Liliana, mamá de Gabriela Pérez, asesinada en barrio Yapeyú.
Protesta e incidentes en reclamo de justicia por el crimen de Gabriela Pérez.
El momento del ataque mortal en el club de barrio Yapeyú.
Sergio Fittipaldi, secretario general de Soelsac (Foto: Soelsac).
Franco Saillén negó cualquier vinculación con el ataque en Yapeyú (Foto: Twitter)
Familiares de Gabriela exigen justicia por el crimen. (Gonzalo Carrasquera/Cadena 3)
Silvana Fernández, fiscal del caso de asesinato de Gabriela Pérez en Yapeyú.
Silvana Fernández, fiscal del caso de asesinato de Gabriela Pérez en Yapeyú.

Homicidio en Córdoba

Gabriela, una víctima inocente de una disputa que no tiene fin

13/09/2023 | 11:49

El gremio Soelsac ratificó la continuidad del proceso electoral y apuntó contra Saillén por el crimen. La fuerte historia de la joven asesinada.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

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Familiares y amigos de Gabriela Pérez marcharon al Soelsac para pedir justicia

El desgarrador pedido de justicia de la mamá de Gabriela Pérez

"Mi vida está destrozada, que se haga justicia", dijo el viudo de Gabriela Pérez

Lily recorre con su mirada la obra incompleta de su comedor solidario. Toma aire, se llena los pulmones, pero no logra mantener la compostura. "¿Por qué a mí?", se pregunta sin esperar ninguna respuesta. "Yo sé que no soy mala, no lo he sido nunca y no lo voy a ser, por más que me estén pasando todas estas cosas feas".

En las profundidades de Ampliación Yapeyú lo que abunda son las carencias. Dejar el último tramo de la Costanera Norte e ingresar por esa arteria de tierra y cascotes que lleva el nombre de calle Lucrecio Vázquez significa adentrarse en una porción de la ciudad de Córdoba en la que la palabra intemperie adquiere otro significado.

En el garaje de su casa, Lily montó hace tiempo un comedor comunitario. Despachan 190 viandas, pero no por día, sino cuando se puede. Sin ayuda oficial, ella y su familia se la rebuscan para conseguir verduras, algo de carne y hasta huesos para generar el alimento que en minutos otros vecinos le sacan de las manos. Filas que cada vez parecen más largas y en las que los que ocupan los últimos lugares se quedan sin comer.

El lunes y el martes, hubo quienes se asomaron a preguntar si iba a haber comida. Lily les dijo que esos días no había podido ir a buscar algo para preparar. El domingo, tuvo que sepultar a su hija, Gabriela Pérez (24), baleada un día antes en medio de un almuerzo del gremio de la limpieza, Soelsac, en el club Yapeyú, a unas pocas cuadras de su casa.

Lily tuvo 15 hijos naturales. Y ya cuando pensaba que no iba a criar a nadie más, se sumaron dos niños, que hoy tiene 5 y 12 años, a los que no pudo dejar desamparados. Donde comían 15 iban a rebuscársela para alimentar a 17.

Veintiocho nietos y uno más que está en camino terminan por conformar esta enorme familia que en este 2023 sufrió dos amputaciones tremendas.

En mayo, uno de los hijos varones, agobiado por el consumo de sustancias, tomó la peor decisión. Ahora, el pasado sábado, una disputa obscena por el poder sindical de Soelsac terminó con la vida de Gabriela.

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La joven de 24 años vivía con su pareja y con su pequeña hijita de 5 años en una piecita aún sin revocar, en la misma casa de Lily. Hacía tres años que a través de otra hermana había conseguido un puesto laboral en el área de limpieza.

Cuatro hijas y un yerno, en total, habían logrado tener un empleado a través de Soelsac: eran contratados por empresas que terciarizan la limpieza en oficinas estatales. 

Para lograr mantener ese sustento, de no más de 150.000 pesos por mes, debían dar el presente en cada acto al que el gremio las llamara, según denuncian ahora Lily y Dalma, una de las hermanas.

Gabriela estaba exhausta: turno de ocho horas en la limpieza de la Municipalidad de Córdoba; empanadas caseras para tratar de conseguir algunos pesos más; cuidar a su hija; acompañar a su esposo a las larguísimas esperas en los hospitales públicos, ya que el hombre sufre una enfermedad que por ahora le impide trabajar de manera regular; y como si esto no fuera suficiente, si tenía un minuto libre ayudaba en el comedor comunitario.

Su pasión era jugar al fútbol y seguir a Belgrano, pero ya se había resignado a postergar sus hobbies para otros tiempos.

"Siempre estaba colaborando con nosotros. Ella era laburante, se iba a las 6 de la mañana a trabajar, a veces regresaba recansada, destruida, pero se pegaba un baño, bañaba a la nena, la cambiaba, la pintaba y se iba un ratito a la plaza, porque su hijita estaba siempre pegada a su mamá", la recuerda Lily, aún sin poder creer que esté hablando de ella en pasado.

"Decía que algún día iba a revocar la piecita, que iba a tratar de terminar el baño, juntaba para revocar pero nunca llegaba. Decía que alguna vez iba a tener su propia casita para su hijita y su marido. Yo le decía que sí lo iba a hacer, porque ella era muy luchadora, pero la verdad es que el sueldo que tenía apenas le alcanzaba para sobrevivir". 

Una luchadora que, cuenta la madre, era utilizada por el gremio: "Cada tres meses la llamaban para firmar y le renovaban y le decían: 'sabés muy bien que tenés que cumplir'. Y el cumplimiento de ella era ir adonde ellos (por el sindicato) la mandaban. Hubo muchas veces en las que no quiso ir, pero tenía que agachar la cabeza e ir de manera forzada, porque si no se quedaba sin trabajo". 

Esta realidad volvió a reproducirse el sábado último, cuando la convocaron a ir a un almuerzo en el club Yapeyú, cerca de su casa, en el que iba a estar presente el líder sindical Sergio Fittipaldi. 


"El sábado le dije 'Gaby, estás cansada, estás ojerosa'. Me dijo que sí, que estaba cansada, pero que tenía que ir al club sí o sí, para mantener su trabajo. Se dio vuelta, me miró y me dijo 'ya vuelvo mamá'. Y no volvió. Me la devolvieron en un cajón", recuerda Lily antes de volver a preguntarse aquello que ya sabe que no tiene respuesta.

La mujer y sus otras hijas no dudan de que Gabriela "la ligó de arriba", que la balacera que terminó con su vida no estaba destinada a ella, sino que respondía a un enfrentamiento cada vez más virulento que el sector de Fittipaldi sostiene con otro grupo, liderado por el sindicalista de la basura Franco Saillén, que intenta quedarse con el control de Soelsac.

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"Se pelearon por el sindicato, para poder agarrar ese lugar. Ahora van a elecciones el jueves y no tienen ni un poquito de respeto. Siguen en los mismo y no van a parar porque son fríos, no les importa los laburantes, lo que tienen que trabajar el día a día para llevar el pan a su casa, sino que sólo les importa ello", cierra Lily.

Se refiere a la elección de los representantes de la junta electoral de Soelsac que se realizará, pese a todo lo ocurrido, este jueves en el club Argentino Peñarol, de barrio Argüello, el territorio seguro de Fittipaldi. Nadie ha logrado explicar de manera coherente por qué este acto se va a desarrollar allí y no en la sede céntrica del sindicato.

La Policía ya ha tomado nota de esta situación. Hay alarmas encendidas porque se sospecha que a Saillén le costará llegar hasta allí sin que se provoquen enfrentamientos. 

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La junta electoral es clave para las elecciones de octubre próximo, ya que será la encargada de oficializar las listas.

Desde el asesinato de Gabriela hasta hoy, no cesó la puja sindical entre Fittipaldi y Saillén. Este miércoles, el actual secretario general de Soelsac responsabilizó al gremialista del Surrbac por el crimen, apuntó contra la Justicia por no haber actuado a tiempo ante denuncias anteriores, reiteró que el homicidio se produjo en un "atentado" en su contra y subrayó que mañana se va a votar la junta electoral.

Saillén, en contrapartida, sugirió que se trató de un "autoatentado" y acompañó a la familia de Gabriela en las diversas manifestaciones que han realizado en los últimos días. Además, sugirió que las elecciones debían ser suspendidas. 

No obstante, fuentes que siguen muy de cerca la investigación que lidera la fiscal Silvana Fernández aseguraron que tanto Fittipaldi como Saillén aportaron muy poco para intentar esclarecer este caso.

Los informantes recalcaron que, tal como adelantó Cadena 3 el mismo sábado, la hipótesis que guía la investigación apunta a que el sicario que disparó lo hizo motivado por la interna gremial y que ambos grupos tienen, entre sus "fuerzas de choque", a miembros de La Fiel, la poderosa barra del club Talleres. La interna de esta organización también se replica al interior de la puja de poder por el Soelsac. Lejos está de ser una mera coincidencia.

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