Milagro en Copiapó
26/08/2025 | 14:20
Redacción Cadena 3
Hace casi 15 años, en un operativo que mantuvo al mundo en vilo, los 33 mineros atrapados durante 69 días en la mina San José, en el desierto de Atacama, fueron rescatados con éxito en una operación sin precedentes. El dramático rescate, que comenzó la noche del 12 de octubre de 2010 y culminó la madrugada del 14, marcó un hito en la historia de Chile y de la ingeniería de rescate.
El colapso de la mina San José ocurrió el 5 de agosto de 2010, dejando a los mineros atrapados a 700 metros de profundidad en un refugio subterráneo. Durante 17 días, no hubo certeza de que estuvieran con vida, hasta que una sonda perforadora logró contactarlos. Una nota escrita por el minero Mario Sepúlveda, que decía “Estamos bien en el refugio los 33”, fue lo que desató la esperanza.
El Gobierno chileno, liderado por el presidente Sebastián Piñera, movilizó un esfuerzo internacional para salvar a los trabajadores. Ingenieros, expertos en perforación y la NASA colaboraron en el diseño de la cápsula Fénix 2, un dispositivo tubular de 54 centímetros de diámetro que recorrió un estrecho túnel de 622 metros para extraer a los mineros uno por uno.
El rescate comenzó a las 23:18 horas del 12 de octubre, cuando Florencio Ávalos, de 31 años, emergió como el primero en la superficie, recibido por abrazos de sus familiares y autoridades. Durante las siguientes 22 horas, los mineros fueron izados en un operativo impecable, sin incidentes graves. El último en salir fue Luis Urzúa, el jefe de turno, quien expresó: "Hicimos nuestro trabajo, y lo hicimos bien".
El mundo siguió el rescate en tiempo real, con más de mil millones de espectadores. La hazaña no solo destacó por su complejidad técnica, sino por el espíritu de unidad de los mineros, quienes organizaron turnos, racionaron alimentos y mantuvieron la moral durante su encierro. "Nos cuidamos como hermanos", relató por entonces uno de los sobrevivientes.
El operativo, bautizado como "Operación San Lorenzo" en honor al santo patrono de los mineros, dejó lecciones sobre seguridad laboral y cooperación internacional. Sin embargo, también abrió debates sobre las condiciones de la minería en Chile, donde los protocolos de seguridad siguen siendo un tema de debate.
Quince años después del histórico rescate, el impacto de este evento sigue resonando en la vida de los mineros, marcadas por un legado de resiliencia, pero también de desafíos personales, sociales y laborales.
El rescate, que capturó la atención mundial, trajo beneficios inmediatos para los mineros. Tras su salida, recibieron reconocimiento global, invitaciones a eventos internacionales y donaciones económicas. Algunos, como Mario Sepúlveda, aprovecharon la fama para dar charlas motivacionales, mientras que otros, como José Ojeda, autor de la icónica nota “Estamos bien en el refugio los 33”, buscaron mantener un perfil bajo.
El gobierno chileno otorgó pensiones vitalicias de aproximadamente 400.000 pesos chilenos mensuales (unos 400 dólares en 2025) a cada minero, aunque esta cantidad fue criticada por no ajustarse al costo de vida actual.
Sin embargo, el impacto psicológico y físico fue profundo. Muchos mineros enfrentaron trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión debido al encierro de 69 días. Estudios médicos realizados en 2011 por la Universidad de Chile revelaron que al menos 20 de los 33 presentaban síntomas de trauma psicológico. Algunos, como Víctor Zamora, hablaron públicamente sobre la dificultad de reintegrarse a la vida cotidiana, lidiando con pesadillas y problemas de salud como enfermedades pulmonares derivadas de las condiciones en la mina.
En el ámbito laboral, la mayoría no regresó a la minería. La experiencia los marcó profundamente, y las oportunidades laborales fueron limitadas. Algunos encontraron trabajos esporádicos, mientras que otros, como Claudio Yáñez, se reinventaron en oficios como la agricultura o el comercio. La falta de apoyo sostenido del gobierno y la empresa minera, que enfrentó juicios por negligencia, dejó a varios en una situación económica precaria.
Socialmente, los mineros se convirtieron en símbolos de supervivencia, pero también en un recordatorio de las falencias en la seguridad minera en Chile. El accidente expuso regulaciones laxas y condiciones precarias en la industria, lo que llevó a reformas como la ratificación del Convenio 176 de la OIT sobre seguridad minera en 2011. Sin embargo, los mineros y sus familias señalaron que los cambios no fueron suficientes para garantizar la seguridad en el sector.
La historia de “Los 33” también dejó un impacto cultural. Películas como The 33 (2015), protagonizada por Antonio Banderas, y libros escritos por los propios mineros, como En la Oscuridad de Héctor Tobar, inmortalizaron su experiencia. En Copiapó, un pequeño museo en el sitio de la mina San José atrae a turistas, aunque algunos mineros expresaron su incomodidad con la comercialización de su tragedia.
A pesar de las dificultades, los mineros destacan el vínculo fraternal que forjaron bajo tierra. “Éramos una familia, y eso nos salvó”, afirmó Luis Urzúa en una entrevista.
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