Una defensa con el macrismo en el centro de la mira

Abrapalabra

Cristina quiere que miren la causa desde la otra vereda

23/08/2022 | 13:14 |  

Redacción Cadena 3

Julio Perotti

En una hora y media, Cristina Fernández intentó proyectar sus desventuras judiciales sobre el resto de la política argentina, involucrar al macrismo en la trama de corrupción, abrazar al peronismo como víctima y, obviamente, despegarse de todo lo que ocurrió.

Planteó, entonces, que una derecha imaginaria, un neoliberalismo sin rostro visible, “necesita dirigentes disciplinados, funcionarios que hagan lo que el poder real quiere”.

En una defensa extra-tribunalicia, Cristina una y otra vez repitió que la sentencia está escrita.

Fue, claramente, un alegato político, más allá de los tecnicismos sobre las pruebas.

El cierre, con una reivindicación, como la mejor gestión de la historia entre Néstor Kirchner y ella apuntó al núcleo duro de sus seguidores.

De entrada, tuvo una puesta escena con mucho simbolismo para denunciar la “persecución judicial y mediática” en su contra.

Por lo pronto, lo hizo desde su despacho del Senado, su refugio, con una Bandera a su derecha y una foto suya con la Basílica de Luján de fondo.

En toda la primera parte de su mensaje, trató de contrarrestar las pruebas presentadas por los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola.

También consideró que Clarín y La Nación fueron naves insignia del lawfare, esa estrategia en la que se define a medios y Poder Judicial como aliados contra los gobiernos populares.

Fue sobre el macrismo por lo que hizo con la Justicia y porque, dijo, José López, que era funcionario de su gestión, hizo negociados con Ángelo Calcaterra, un empresario vinculado a Macri, y de allí surgieron los bolsos llenos de dólares tirados en el convento.

Le habló al macrismo en primera persona: “A la primera citación que tienen, huyen”, dijo en relación con Fabián “Pepín” Rodríguez Simó, operador judicial de Mauricio Macri.

También metió en el medio a Nicolás Caputo, dueño de una empresa constructora, y a quien Mauricio Macri siempre dijo que era su “hermano de la vida”.

¿Qué viene?

Dicen que en el Gobierno hay un clima de tensión, sobre todo por el impacto que puede tener para el futuro del Frente de Todos.

A la debilidad de la gestión, con una economía que Sergio Massa no logra que despegue, se suma a Cristina ocupada en su situación procesal.

En los últimos días se vio, como nunca antes, a los funcionarios amigos de Alberto sumados a la campaña a favor de Cristina.

Esto se coronó el lunes a la noche con un comunicado oficial de la Casa Rosada de respaldo a Cristina, junto con un mensaje de Alberto Fernández en Twitter.

¿Indulto? De eso se habla en distintos sectores cercanos a la administración nacional.

Se trata de la aplicación de una atribución del Presidente que figura en el artículo 99 inciso 5 de la Constitución Nacional. El jefe de Estado “puede indultar o conmutar las penas por delitos sujetos a la jurisdicción federal, previo informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acusación por la Cámara de Diputados”.

En este punto, hay un detalle: no pueden indultarse delitos de lesa humanidad. Hay constitucionalistas que consideran que la corrupción se compara con un delito de lesa humanidad por su impacto social, pero es discutible para otros.

Obviamente, Cristina no quiere saber nada. Ella se considera inocente y, por ende, un indulto limpia la pena, pero no borra el delito.

En el Congreso, el kirchnerismo trabaja para activar la bicameral del Ministerio Público e ir contra Luciani.

De todos modos, está claro que los tiempos de la Justicia van a dejar a Cristina con una eventual condena en suspenso, lo que incluye la prohibición para ocupar cargos públicos.

Eso le permitiría, por ejemplo, ser candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires y conservar los fueros.

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