Día 9: los fronterizos, por Marcos Calligaris.
Día 9: los fronterizos, por Marcos Calligaris.

Guerra en Europa

Apuntes de viaje - Día 9: los fronterizos

08/03/2022 | 08:29 |  

Marcos Calligaris

Ya me he habituado un poco a convivir con ellos. Esta tarde regresé de Vysne Nemecke a Kosice en un colectivo colmado de refugiados. Momentos antes comí y charlé con ellos, allí en ese punto donde el pequeño poblado eslovaco se une a la ciudad ucraniana de Uzhgorod.

La comunidad eslovaca también se va acostumbrando a recibirlos, con admirables gestos de solidaridad y esfuerzo para cubrir sus necesidades, mientras los desplazados siguen su ruta, que en muchos casos tiene como destino final Alemania, Polonia o República Checa.

Europa se tendrá que preparar bien —ya está empezando— para lidiar con el mayor éxodo desde la Segunda Guerra Mundial, según lo consideró la ONU.

Solo en los primeros 12 días de la invasión rusa, ya son más de dos millones las personas que han ingresado a los países de la UE, y todo parece indicar que ese número se quedará muy corto de no mediar un alto el fuego seguido de una solución concreta.

Ayer la jornada fue gélida. Ni bien llegué al campo de refugiados de Vysne Nemecke me impactó ver a tantas madres con niños pequeños haciendo cola para comer o subir a un colectivo.

Y cada uno de ellos hace días que viene soportando situaciones similares, desde el momento mismo en que decidieron iniciar este éxodo.

A mí me incomoda este viaje que hago a lo largo de la frontera ucraniana, en el que por distintas razones tuve que repartir mis pertrechos entre hoteles de Varsovia, Przemysl y Kosice, una nimiedad al lado de lo que vive esta gente, que se vio obligada a dejar todo en ciudades que podrían ser borradas del mapa.

Los fronterizos no solo han dejado atrás sus bienes materiales, también años de sacrificio, proyectos, y avanzan como por inercia por un camino en el que solo vislumbran incertidumbre.

De eso me habla Diana, una joven psicóloga que asiste a los refugiados que recién cruzan la frontera.

"Algunos llegan muy estresados, con ataques de ansiedad por no saber qué van a hacer en las próximas horas", me cuenta con una voz pausada que me contagia tranquilidad.

Ella y un grupo de colegas socorren a quienes ven angustiados y los ayudan a esbozar un pequeño plan, un plan que contemple los pasos a seguir en lo inmediato.

"Trato de ayudarlos a planificar las siguientes horas. Cosas como dónde comer, dónde asearse, dónde descansar. Y luego, pasamos al día siguiente: dónde pueden pasar la noche gratis en Kosice, ciudad en la que una vez descansados, podrán elegir más tranquilos hacia dónde seguir viaje. Esto es así, día a día", me dice Diana.

Este lunes estuvo marcado por la tercera ronda de negociaciones entre Rusia y Ucrania en Bielorrusia, donde se avanzó en la creación de corredores humanitarios, aunque solo hacia Moscú, según protestó Kiev.

Estuve atento a los pormenores de la reunión, pero con la sensación de ser el único al que le interesaba. Los refugiados huyen por las consecuencias de la guerra, aunque a la vez da la impresión de que son ajenos al transcurso de la misma.

Ellos tienen una prioridad inmediata por delante, que es establecerse en una nueva sociedad, con una nueva cultura y lejos de sus familias, con todo lo que eso implica.

Me pregunto cuántos de ellos volverían a Ucrania de lograrse la paz.

"Yo quisiera volver, pero en estas circunstancias lo veo muy difícil y necesito continuar mi vida", me dice María, una editora de libros de Uzhgorod.

María acaba de cruzar la frontera con sus dos hermanas y me cuenta que irán un tiempo a España, donde unos amigos relacionados con la literatura les darán alojamiento.

La historia de esta mujer es una de las tantas de una problemática que hemos visualizado hasta el hartazgo en los últimos días.

Y entre otras cosas sirve para dimensionar la magnitud del drama de los desplazados a nivel mundial.

De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), la cifra de refugiados en el mundo supera los 84 millones.

Y aunque puede parecernos algo lejano, en nuestro propio país convivimos diariamente con esta situación sin caer muchas veces en la cuenta: los refugiados venezolanos, por citar un caso, son 5 millones en todo el mundo; cerca de 180.000 se encuentran en Argentina.

Escribo estas últimas líneas en un tren que me lleva de Kosice a Praga. La capital checa es uno de los tantos destinos elegidos por los desplazados ucranianos. Veremos cómo se prepara.

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