Vélez, cuando fue extraditado a Chile por Interpol.
Las pesadas máquinas de depilación láser que la banda buscaba robar.

Inseguridad en Córdoba

Cordobés preso en Chile por un homicidio, dirigía una banda que robaba depiladoras en Córdoba

29/03/2023 | 13:38

Desde la cárcel, lideraba una organización que generaba una perfecta simulación para alquilar estos costosos aparatos, que luego se llevaban. Hubo al menos 15 ataques.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

La mañana del 26 de enero de 2018 la sucursal del Banco Estado, en la pequeña población de Teodoro Schmidt, ubicada 750 kilómetros al sur de Santiago de Chile, se convirtió en el escenario de un asalto que terminó de la peor manera.

Simulando ser clientes, el chileno José Heriberto Muñoz Zabala y el cordobés Axel Fernando Vélez llegaron temprano hasta la puerta de la sucursal. El primero llevaba un cuello ortopédico y muletas. Cuando comenzó la atención al público, ingresaron junto a otras personas y recién adentro mostraron sus reales intenciones. Sacaron sendas pistolas y gritaron que se trataba de un asalto. Fue entonces que el guardia Manuel Melillan Inaman extrajo su arma e intentó resistir. Lo mataron de un balazo en la cabeza y otro en una pierna.

Luego, los ladrones huyeron con un grupo de apoyo que llegó en dos camionetas robadas. En la huida, se toparon con un cordón policial que terminó por detener a la mayor parte de la banda, luego de otro tiroteo.

Vélez logró escapar en aquel momento. Pasó la frontera y volvió a su barrio de siempre, Renacimiento, en la zona este de la ciudad de Córdoba.

Allí lo atraparía varios meses después, en junio de 2019, una comisión de Interpol. Fue extraditado y condenado en Chile junto a sus cómplices. En total, le impusieron 21 años de prisión.

Vélez sabía lo que es estar detenido. La  Cámara 7ª del Crimen lo había condenado a cuatro años y seis meses de prisión por robo calificado por uso de arma de fuego reiterado (dos hechos), violación de domicilio reiterado (dos hechos) y hurto simple. Salió en libertad condicional antes de cumplir la condena por completo.

En Tucumán tuvo otra causa penal: lo atraparon con un bolso repleto de elementos listos para volar un cajero automático.

En La Rioja agregó una nota más a su prontuario, cuando lo acusaron de un robo, caso del que finalmente salió sobreseído.

Luego, cruzó la Cordillera. Y apuntó el renglón más violento de todo su currículum delictivo.

Pero su permanencia en la cárcel de Temuco, donde se encuentra detenido desde su extradición en 2019, no lo desactivó en cuanto a su relación permanente con el delito.

Ahora, el fiscal cordobés Guillermo González lo acusa de liderar una banda cordobesa que generaba todo un sofisticado ardid para robar costosas máquinas para depilación láser.

Así como se lee: un cordobés preso en Chile por un homicidio lideraba desde la cárcel de aquel país, con un celular, una organización que robaba en Córdoba.

El ardid descripto por el fiscal González no deja de asombrar.

Primero, la banda le pagaba a un grupo de mujeres jóvenes de la zona de los barrios Renacimiento, Altamira y Maldonado unos cursos virtuales para que aprendieran a ser depiladoras y conocieran los conceptos básicos de este oficio. 

Tras la capacitación, pasaban a la segunda fase: alquilaban departamentos temporales por 24 o 48 horas, sobre todo en el Centro, Nueva Córdoba y barrio General Paz. Se valían de DNI apócrifos.

Una vez que llegaban a los inmuebles, en tiempo récord los equipaban con mobiliario y calcomanías que simulaban ser un centro de estética integral. 

Y contactaban por teléfono a aquellas personas que a través de diferentes plataformas ofrecían el alquiler diario de las costosas depiladoras láser. 

Se trata de una práctica común: centros de estéticas alquilan por 12 o 18 horas estas máquinas y dan turnos sólo para ese día; de esa manera, las depiladoras láser van pasando por diferentes centros.

Incluso, la banda no tenía problemas en dejar algunos miles de pesos como seña.

El día convenido, el propietario de la máquina la llevaba hacia el lugar indicado. Allí, era recibido por jóvenes con guardapolvos y observaba que efectivamente el lugar era un centro de estética integral. O al menos eso aparentaba ser.

Dejaba la pesada máquina (unos 80 kilos) y pactaba pasar a buscarla esa noche, a las 20. Cuando el dueño se iba, la organización no perdía el tiempo.

En minutos, cargaban la máquina en un furgón, le quitaban el aparato de seguimiento por GPS y se la llevaban de allí. 

Al departamento también lo desalojaban en tiempo récord. No sólo se llevaban toda la falsa estructura del centro de estética, sino que lo desvalijaban por completo: vajilla, ropa blanca, veladoras, adornos... 

En total, la investigación sostiene que la banda ejecutó este ardid al menos 15 veces entre 2021 y 2022. Cada máquina robada cuesta cerca de 14 mil dólares.

Se presume que luego las revendían en el mercado clandestino.

¿Cómo cayeron? "Se cebaron", apuntó un investigador. Cuando atacaron por decimoquinta vez, no se dieron cuenta de que estaban llamando a una persona que ya había sido víctima del ardid. 

El dueño de la máquina sospechó y avisó a la Policía. Y se montó entonces una discreta vigilancia en los alrededores del falso centro de estética. 

Cuando el dueño dejó la máquina y se retiró, los policías observaron cómo los delincuentes bajaron la depiladora láser y la cargaron en un utilitario. No les dieron tiempo a nada: se les fueron encima, evitaron el robo y los detuvieron.

Fue entonces que la investigación comenzó a elaborar un organigrama que llegó hasta Vélez, el cordobés preso en una cárcel de Temuco, en Chile, por un homicidio. 

A través de diferentes chips que iba cambiando de manera permanente, según la causa, este cordobés se comunicaba con su pareja Agustina Rosa Rodríguez (hoy con prisión domiciliaria) y le iba impartiendo las órdenes para ejecutar toda la maniobra.

Ni los 1.600 kilómetros de distancia ni los gruesos barrotes impidieron que continuara delinquiendo.

Ahora, el fiscal González acaba de ordenar que nueve de los 15 imputados (hay algunos prófugos) sean llevados a juicio acusados por una variada gama de delitos que incluye la asociación ilícita y las estafas reiteradas. Siete de los acusados son mujeres.

Entre los que irán a juicio se destaca Leonardo Buyo, un cordobés de 26 años, también oriundo de barrio Renacimiento, que al igual que el jefe de la banda logró traspasar las fronteras argentinas, aunque con otro objetivo: fue jugador de fútbol profesional y entre 2020 y 2021 jugó en la primera división de Paraguay, en el club  General Caballero. Luego, regresó a su barrio de toda la vida.

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