Embajadores

María Rosa Beltramo

De los 56 embajadores que los Estados Unidos han tenido en nuestro país, ninguno ha sido tan famoso como el trigésimo segundo.

Se llamaba Spruille Braden, estuvo al frente de la sede diplomática durante poco tiempo-entre mayo y setiembre de 1945- pero le alcanzó para ganarse un lugarcito en los libros de historia por aquellas pintadas sencillas y contundentes de los albores del peronismo.

Era entonces “Braden o Perón”, opuestos de una de las campañas de propaganda más exitosas del siglo pasado.

No se sabe bien si es por la devaluación de las ideologías o el cambio de época, pero lo real es que los últimos representantes del gobierno de Washington en Buenos Aires, pasan por el Palacio Bosch sin dejar más huellas que las fotos de algún brindis en Caras o Gente, para el 4 de julio o el Día de Acción de Gracias.

Ahora hay que pertenecer a alguna agrupación de izquierda para conocer al embajador y poder incluirlo en esos cánticos incendiarios y reivindicadores.

La transformación ha sido tan grande que en lugar de mentar a Edward Charles Prado, el ex juez texano que designó Donald Trump, medio mundo estuvo tratando de averiguar el nombre del Community Manager que tuiteó en la cuenta oficial de la embajada “Perdió Cristina”, en un ejercicio de concisión informativa que indignó al kirchnerismo, golpeado desde más temprano por los titulares de los grandes medios que decían más o menos lo mismo para comunicar que el gobierno estaba feliz por el triunfo del Movimiento Popular Neuquino. Y la derrota de Cristina.

El tuit duró 20 minutos, suficientes para convertirlo en Trending Topic.

Después llegó la aclaración: “Borramos un tweet de nuestra cuenta que no posteamos nosotros. No sabemos todavía cómo sucedió, pero estamos investigando” y, además: “cualquier persona que sigue a la Embajada en las redes sociales, que se utilizan exclusivamente para celebrar la larga y sólida amistad entre Estados Unidos y la Argentina, hubiera reconocido inmediatamente la falsedad del mensaje”.

La aclaración no incluye la palabra “hackeo”, circunstancia por la que el mensaje adquiere el estatus de travesura política, aunque genera cierta inquietud el empleo descuidado de una herramienta de comunicación oficial.

El embajador Prado usó recientemente su cuenta personal de Twitter @USAmbassadorARG para pedir que le recomendaran dónde llevar a su hijo para hacerle conocer lugares de Argentina.

Sacachispas, el club de la B metropolitana le contestó “Vengan a nuestro próximo partido de local”.

Y, por supuesto, allá fueron padre e hijo. Prado recibió una camiseta de regalo, tuiteó el gol de sus anfitriones que empataron 1 a 1 con San Miguel y se mostró después comiendo garrapiñada.

Antes de que la red del pajarito hiciera posible estas fraternales comunicaciones en vivo -también estas supuestas metidas de pata-, otro embajador norteamericano, James Richard Cheek, logró una módica fama y cierto lugar en el corazón de algunos argentinos, abrazando la causa de San Lorenzo de Almagro, el club que lo sigue teniendo en el top five de la hinchada junto al Papa y a Viggo Mortensen.

Antes de que Cheek se convirtiera en una presencia estelar en Videomatch, programa al que solía acudir para celebrar con Tinelli y su troupe victorias azulgranas, había cobrado cierta impensada popularidad cuando puso a efectivos de la Federal y al FBI a buscar la tortuga de su hijo.

No es poco darle materialidad a uno de los dichos más celebrados de Diego Armando Maradona.

La gestión diplomática del embajador de la época menemista y las relaciones carnales se extendió del 93 al 96, pero después Cheek volvió para ver a su equipo y para ejercer de lobista de Ogden, American Airlines, Mattel, Azurix y Ciccone Calcográfica, entre otras empresas que emplearon sus servicios.

Prado asumió en mayo de 2018 y ha tenido una exposición mínima, a excepción del partido de Sacachispas.

Nadie está en condiciones de vaticinar si el “Perdió Cristina” será el punto de partida de una carrera como editorialista o si se terminará haciendo cargo del título el encargado de redes de la embajada.