El Gobierno más loco del mundo
05/11/2025 | 11:44Redacción Cadena 3
En la lógica tradicional de la política argentina, los gobiernos suelen reservar los anuncios favorables para los días previos a una elección y dejan las medidas impopulares para después de los comicios. Sin embargo, la actual gestión nacional parece actuar de manera inversa.
En las últimas semanas, posteriores a las elecciones, el gobierno de Javier Milei tomó una serie de decisiones que, en otro contexto, podrían haberse interpretado como gestos de campaña. Entre ellas, un aumento del 35 % en el nomenclador de prestaciones por discapacidad, una mejora presupuestaria de 38.000 millones de pesos para los hospitales nacionales y un incremento del 61 % en los salarios básicos del Hospital Garrahan.
Estas medidas responden a reclamos que habían generado fuertes protestas y desgaste político en los meses previos. Pese a ello, las respuestas oficiales llegaron recién después del proceso electoral. En el caso del Garrahan, además, se implementó un nuevo sistema de control de presentismo mediante registro biométrico, en reemplazo del uso de tarjetas.
Según se informó, los incrementos salariales del hospital se financiarán con fondos propios acumulados y partidas presupuestarias futuras. No obstante, el caso del Garrahan también expone otras cuestiones estructurales: en los últimos quince años, el número de empleados del hospital pasó de 2.899 a 4.700, lo que representa un aumento del 63%. En el mismo período, la población del país creció un 17%.
A esto se suma la distribución de la atención: el 80% de los pacientes del Garrahan proviene de la provincia de Buenos Aires, aunque la institución fue concebida como un centro nacional de alta complejidad pediátrica. Este dato abre un interrogante sobre el rol que cumple el hospital frente a las carencias del sistema provincial bonaerense.
Así, el Gobierno nacional parece moverse en una lógica distinta a la habitual: concede aumentos y refuerzos presupuestarios después de las elecciones, asumiendo costos políticos previos que otros gobiernos habrían buscado evitar. Algunos lo interpretan como una muestra de honestidad y rechazo al uso electoral de los recursos públicos; otros, como una estrategia desconcertante que desafía las reglas conocidas del poder.
En cualquier caso, el resultado es un gobierno difícil de clasificar, que adopta decisiones contrarias a las expectativas tradicionales y que, en su imprevisibilidad, parece confirmar el título de "el Gobierno más loco del mundo".





