Milei cambia el río en medio del caballo

En Argentina, el refrán advierte no cambiar de caballo en mitad del río. Pero Javier Milei, presidente disruptivo desde sus días de candidato, invierte el sentido: cambia el río en medio del caballo. Pocos creían que en cinco o seis meses escalaría hasta la Casa Rosada, y lo logró. 

Ahora, a horas de las elecciones legislativas del domingo, el resultado pende abierto. Es probable que reciba una mala noticia, pero también podría llegar una buena. Con adversarios variados en cada provincia, el promedio podría no dejarlo tan expuesto.

Dos elementos resultan extraños en este panorama. Primero, la crisis cambiaria de proporciones inusuales, aunque las presiones sobre el dólar electoral son un clásico argentino. Lo que destaca es la magnitud de la ayuda recibida para contenerla, y quién la otorga. En las últimas dos o tres semanas, hemos analizado las dos reuniones de Milei con Donald Trump, especialmente la última, seguida de precisiones y anuncios desde Estados Unidos. Estos intervienen para rescatar el plan macroeconómico de Milei ante la corrida y la presión sobre el peso.

Lo segundo que intriga es la decisión de remodelar el gabinete antes que después de la elección, rompiendo con la costumbre de ajustar solo tras el veredicto de las urnas —y con más urgencia si se pierde—. Milei ya confirmó cambios de enorme dimensión. Se va el canciller Gerardo Werthein. Al menos dos ministros parten: Patricia Bullrich, de Seguridad, quien asumirá como senadora nacional el 10 de diciembre; y Mariano Cuneo Libarona, de Justicia, en la cuerda floja desde el 10 de diciembre de 2023. Su reemplazo vendría por una unificación de Seguridad y Justicia en un solo ministerio, con el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, como candidato a encabezarlo. Montenegro no se lleva bien con Bullrich, quien impulsaba a Alejandra Oliva —su secretaria de Estado— como sucesora en Seguridad. 

Montilla Oliva, técnica con experiencia académica en seguridad pero menos política, terminaría como secretaria de Seguridad bajo el nuevo ministro. En Córdoba, su nombre evoca a diciembre de 2013: fue ministra provincial en entonces, en medio de la revuelta policial y saqueos que marcaron la ciudad. El error político del gobernador José Manuel de la Sota se sumó a la desatención del Gobierno de Cristina Kirchner, que negó ayuda en ese momento dramático.

Otro movimiento posible: la salida de Guillermo Francos, el jefe de gabinete más conciliador del gobierno. Más relevante aún, la hipotética entrada de Santiago Caputo, hasta ahora asesor monotributista de Milei e integrante del "triángulo de hierro" —deformado por la preponderancia de Karina Milei sobre él en los últimos seis o siete meses, especialmente al armar listas electorales—. Caputo podría asumir como canciller o jefe de gabinete. 

Queda sin respuesta la pregunta clave post-26 de octubre: ¿Quién negociará con gobernadores y Congreso las reformas estructurales que el gobierno y el país necesitan? ¿Caputo? Él ha sido interlocutor del sistema político, colaboró en leyes clave, pero terminó enfrentado con Francos y con Karina Milei. ¿Entra como se anticipó, con sugerencias desde la Casa Blanca sobre su importancia?

Un detalle pintoresco ilustra estas rarezas: cuando se mencionó a Caputo como ministro, Daniel "Gordo Dan" Parisini —tuitero ligado a él— arremetió en X contra el canciller Werthein, apenas dos horas después de la reunión Trump-Milei. Werthein debió aclarar esa misma noche las declaraciones de Trump y del tuitero. En un gobierno extraño por sus formas, modos, estilos y llegada al poder, estas anomalías multiplican la incertidumbre.

Lo claro es que el oxígeno político no alcanza hasta el 10 de diciembre. Los cambios ocurren ahora, no una vez que los electos dejen cargos. ¿Milei consideró ajustar el equipo económico, o todo marcha bien en ese frente? El domingo de noche o el lunes lo dirán. Esta semana de internas refleja que las decisiones —como la de Caputo, que Milei por momentos afirma y otros duda— dependerán del resultado. Veremos qué pasa.