Homicidio en Córdoba
18/07/2025 | 10:30
Redacción Cadena 3
Juan Federico
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Polémica sobre el beneficio de la domiciliaria para el expolicía Grasso
La madre de Facundo Novillo denunció amenazas y pidió que no liberen a Grasso
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Polémica sobre el beneficio de la prisión domiciliaria para el expolicía Grasso
La polémica prisión domiciliaria del expolicía Grasso
El insólito trabajo que el expolicía Grasso tenía en la "prisión domiciliaria"
El fiscal Fenoll criticó a la Justicia por la domiciliaria del expolicía Grasso
Hubo 255 alertas de que el expolicía Grasso violaba la prisión domiciliaria
Entre marzo de 2021 y junio de este año, la tobillera electrónica que debía tener colocada en su prisión domiciliaria el expolicía Horacio Grasso, condenado a 27 años de prisión por el brutal asesinato de Facundo Novillo Cancino (6), ocurrido en 2007, sonó 255 veces.
O sea, un promedio de más de una vez por semana.
Grasso, en cuyo departamento se encontró el cadáver de una mujer que todavía la Justicia no logra identificar, gozó de lo que hoy asoma como una insólita prisión domiciliaria durante cuatro años.
Fue el juez de Ejecución Penal de Río Cuarto, Gustavo Echenique Esteve el que se la otorgó dos veces, a raíz de supuestas patologías cardíacas y psiquiátricas (por el consumo de drogas) que padecería Grasso.
En 2019, Grasso abandonó la cárcel de Río Cuarto y se intaló en la casa de su madre en barrio General Paz, de la ciudad de Córdoba. En junio de ese año, golpeó a la mujer y fue internado un día en un neuropsiquiátrico. De manera extraña, la Justicia lo devolvió a ese mismo domicilio. Dos meses después, fue acusado por violencia de género por su exabogada y entonces novia, lo que terminó por llevarlo de nuevo a prisión.
Logró que lo trasladaran a Río Cuarto y otra vez quedó bajo la jurisdicción del juez Echenique Esteve. En marzo de 2021, el magistrado le dio, de nuevo, el beneficio de la prisión domiciliaria, pese a que la primera vez había violado los requisitos mínimos para mantenerlo.
Esta vez, Grasso puso como domicilio el departamento 3 B del edificio de calle Buenos Aires 315, a dos cuadras de la plaza San Martín, de la ciudad de Córdoba.
Se trata de un edificio que supo ser epicentro de otra noticia policial, cuando en julio de 2002, un grupo comando copó el inmueble, ascendió hasta un departamento y se llevó secuestrado a un adolescente de 14 años, familiar de un poderoso financista de Córdoba. Un día después, tras el pago del rescate, el jovencito fue liberado en la provincia de Buenos Aires.
Cuando Grasso propuso este departamento para gozar de su nueva prisión domiciliaria, el Servicio Penitenciario elaboró un informe socioambiental negativo: le indicaron al juez que ese lugar no era el más adecuado para cumplir un régimen de este tipo. Se trata de un departamento de unos 40 metros, ubicado en una zona muy concurrida de la ciudad.
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/Fin Código Embebido/La historia ya es conocida. El juez Echenique Esteve le terminó por dar la prisión domiciliaria y Grasso se mudó de la cárcel de Río Cuarto al departamento del Centro de Córdoba.
De inmediato los vecinos vieron alteradas sus vidas para siempre. Apenas llegó, la música a todo volumen que salía del 3 B comenzó a escucharse de lunes a lunes, a cualquier hora.
Al principio, su exabogada que supo denunciarlo por violencia familiar, iba a visitarlo. Luego, Grasso comenzó a recibir con mayor frecuencia a personas que nadie conocía. Un desfile de mujeres y varones que ingresaban y salían de su departamento.
En las redes sociales promocionaba un curioso oficio: reparaba armas de fuego.
/Inicio Código Embebido/
/Fin Código Embebido/"No tenía restricción judicial sobre el ingreso de visitas en su domicilio", apuntó una fuente oficial.
Durante 2021, 2022 y 2023, cada vez que los psicólogos y trabajadores sociales del Patronato del Liberado fueron a constatar que estuviera allí, lo encontraron.
Sin embargo, el 26 de abril de 2024, nadie atendió cuando llamaron a su puerta. Lo mismo sucedió el 7 de junio y el 1 de noviembre de ese año.
¿Grasso los recibía en la puerta del departamento o directamente en la puerta del edificio? ¿Alguna vez alguien del Patronato ingresó a su domicilio? Hay demasiadas dudas al respecto. Los informes oficiales no dan especificaciones en ese sentido.
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/Fin Código Embebido/Desde que se instaló en Córdoba, el control del cumplimiento de la pena quedó bajo jurisdicción del juez local Facundo Moyano Centeno. A él iban llegando los reportes oficiales del Patronato del Liberado.
También, el informe de la Central de Monitoreo del Servicio Penitenciario, que sigue la tobillera electrónica.
El funcionamiento de este sistema es básico: la tobillera responde a un aparato que deja de recibir la señal cuando se aleja a una cantidad de metros prefijada. O sea, no tiene seguimiento geolocalizado, sino que sólo emite una señal de alerta cuando la tobillera se aleja más de lo estipulado.
El registro oficial impresiona: entre 2021 y 2025, hubo 255 eventos reportados. ¿Qué significa esto? Que en 255 días se activó la alarma porque la tobillera se había alejado más de lo estipulado. O sea, Grasso había abandonado la prisión domiciliaria. En la mayoría de los casos, fueron por lapsos de unos 10 minutos en promedio. Pero hubo eventos de varias horas sin saber dónde estaba Grasso.
Oficialmente tuvo 127 salidas autorizadas, sobre todo para ir a controles médicos en el Hospital de Córdoba (en promedio, cada 15 días).
¿Qué pasaba con el resto de las salidas? Cuando a Grasso le exigían explicaciones, en muchas oportunidades presentaba certificados de supuestos tratamientos odontológicos, siempre firmados por la misma odontóloga.
¿Fue el Juzgado de Ejecución Penal a cargo de Moyano Centeno a verificar si esto efectivamente había sido real? ¿Alguien se acercó a preguntar a esos consultorios o a buscar alguna cámara de seguridad? Por ahora, no hay ningún registro al respecto. Grasso presentaba los certificados y la Justicia le permitía continuar con la prisión domiciliaria.
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A esa altura, en el edificio todos hablaban de Grasso. Por la música. Por las visitas. Por la humedad que salía de su departamento y se iba desparramando en los otros domicilios. Por los gritos que se escuchaban a la noche. Por aquella joven que un día salió corriendo, según contarían después. Por el acoso a otras vecinas. Por el aspecto inmundo que tenía cada vez que bajaba por las escaleras. Porque se lo cruzaban en el supermercado, como si no le debiera nada a nadie. Por las amenazas que le hizo un hombre que osó pedirle que bajara el volumen y terminó con un incendio en la puerta de su departamento. Incluso, en octubre de 2021, alguien lo denunció en la unidad judicial por las amenazas, causa que jamás se movió.
¿Nunca los miembros del Patronato del Liberado escucharon alguna de estas historias en las 42 visitas que dijeron haber efectuado al departamento de Grasso desde 2021 hasta junio último?
Fueron demasiados los indicios. Abrumadores. Pero nada cambió.
Este año, el Patronato del Liberado fue 11 veces a visitarlo. En nueve ocasiones, no lo encontraron. El 12 de mayo pasado, su tutor, Juan Enrique Jairala, le comunicó a la Justicia que ya no quería continuar con esa responsabilidad.
Tres días después, el Juzgado de Ejecución Penal 1 comunicó que Grasso ya había conseguido un nuevo tutor: Cristian Damián Reartes, el portero del edificio.
Otras dos veces, nadie atendió al Patronato del Liberado cuando los empleados fueron a visitarlo.
Tantos informes negativos terminaron por convencer al juez Moyano Centeno de revocarle la prisión domiciliaria.
Fue le propio hermano de Grasso, Javier Grasso, el que lo presentó en Tribunales el pasado jueves 3 de este mes, cuando lo regresaron a una celda de Bouwer.
Un día después, el hermano llamó a dos personas en situación de calle, a los que les ofreció un dinero para que limpiaran el 3 B, el departamento que Horacio ya no iba a habitar más. Cuando estos hombres entraron, encontraron en un pequeño placar de cemento un cadáver envuelto en cubrecamas y atado con cables.
Desde hacía varios días, el olor en todo el edificio ya era insoportable. Los vecinos hoy recuerdan cómo el portero subía y bajaba pisos arrojando perfume en aerosol.
Cuando el espanto se hizo público, también se conoció la historia judicial el hermano del expolicía, Javier, varias veces denunciado por acosar a jóvenes de otro edificio, además de haber sido detenido en Paraguay, acusado por un suculento robo.
Hoy, confiaron altas fuentes policiales y judiciales, nadie sabe dónde esta Javier. En sólo dos semanas, le perdieron el rastro por completo.
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