancharse.

Territorio de "Los Ranchos"

Las paredes pintadas con los colores de Instituto no dejan margen de duda. En El Nailon se formó "Los Ranchos", la principal barra que maneja la tribuna sur del estadio en Alta Córdoba.

Tal como sucede con "La Fiel" de Talleres y "Los Piratas" de Belgrano, en los últimos tiempos la barra de Instituto comenzó a cobrar un protagonismo cada vez mayor. Organizaciones en la que en realidad confluyen varios grupos distintos y que hoy se ofrecen como grupos de choques para diversas tareas: de la popular a los sindicatos y a los actos políticos.

Tras muchos años de enemistades declaradas, hace poco se logró que las barras de Instituto se unieran. "Los Ranchos" y "Los Capangas" aparecen como los núcleos más fuertes. "La Cortada" y "La 61", además de los músicos que llevan las trompetas, asoman como otros miembros de esta alianza.

"Los Ranchos", con base histórica en villa El Nailon, fue dirigida durante décadas por Fabián "Negro" Gaitán, quien murió hace pocos años. Antes, dejó a dos herederos: el exarquero del club, Gustavo "Tenaza" Moyano y otro sujeto conocido por todos como "Coke". Ambos formaron parte del contingente de barras que en 2012 protagonizó un bochornoso episodio de violencia al atacar al plantel en el que brillaba un joven Paulo Dybala cuando regresaba de un partido en Corrientes.

En la práctica, hoy "Tenaza" es el líder y "Coke" su ladero. La historia el exarquero es un símbolo de El Nailon: las oportunidades perdidas.

Cuando apretaron a los futbolistas profesionales, "Tenaza" era un jugador de las divisiones inferiores del club. Un proyecto de arquero que generaba grandes expectativas entre los formadores. Por eso, lo esperaron a que saliera en libertad y decidieron darle una nueva oportunidad. Volvió a correr a metros de aquellos a los que había amenazado. Dijo que quería cambiar. Pero el barrio le ganó para siempre.

En 2014, fue emboscado en medio de una calle y le dispararon tres veces, en las piernas y los genitales. "No quisieron matarlo, sino arruinarlo, que no jugara más al fútbol", contaron en ese momento. Fue un ajuste de cuentas vinculado a las disputas barriales. Un mensaje a él y a sus amigos, a los que señalaban por una serie de asesinatos cometidos allí en los últimos meses. "Tenaza" sobrevivió y se refugió un tiempo en otra provincia.

Hasta que regresó. Intentó de nuevo en el fútbol, en clubes de la Liga Cordobesa. El dinero grande del profesionalismo ya no era un sueño realizable. En plena pandemia de 2020, los archivos lo muestran detrás de un comedor comunitario de El Nailon, ofreciendo porciones de almuerzos. Dijo que había cambiado, que quería ayudar. De nuevo.

La sombra del "Tuerto"

El jueves pasado, a la madrugada, él no estaba en Córdoba. Había viajado a Mendoza, para asistir al partido que esa noche Instituto le iba a ganar al local Independiente Rivadavia.

En El Nailon se quedaron sus principales laderos. Con "Coke" a la cabeza. Sabían que tenían que cuidar su predominio en la zona. Desde hacía unos meses venía en aumento la tensión con otros vecinos de la villa. En especial, con Mariano "el Tuerto" Cabanillas y sus hijos. 

Se trata de un hombre muy renombrado entre esos pasillos. Un áspero, veloz para los tiros, que siempre se enfrentó a "Los Tucumanos", el grupo que manejó de manera histórica la venta de droga al menudeo en esa zona. Y que ha pasado gran parte de su vida en prisión, acusado de graves delitos.

La oferta de todo tipo de sustancias hace tiempo que se esparció por Marqués Anexo. Pequeños dealers entremezclados con proveedores más grandes hicieron que ese sector se convirtiera en una zona caliente del narcomenudeo en Córdoba. Una más de tantas.

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El combo entre tanta droga y armas calientes al alcance de cualquiera, junto a jóvenes que desertan de manera temprana del sistema escolar, sólo puede terminar en una disputa territorial por un poder tan simbólico como real. Manejar la villa significa controlar los "peajes" de los negocios clandestinos y, al mismo tiempo, tener el mando de "Los Ranchos" en la barra de Instituto.

Hace tiempo que "Los Capangas" y "Los Ranchos" no sólo se ocupan de las tribunas. En las inmediaciones, fueron ganando espacio entre los "naranjitas" y comenzaron a llevar sus trompetas a los actos políticos y sindicales. Nada es gratis.

Hoy, uno de los líderes de "Los Capangas" aparece como uno de los representantes cordobeses más importantes en ese ungüento insólito que en su momento se llamó "Hinchadas Unidas Argentinas". Quienes conocen el submundo de los barras en Córdoba aseguran que los líderes de "La Fiel" y "Los Piratas" se reportan a él para anexarse a los viajes internacionales detrás de la selección.

Aquella rivalidad entre las barras cordobesas hace años que se terminó. Hoy, todos parecen formar parte de un mismo modus operandi, en que se reparten todo tipo de negocios alrededor de los clubes, la política y los principales sindicatos.

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Tras regresar a la libertad una vez más, hace ya unos cuantos meses, "el Tuerto" Cabanillas volvió a marcar sus propios límites dentro de la villa, mientras pretendía volver a la cancha. 

Cuentan quienes conocen las internas de tribuna que los ahora jefes de "Los Ranchos" pronto se dieron cuenta de que estaban ante una amenaza a su liderazgo. Que observaron como "el Tuerto" buscaba contactar a aquellos que habían quedado relegados en la nueva alianza de barras. Y que jamás les agachaba la cabeza dentro de la villa, sino todo lo contrario.

Aprovechando que tenía la entrada prohibida al estadio, comenzaron a marcarle el camino para que no se acercara demasiado al club. Y, sobre todo, para que no se ensanchara dentro de la villa. Se insiste: son disputas territoriales que de manera directa terminan en la barra.

Hace poco más de un mes, alguien tiroteó a un hijo del "Tuerto" dentro del Nailon. Desde entonces, todo fue cada vez más virulento. Amenazas y peleas a cada rato. Hasta que el miércoles pasado a la noche comenzó un tiroteo infernal. Dos grupos abrieron fuego cruzado hasta la madrugada siguiente en medio de El Nailon.

Los habitantes ajenos a la disputa, que son mayoría, ya saben cómo reaccionar ante tanto balazo suelto: los chicos corren hacia la pieza más alejada de la calle y se tiran al suelo. Hasta que los balazos callen. Hasta la próxima balacera.

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Cuando la muerte llega demasiado pronto

El culto a la muerte joven en Marqués Anexo impresiona. Las pequeñas grutas que recuerdan a los caídos en violentos enfrentamientos barriales o con la policía, a los que se mataron en crisis por el consumo de sustancias, se multiplican de una manera tan dolorosa como normalizada. No se trata de que los crímenes ya se hayan naturalizado, pero sí se ha aprendido a convivir con este dolor a fuerza de una repetición que parece no encontrar final.

El diagnóstico en ese barrio es harto conocido. En 2013, tras cerrar por un momento en medio de una explosión de violencia similar a la de la semana pasada, la escuela Salvador Mazza ideó la ley provincial de la palabra. Que en todas las instituciones educativas de Córdoba se hablara, en mayo, sobre la importancia del diálogo antes que los tiros. Algo tan simple que cuesta entender que haya sido necesario recordarlo.

Los operativos "saturación" de la Policía, junto a los desembarcos de gendarmes y policías federales, se repitieron hasta el cansancio desde entonces. En septiembre de 2019, el entonces intendente Ramón Mestre inauguró el Parque Educativo en ese barrio junto al presidente Mauricio Macri. Hoy, cuentan en la zona, el control real de ese centro que aparecía como un modelo de intervención social ya no le pertenecería al Estado.

Más que deportes y cultura, en el barrio hablan de narcos cada vez más poderosos y del desparramo social que está generando la proliferación del "pipazo", otra de las drogas que hace estragos en la ciudad.

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Tiros y más tiros

Pero volvamos a lo ocurrido en la madrugada del jueves pasado. La balacera fue infernal. Hasta que llegó la Policía. Fue entonces que uno de los grupos giró y cambió de adversario. Ahora, cruzaron tiros con los agentes. Cuando los últimos balazos se callaron, encontraron el cuerpo tirado de Maximiliano Ezequiel Gómez (30). Un tiro lo había atravesado por la espalda. Los investigadores aún no tienen en claro si fue un balazo policial -tal como se asegura en la villa- o si se trató un tiro que salió disparado por alguna de las bandas en disputa.

Gómez era parte de "Los Ranchos". Esa misma tarde, varios de los referentes de esta barra, se exhibieron con un poder de fuego notable dentro de la villa: armas largas, recortadas y cortas. Desde una casa vecina, alguien los filmó y el video pronto se viralizó entre la Policía. Incluso, llegó a la fiscalía. Esa tarde, se iba a allanar, pero a último momento la Justicia ordenó a los efectivos que se replegaran.

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Cuando a la mañana siguiente sí entraron a allanar, no sólo que no encontraron a los protagonistas de las balaceras, sino que tampoco estaban las armas. Los informantes del barrio alertan que todas habían sido "mudadas" justo antes del operativo "saturación" del que formó parte el propio ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros. Cuando la Policía se retiró, las armas volvieron a los pasillos.

Y esa noche, un grupo intentó atacar a balazos la casa desde donde creían que habían filmado el video que se viralizó y que desnudó, otra vez, la infernal cantidad de armas que pululan en los barrios de Córdoba.

El dato es llamativo: entre el jueves y el viernes, un grupo había intentado quemar al menos tres casas de la villa. Y pese a que se preveía el ataque a la casa desde donde se cree que el video había sido filmado, no había ningún tipo de custodia.

Los ataques contra las viviendas persiguen un doble objetivo: sacar del barrio a aquellos que se niegan a convivir con los violentos y, al mismo tiempo, apropiarse de esas casas que luego destinan al narcomenudeo o a otros tipos de negocios.

Olga Barrionuevo, una jubilada, es acaso el caso testigo: en 2018 malvendió su casa frente a uno de los ingresos a El Nailon y huyó a Traslasierra. Durante años vivió encerrada y amenazada, luego de denunciar a los narcos. 

Al frente de su vivienda, una antigua posta policial, reducida a cenizas y escombros, es otra síntesis perversa del avance de la violencia en ese sector.

Fue en este contexto de ataques contra casas en el que se produjo el último de los crímenes de El Nailon. 

Fue el viernes pasado a la noche, en medio de la balacera contra esa vivienda a cuya propietaria le adjudicaban haber filmado el video viralizado, que Tomás Ismael Moyano (19), hermano del joven asesinado un día antes, cayó con tres tiros en las piernas y el glúteo. Murió minutos después en el Hospital de Urgencias. 

En la investigación de Homicidios se cree que Moyano, a quien todos en el barrio conocían como "Pino", había ido con un grupo a atacar esa casa, momento en el que alguien salió a defender a la dueña (se descompensó) y también disparó. La ley de la selva en estado puro.

La fiscal Claudia Palacios quedó a cargo de investigar los dos crímenes. Libró órdenes de captura contra "el Tuerto" y uno de sus hijos, pero aún no lograron atrapar a nadie. Tampoco hubo avances en identificar a los que fueron filmados con las armas.

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El sábado hubo más tiros. El domingo temprano, otra vez aparecieron los policías y se habló, en el discurso oficial, de "saturación": recetas viejas para problemas más que repetidos. 

En realidad, el objetivo fue revisar las casas de los principales barras para llevarles el mensaje de que no trasladaran la violencia al partido que esa tarde iban a disputar Instituto e Independiente.

Los líderes de "Los Ranchos" se preservaron y no fue fueron a la cancha. Pero durante toda la tarde la tensión se olió a varias cuadras de El Nailon. 

Es que nadie se atreve a asegurar que este haya sido el último capítulo de una guerra que acumula décadas y varias muertes absurdas.

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